Los días de Guayedra, una novela de Santiago Gil

De las novelas que he leído hasta la fecha de Santiago Gil, comenzando por la excepcional Noche de Reyes, una atrevida y calculada mezcla de comedia y tragedia que se desarrolla un 5 de enero en la capital grancanaria, Los días de Guayedra (Mercurio Ediciones, 2023) me parece la más madura y canaria de todas sin desmerecer títulos anteriores, más centrados los últimos en novelizar la vida de un escritor como Benito Pérez Galdós o un artista como Jorge Oramas que, pese a su registro histórico, giran en torno a una de las principales constantes en su producción literaria como es el amor y la pérdida del amor. De amor y de pérdida se habla y mucho en Los días de Guayedra un relato construido a través de cuatro voces en los que se repasa en distintos arcos temporales las experiencias de una serie de personajes, dos mujeres entre ellos, que lo tuvieron todo y lo perdieron todo también en ese espacio, Guayedra, que parece una esquina del paraíso así como fue el último reducto que existió en Gran Canaria tras ser sometida la isla por los conquistadores.

Digo que es la más canaria de las novelas que he leído hasta la fecha de Santiago Gil no porque Canarias esté presente a lo largo y ancho del relato, que lo está, sino por el notable esfuerzo que hace el escritor para reflexionar sobre lo canario mirando al pasado de la isla. De hecho, la última voz que se pronuncia es la de Tenesor Semidan, o Fernando Guanarteme cuando se cristianizó, y al que le cuelga la leyenda maldita de ser el gran traidor de todo aquel proceso de conquista, sobre todo cuando ayudó a Alonso de Lugo en su apuesta por tomar la isla de Tenerife.

A mi me parece el capítulo más hermoso de esta novela canaria con alcance universal porque la fantasía del escritor se desborda, y hace que El Bosco, Jheronimus van Aken, conozca a Tenesor Semidan en la orilla de la playa donde el pintor hace dibujos en la arena de la playa que desaparecen lamidos por las olas del mar mientras observa aunque no lo entienda, en que se convertirá la geografía en la que se encuentra.

No es novela histórica lo que pretende escribir Santiago Gil sino recrear con muchas licencias el largo monólogo interior de su protagonista, Tenesor Semidan en el último capítulo del libro. Tenesor Semidan acata convertirse en súbdito porque sabe que es imposible enfrentarse al poder de Castilla. Esa misma Castilla que le arrebató lo más amado.

La novela es una interesante reflexión sobre el hecho de haber nacido en este territorio, con todo lo hermoso y miserable que significa, y se lee sin dificultad si uno se deja llevar por el juego literario que plantea el escritor. A través de cuatro voces iremos conociendo retratos no tan diferentes de un mismo espacio, Guayedra, que es un espacio físico pero que también está muy adentro en los cuatro personajes como en el alma del lector si se reconoce en algunos de estos pasajes. Pensamientos que revelan muchas de las constantes de Canarias.

“Mi padre siempre decía que estás islas no tendrían futuro hasta que no se quitaran de encima el yugo psicológico del caciquismo”.

A través de las voces se describe la degradación a la que se ha visto sometido el archipiélago a lo largo de los años y cómo va cambiando la fisonomía del territorio y el carácter de sus habitantes. Las islas, la isla de Gran Canaria, recibe nómadas digitales que apenas se mezclan con la población local como tampoco se dejan ver demasiado los extranjeros jubilados que pasan largas temporadas en sus apartamentos de la costa. La segunda voz es una voz nostálgica y en ella es imposible que más que en un personaje piense en Santiago Gil como su protagonista. Las mismas chaladuras juveniles en un tiempo en el que aún no existían los teléfonos móvil nos hacían ver la vida de otra manera no sé yo sí mejor pero seguro que diferente y más aventurera. La tercera quiero entenderla como la de una toma de conciencia, la que adopta la protagonista que escribe (anunciándonos ya la cuarta voz, la de Tenesor Semidan) que “los últimos años sí vivió obsesionado con la historia de la isla. No hacía más que leer libros sobre la conquista y estaba todo el día en Internet recabando datos” y como los relatos anteriores como con el que concluye el libro, lo que narra es la historia de una pérdida.

No sé si con espíritu filosófico pero sí con entusiasmo por aprender a entenderse, Los días de Guayedra es una novela que bucea en el pasado para entender lo que somos en este presente. Lo que nos condiciona ser conscientes que, efectivamente, hubo un paraíso en esta tierra, un territorio invicto, una porción diminuta de tierra que como Shangrilá nos hace eternamente jóvenes.

LO MEJOR: Un salto hacia adelante en la trayectoria como escritor de Santiago Gil. Se trata de una novela que reflexiona sobre Canarias sin sonrojo alguno

LO PEOR: No me convence la estructura del libro, cuatro voces que no cambian de estilo unas de otras. Es una misma voz que tuvo que ser la única voz, la del canario que inspira esta novela, la de Tenesor Semidan

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

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