Holly, una novela de Stephen King

Holly Gibney es un personaje secundario pero con importancia en las tres novelas que protagoniza Bill Hodges (Mr. Mercedes, Quien pierde paga y Fin de guardia). Reúne en ella muchas de las características que se han convertido en marca de la producción literaria del escritor, originario del estado de Maine, en los Estado Unidos, y como tal y como asegura el propio Stephen King, le había cogido cariño a esta mujer con problemas pero con olfato para la investigación por lo que se merecía algo más grande, como una novela.

La novela es Holly, otro título de éxito en la carrera literaria de King aunque no tenga nada que ver con el fantástico que es un territorio que conoce y maneja muy bien el autor de Salem ‘s Lot, sino un policiaco poco o nada convencional. Poco o nada convencional por los personajes protagonistas, comenzando por Holly y terminando por la pareja de villanos que son lo más atractivo de este libro que no es uno de los mejores del autor pero tampoco de los más malos que salpican una bibliografía que está repleta de títulos que más que novelas son trabajos alimenticios resueltos con la profesionalidad que lo caracteriza.

Como las tres novelas de la serie Hodges, Holly es un policiaco muy kingneniano, es decir, una historia con aliento negro y criminal solo que protagonizada por personajes que no suelen protagonizar este tipo de historias. Holly es una mujer con serios problemas afectivos que ha perdido recientemente, y se siente culpable por ello, a su madre y su tío carnal, además del hombre que la sacó del pantano en el que se encontraba, Bill Hodges. Algunos secundarios de la trilogía regresan, como Barbara, a la que conocimos como una niña y que ya es toda una universitaria con aficiones literarias (se nos ha vuelto poeta) pero lo mejor, la guinda del pastel de Holly, una novela con demasiadas páginas (más de 600) para contar lo que quería contarse, son los personajes que ejercen como villanos, un matrimonio de anciano, maestros jubilados, que se dedican a secuestrar personas y encerrarlas en una jaula del sótano de su casa con fines que no voy a revelar pero que son bastante repugnantes.

La pareja de ancianos, Roddy y Emily, casi parecen un trasunto de la vieja bruja del popular cuento infantil Hansel y Gretel, y si bien el motivo que los empuja a cometer estos asesinatos esté cogido con hilos, a la postre ellos son los que dan más emoción y sordidez a un relato muy clásico de Stephen King, aunque no aparezca una niña o una adolescente con poderes. Esta niña o adolescente si lo encarna alguien en la novela es la misma Holly, que no termina por superar los traumas que han retardado su crecimiento personal aunque al final se enfrente a sus propios monstruos y miedos para salir victoriosa de una batalla crucial en la que se pone en riesgo su propia vida.

Como la mayoría de los títulos que jalonan la trayectoria literaria de Stephen King, Holly se lee con facilidad pese a que el escritor ubique la historia en distintos periodos cronológicos (2012, 2018, 2021), lo que no lleva a ningún tipo de confusión sino a entender mucho mejor el carácter de los personajes, sobre todo el de Holly, que resulta el más acabado.

De hecho que la novela se llamen como ella está hecho a posta porque esta es la historia de una mujer que aprende a vencer sus miedos. Y el miedo que la espera a la vuelta de la esquina es el de una simpática pareja de ancianos que ha perdido la cabeza aunque nadie lo sospeche a su alrededor. Aunque señales, haberlas, las hay.

La ubicación temporal permite al escritor ambientar la historia principal, que se desarrolla en 2021, durante las semanas que fuimos ganando la guerra la pandemia provocada por la Covid-19, lo que da pie a King para criticar el comportamiento de los antivacunas y de políticos irresponsables como Donald Trump, por aquel entonces presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Con estos credenciales, todo hacía pensar que la novela fluiría cuesta abajo con comodidad aunque por desgracia las cosas no terminan por resultar como uno quisiera. Son demasiadas las páginas que utiliza para contarnos esta historia de superación que desarrolla en un ambiente negrísimo lo que hace que su lectura más que abrumar, aburra en algunos casos.

Es verdad que no suele pasar demasiado, pero pasa y eso no es bueno para un escritor que se ha acostumbrado a escribir novela generosas en páginas que, en este caso, parecen más de relleno que otra cosa.

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

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