Cartón piedra esta ‘Balada triste de trompeta’
No encuentro en el cine español de nuestro tiempo miradas que me conmuevan. Me sorprende por eso el eco mediático que acompaña a un cineasta como Álex de la Iglesia, un hombre que si ha tenido mérito alguno es en conciliar a esas dos España que se dividen entre los que ven (y aseguran que disfrutan) del cine español y los que viven resignadamente de espaldas a una realidad cinematográfica igual de torpemente trágica que esta Balada triste de trompeta.
Y eso que tenía confianza, precisamente, en la última película del director de El día de la bestia (hasta la fecha el mejor de los títulos de su irregular filmografía) porque generacionalmente aprecio que hemos bebido casi de las mismas fuentes.
Balada triste de trompeta es un filme de excesos que parte de ideas curiosas que no sabe explotar, sin embargo, el cineasta en pantalla.
Es valiente y briosa en su inicio. En especial por desacralizar la Guerra Civil española y mostrárnosla casi como un episodio de Hazañas Bélicas con punto siniestro que explica que ese buen amigo del director, Quentin Tarantino, ¿forzara? al jurado en Venecia para que le dieran el premio al mejor guión y el León de Plata al mejor director, pero esta cinta, su cinta no esconde fondo detrás de tan buena puesta de escena. Una constante me temo que ya empieza a ser sospechosamente habitual en el cine de Álex de la Iglesia.
A ratos esta confusa historia de amor que sienten por una mujer un payaso tonto y otro triste se transforma en un caos del que es imposible sacar lecturas por mucho que otros ya se hayan empeñado en ello.
Sí, tiene un final aceptable –cuando los dos protagonistas se miran a las caras con sus rostros mutilados y lloran como buenamente saben hacerlo– pero deja al espectador en blanco mientras se pregunta si lo que habrá visto no será en el fondo lo que realmente es: una tomadura de pelo rodada con mucho dinero.
Una excusa para que el cineasta, supuestamente y en virtud de su tebeo, ha desaprovechado para no hacer nada. Bueno, nada no, porque si Balada triste de trompeta se caracteriza por algo es por sus excesos, su derroche detrás de nada.
A mi me dejó frío. Y eso que me encanta el espíritu circernse. Espíritu que se le va de las manos al director cuando usa su historia en momentos claves de la historia de este país de cabestros que es España.
Como espectador, una pena porque a mi juicio Balada triste de trompeta podía haber sido la obra mayor de un realizador que parece que no ha superado aún la adolescencia. Y que por tanto carece de talento y capacidad para articular un discurso con el cual repartir bofetadas a esas dos Españas que, me sugiere su filme, encarnan esos dos payasos: el tonto y el triste.
Balada triste de trompeta me parece así a como siempre me parecieron las canciones de Raphael, una excentricidad sonrojante que algunos continúan confundiendo como genial. Claro que debe ser, reflexiono, porque buceando en esa España que se abría a la canción (y puestos a elegir) siempre me gustó mucho más Nino Bravo.
Álex de la Iglesia pasará de todos modos a la historia de nuestro cine como uno de esos escasísimos cineastas que han logrado que parte del público al que dice que le gusta el cine español y al que cordialmente lo detesta sea capaz de gastarse el abusivo dinero de la entrada para ver su última película porque se trata, sencillamente, de una película de Álex de la Iglesia.
Y sí, confieso que he sido uno de los que cometió el error. Y ello pese a dejarme indiferente su cine. Hábil visualmente pero tremendamente vacío en el fondo.
¿Me pasará esto por apoyar al cine español?
Y concluyo:
Sí.
Cartón piedra.
Balada triste de trompeta.
Saludos, idiota, idiota, idiota, desde este lado del ordenador.
Diciembre 20th, 2010 at 20:08
¿Nos comemos las pollas mutuamente señor Rojas?
Creo que le gustará.
Diciembre 20th, 2010 at 20:38
Mmmm, una propuesta interesante pero mejor cómasela usted mismo.
Y haga el favor de comentar este post.
Diciembre 20th, 2010 at 20:44
A mi esta Balada triste de trompeta no me llama el más mínimo interés. Y menos ahora que he leído su post. ¿Para que invertir tanto dinero en una película pudiendo invertirlo en sexo y drogas?
Sin duda prefiero su trompeta, señor Rojas.
Diciembre 20th, 2010 at 20:48
Se ahorrará ese dinero. Y hace bien en invertirlo en rock, sexo y rock and roll.
Respecto a mi “trompeta” deje que siga sonando con su balada triste, aunque le agradezco el interés.
Diciembre 20th, 2010 at 23:21
Ay, Samuel, es tan fácil conocerle por sus comentarios…
Diciembre 23rd, 2010 at 18:47
Joder. Eduardo, los comentarios que recibes. Solo te faltaba un chupapollas impaciente y frustrado con el flautín en la mano.
Diciembre 23rd, 2010 at 20:00
De todo hay en la viña del buen escobillón…