Un debate que no hace ningún bien ni a creadores ni a usuarios
No creo que se deba a mi profundo desconocimiento de la ciencia de la red, más bien a una buena crianza en la que me enseñaron a amar los objetos culturales. Es cierto, reflexiono, que esta costumbre puede degenerar en eso que llaman fetichismo y aún admitiendo que algo de eso hay dentro de mi cabeza, confieso que debo ser de los pocos españoles (y ciudadanos del mundo) que no se descarga cosas de la Internet primero porque no se ha preocupado en conocer cómo se descargan esas cosas y segundo porque le gusta (pese a que su cuenta bancaria mengue con la misma celeridad que el protagonista de la novela de Richard Mathenson) comprarse legalmente un disco, un dvd, un libro…
Por ello ni me declaro a favor ni en contra del combate que el Gobierno de España ha emprendido contra las descargas de contenidos protegidos por la propiedad intelectual, iniciativa que se ha llevado el primer batacazo al ser rechazada lo conocemos como Ley Sinde en el Congreso de los Diputados esta misma semana que ahora termina.
No entiendo muy bien, la verdad, de que va este asunto. Ni la utilidad de un proyecto legislativo que pretende, entre otros puntos, cerrar esa especie de isla de la Tortuga en la que se han convertido estos sitios a los que masivamente recurren los internatutas de este país para ahorrarse un dinero.
Así que planteo con ingenuidad analfabeta ¿si el Gobierno de España tuviera la autoridad suficiente para clausurar estos sitios no podría el consumidor español acceder a páginas similares pero ahora alojadas en otros países?
¿No será que hay un verdadero culpable del que nadie habla porque está por encima no ya del bien y del mal, sino de todos nosotros. Pobres consumidores mortales?
Y en este sentido, ¿por qué la Ley Sinde persigue a los creadores de estos piráticos territorios pero no a los operadores de telefonía?
¿Quién se lucra realmente de este estado de las cosas?
Es fácil señalar con el dedo a los usuarios de la red y acusarlos de que se han acostumbrado a vivir del cuento porque casi todo en Internet es gratis cuando no es así la cosa. El debate es mucho más amplio y complejo que reducirlo a los que están a favor (y paradójicamente) en contra del cierre de estos sitios web. De hecho, creo que esos millones de consumidores que descargan música y películas tienen más puntos en común con los creadores de los que ambos grupos piensan porque no son enemigos sino víctimas de unas circunstancias que se encuentra muy por encima de todos ellos.
Lo recomendable, a mi entender, es que ambos sectores ante la normativa antidescargas –incluida como disposición final en el texto de la Ley de Economía Sostenible (LES)– se vean las caras y sean capaces de llegar a un consenso que beneficie a estas partes en conflicto.
El problema es que la polémica Ley Sinde –muy mal vendida en cuanto a comunicación se refiere– se encuentra ahora en manos de los partidos con representación en la Cámara, fuerzas a las que en verdad les importa un pimiento lo que suceda aunque exploten esta polémica como otra piedra que poner en el camino a un Gobierno cuya mayor preocupación es la de no ahogarse antes de las próximas elecciones.
En este aspecto, no sé hasta que punto puede tener razón EAJ-PNV cuando reclama votar por separado la Ley Sinde al considerar que las medidas de protección a la propiedad intelectual deberían tratarse de manera separada a la Ley de Economía Sostenible. Arrugo las líneas de la frente, eso sí, cuando esta fuerza política insta a la creación de una comisión como la que existió para reformar la Ley de Propiedad Intelectual.
Sí que entiendo, en todo caso, que se deba buscar un marco que permita a los usuarios disponer de contenidos legales en la Red a precios asequibles con el objetivo, entre otros, de no perseguir ni criminalizar a los usuarios.
Según González-Sinde los creadores son conscientes de que su futuro y su presente depende absolutamente de que haya unas reglas del juego “justas y equitativas” en la Red aunque no puedo evitar una mueca de cansancio cuando afirma que si no es así “poco a poco perderemos patrimonio cultural, se dejarán de hacer inversiones y sólo tendremos una cultura de amateur”.
Me gustaría que la señora Sinde precisara que entiende por “cultura amateur” y cuál sería su reacción si esa “cultura amateur” también fuera víctima de esas isla de Tortuga. Ya saben, los responsables de las páginas de descargas de contenidos protegidos por la propiedad intelectual.
En definitiva, que me parece un debate demasiado complejo en el que ni los propios artistas españoles que han saltado a la palestra defendiendo la Ley Sinde parecen tener las cosas en claro.
Observo, eso sí, opiniones para todos los gustos y una división entre usuarios y creadores que no hacen bien a nadie.
Saludos, en el día de Navidad de este 2010, desde este lado del ordenador.
Diciembre 25th, 2010 at 22:21
Estimado Eduardo:
La cosa es compleja, pero resumiendo: si yo te llamo por teléfono y te insulto, ¿la falta es mía o de Movistar? Es mía. Por esa regla de tres, no puedes condenar a los propietarios de una herramienta de comunicación (e-mule, Ares o la que sea) por el hecho de que las personas que la usan lo hagan ilegalmente.
Por otra parte, y en cuanto a las páginas que ofrecen ‘online’ gratis series de televisión, películas, etcétera: si yo pude ver hace diez años la serie ‘Siete vidas’ sin pagar un duro en Telecinco, ¿qué delito estoy cometiendo por volverla a ver gratis hoy por Internet?
Y por último: el asunto es mucho más complicado de lo que parece, y por esa razón los legisladores deberían abrir sus mentes a la misma velocidad que lo están haciendo los millones de usuarios de Internet. Estamos apenas gateando en un mundo nuevo y desconcertante y tenemos que comprender (la ministra Sinde la primera) que las reglas del juego deben ser ahora otras. Habrá que ver cuáles, pero serán otras.
Diciembre 26th, 2010 at 22:11
Nando hágase la siguiente pregunta: ¿quién se beneficia realmente de este negocio?
Hablemos cuando me responda.
Diciembre 26th, 2010 at 23:09
En este artículo hay un vídeo muy ilustrativo que responde a su pregunta:
http://pacortega.wordpress.com/2010/12/24/¿y-si-ponemos-las-cosas-en-su-sitio/
Diciembre 26th, 2010 at 23:13
y en este otro artículo se apunta hacia los que venden conexión.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/derecho/convencion/social/elpepucul/20101223elpepicul_3/Tes
Diciembre 27th, 2010 at 0:02
Gracias Merino por tan interesantes aportaciones.
Diciembre 27th, 2010 at 0:53
El problema de esta cuestión son las simplificaciones peligrosas que caricaturizan algo complejo.
La polémica de la Ley Sinde no viene de que quiera cerrar páginas con enlaces a contenidos de terceros (cosa que de todas formas no lograría). Desde la parte interesada se intenta enfocar la cuestión entre creadores y harapientos que lo quieren todo gratis. La cosa viene de antiguo: La industria de contenidos lleva tiempo queriendo cerrar dichas páginas por la vía judicial. El juez les dice: la página no alberga contenidos de terceros, sólo los enlaza (indica dónde están) por lo que no hay fundamento legal para cerrarlas, no se viola la propiedad intelectual.
La industria, cansada, legisla a través del Ministerio de Cultura para quitar a los jueces de en medio. Así, como suena: una comisión del Ministerio de Cultura (formada por SGAE, CEDRO, afines etc) se encargaría, según la ley, de valorar si la página incumple la ley de propiedad intelectual (no un juez). Porque la ley no especifica que vaya dirigida a páginas piratas, no. Eso lo decide esa comisión. Casi cualquier página de Internet viola las leyes de propiedad intelectual. Esta misma, por hacer algo que es natural para cualquier dueño de un blog (poner fotos de películas, por ejemplo, sin autorización del titular de los derechos), ya viola la propiedad intelectual. Por tanto dicha comisión podría cerrar esta página con la Ley Sinde en la mano. Es un instrumento de censura inaceptable. Las filtraciones de Wikileaks (que por cierto, han demostrado que el papel del gobierno con esta ley se ha limitado a ser la mano ejecutora de los designios del lobby audiovisual estadounidense a través de su embajada) que tanto han dado que hablar en la prensa, podrían censurarse con la Ley Sinde en la mano, dado que Wikileaks no es la propietaria de los cables diplomáticos y los reproduce sin autorización del titular de los derechos. Esta ley es una herramienta que nos acercaría más a China o Irán.
La histeria con la que el grupo de creadores afines a la industria audiovisual defiende la aplicación de esta ley (en su mayoría analfabetos digitales que usan Internet como su juguete roto), limita el debate a si lo queremos todo gratis (no ley) o queremos que los artistas vivan de su trabajo (sí ley). Ahí está la caricaturización interesada y peligrosa: las razones para echar atrás esta ley trascienden con muchísimo cualquier debate sobre propiedad intelectual, mucha gente que rechaza esta ley desea un sistema de remuneración justo para los autores, sencillamente no así. Pero es que además, la ley en sí es inútil: en EEUU las leyes de propiedad intelectual son muchísimo más represivas y se piratea tanto o más que aquí (tienen conexiones mucho mejores). Sencillamente la tecnología va siempre por delante. La mejor definición de esta ley que he leído, es la de que es un medicamento que no cura y además tiene graves efectos secundarios.
Diciembre 27th, 2010 at 11:02
Eduardo: para empezar se benefician los usuarios, que con estas herramientas no tienen que pagar precios abusivos por un CD que en El Corte Inglés les costaría una barbaridad. ¿Eso es honesto? Pues no del todo, pero tampoco es honesto que un CD ‘legal’ sea tan caro. Por eso digo que habrá que establecer nuevas reglas.
Diciembre 27th, 2010 at 13:18
Moisés gracias por tan interesante reflexión.
Nando estoy completamente de acuerdo contigo. Y me consta que usted es también de los “aficionados” a comprar contenidos culturales.
Diciembre 28th, 2010 at 1:56
Es sin duda un tema complejo, como bien apunta Moisés.
Yo no lo tengo claro en absoluto, pero si sé que el argumento “Si una cosa es demasiado cara, y yo no puedo comprarla, eso me otorga el derecho a cogerla sin pagar…”… puf… apliquemos ese principio a otras cosas. A la vivienda, por ejemplo (derecho constitucional, no privilegio)
Tampoco es justo que el precio de una casa sea tan caro, que se permita especular con lo que es sin duda un derecho de primera necesidad. Y sin embargo, esta ha sido la base del sistema económico capitalista de nuestro país. (y mira a dónde nos ha llevado).
En resumen, que o cambiamos el sistema, y podamos oír sin pagarla una canción, o admitamos las reglas de un sistema capitalista injusto, dónde la búsqueda del máximo beneficio es la moderna biblia.
Diciembre 28th, 2010 at 17:11
Al tiempo que algunos insignes artistas han dado la cara a favor de la ley, hay, me consta, un gran número de artistas que no está de acuerdo, que cuestiona el canon, y no quiere ni el barra libre para todos ni la gestión de derechos que están haciendo las organizaciones como Sgae, Cedro, etc. La propuesta sería revisar el modelo de verdad, a fondo, considerando no sólo los intereses de los principales asociados a Sgae y similares, sino con un concepto más amplio de cultura, que incluya, por ejemplo, a los pequeños cineastas, y no sólo a los de grandes producciones… ¿Se les oirá?