Alberto Delgado continúa al frente de la Viceconsejería de Cultura
Los caminos de la política son inescrutables.
O no tanto.
La cosa que Alberto Delgado Prieto (Santa Cruz de Tenerife, 1953) repite como viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias mientras que quien fuera su “jefa” en el mandato anterior, Milagros Luis Brito, pasa ahora a ocupar la Dirección General de Deportes y Aurelio González la de director general de Cooperación y Patrimonio Cultural.
El nuevo organigrama del Ejecutivo regional ha separado Cultura y Deportes de la consejería de Educación, departamento que ahora está bajo la órbita de los nuevos amigos de los nacionalistas –llamémosle socialistas– para que Cultura forme parte de la macro consejería de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda, que gestiona la recién nombrada Inés Rojas. Una mujer, me dicen, que busca el diálogo.
Como ya escribimos en su momento, aunque equivocando el dato, la decisión de llevarse Cultura a los dominios nacionalistas fue una de las condiciones que impuso el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, para negociar con los socialistas canarios, y si bien en un primer momento corrió como la pólvora en los mentideros oficiales que Cultura ante el gesto de quédatela tú de los socialistas apuntaba a que pasaría a formar parte de Presidencia, terminó al final de las negociaciones de reparto de poder encajonada en Deportes, Políticas Sociales y Vivienda, que así escrito parece más un cajón desastre que un cajón de sastre.
¿Es una buena noticia para el mundo de la cultura que repita Delgado como hombre fuerte al frente del cargo?
Desde un punto de vista continuista y teniendo en cuenta el presupuesto que manejó en los últimos cuatro años y manejará los que se nos vienen encima, a mi juicio digamos que sí. Pese a sus contradicciones y meteduras de pata, pese a que los árboles le impidan ver en ocasiones el bosque, ya escribí en otro lugar que en el tiempo que lo llevamos conociendo como gestor de la cultura oficial en el archipiélago ha hecho cosas buenas.
Y entre esas buenas destaco que el nivel de productividad cultural no haya descendido radicalmente pese a la puta crisis que nos envenena y envejece el alma.
En el tiempo que lleva asumiendo las responsabilidades de Cultura, y en lo que ya podemos denominar como etapa-Delgado, se ha elaborado un Plan Estratégico para la Cultura que si bien necesita de un urgente reajuste, nadie discute su necesaria función para marcar una hoja de ruta con la que encarar la oscuridad que genera la ya mentada crisis.
También la puesta en marcha del todavía multimillonario programa Septenio, una iniciativa personal al parecer del mismísimo Rivero, y que se ha convertido en algo así como en la Lotería de Navidad para todos los que se esfuerzan en ser creativos a este lado del Atlántico.
En el reverso tenebroso de su gestión, destacaría la todavía contradictoria y en ocasiones favorecedora para unos política audiovisual canaria, aunque tengo la esperanza de que a partir de este nuevo curso, muchas de las opacidades y meteduras de pata que han caracterizado algunas de sus propuestas se despejen por el bien de una industria chiquita pero única en el panorama nacional.
Habrá que esperar, no obstante, para ver como arranca Delgado esta legislatura y estudiar con atención como distribuye un presupuesto que año tras año se reduce, lo que hace muy difícil el reparto de la tarta de las subvenciones: hoy más un pastelito que otra cosa.
Saludos, escobillón en mano, desde este lado del ordenador.