¿Sueños? ¿Sueños son?
Me parece raro.
Extraño.
En el tiempo que llevo como escribidor con aspiraciones a Baterbly recuerdo pocas notas enviadas por la Viceconsejería de Cultura en las que, entre otras cosas, se informara del coste de la actividad a la que se hacía referencia.
Me ha llamado por eso la atención que la enviada el pasado 11-11-2011 y con el título de La Orquesta de Timples de Canarias clausura su gira nacional en el Festival de Jazz de Madrid, se detallase el respaldo económico prestado por el Gobierno canario –60.000 euros– a través del programa Septenio a esta formación compuesta “por doce músicos emergentes procedentes de varias islas, bajo la dirección de Benito Cabrera.”
Escribo esto porque, curiosamente, tan solo un día antes, el 10 de noviembre, Cabrera anunciaba públicamente su negativa a que al Ejecutivo regional usase el villancico Una sobre el mismo mar para su tradicional campaña navideña, en señal de protesta por el recorte en los presupuestos que sufrirá la Viceconsejería de Cultura en 2012.
Y que tan solo tres días después –el domingo 13– Totoyo Millares publicara en varios periódicos de las islas su feroz ataque al timplista conejero desatando la de Dios.
Claro que son coincidencias. Curiosas coincidencias las que observo en este singular y amargo culebrón que podría llevar por título El efecto de los timplistas bajo los rayos gamma.
Sin embargo, y cueste o no reconocerlo, si ha sonado en la calle la reclamación del movimiento de los culturetas afectados ha sido precisamente por el gesto de Cabrera de negar que el Ejecutivo regional emplee el dichoso villancico para las tristes navidades que se nos avecinan, así como por la incendiaria misiva de Totoyo. El totoyazo como la definió acertadamente Alfonso González Jerez en una de sus columnas.
Tras unos días de calma tensa, y mientras los representantes de parte del sector cultural movilizado visitan a los distintos grupos del arco parlamentario canario con el fin de que el Gobierno que preside Paulino Rivero recapacite y no afeite al cero el presupuesto del área que gestiona Alberto Delgado, Benito Cabrera publica hoy una carta abierta en la que reflexiona sin demasiada chicha ni limoná sobre el vitriólico escrito de Totoyo Millares.
Con razón, Benito Cabrera escribe que el totoyazo desvía la atención “sobre lo verdaderamente importante en un momento difícil”.
Se refiere obviamente al tijeretazo.
Totoyazo, tijeretazo, recortazo…
Y aclara que “este año (no siempre lo hacen) me llamaron de una empresa de publicidad para autorizar el uso de mi villancico para la campaña institucional del Gobierno. Si no me hubiesen consultado, estaría sonando en diciembre por la tele y yo (que veo poca), igual ni me habría enterado. Pero me preguntaron. Y pensé “¿por qué les interesa una canción para hacer publicidad cuando han dejado casi a cero los presupuestos para cultura”? Y dije: “No”. Así de simple. Además, comenté en los medios que era un gesto personal, que no pretendía representar a nadie ni ir en contra de nadie. Sólo un gesto. Obviamente, si hubiera sabido (no soy profeta) que la deriva sería encender una chispa para ponernos a pelear entre nosotros, no lo habría hecho. No creo que nadie quiera ser noticia por polémicas.”
Cabrera se pregunta más adelante: “¿Hay que cambiar el modelo? Pues que se revise y mejore. ¿La solución para modificarlo es despojar de presupuestos a la cultura? No lo creo.”
Y añade: “El modelo lo han propuesto y lo han mantenido nuestros políticos. Además, nos olvidamos que en esta lacerante crisis nos han metido el desgobierno de los mandatarios y la falta de escrúpulos de un grupo de bancarios. Mientras, los ciudadanos de a pie, cual zombis salidos de la peli de Fresnadillo (igual se inspiró en la sociedad canaria), nos dedicamos a dar bandazos y a comernos entre nosotros.”
Y yo aclaro: no, Benito, pongo la mano en el fuego que Fresnadillo no se inspiró en la sociedad canaria para su peli. Escribo peli porque así lo escribes.
Y continúa su lamento: “Admiro y respeto el trabajo de Totoyo Millares y el de los 13.000 creadores (incluido usted, Sr. Millares) que han recibido ayudas del ejecutivo canario. Y más aún el de aquellos que, sin recibir lo que merecen, siguen en la brega.”
Y recuerda con justificada amargura: “Ya pedí –públicamente y por escrito– el Premio Canarias para Totoyo hace unos pocos años. Igual que pedí por escrito que se le concediera (al menos) la medalla de oro de Canarias a mi amigo y compañero José Antonio Ramos. Por cierto, no sé de dónde sale que yo estuve de jurado en la convocatoria en la que no se le dio el premio. Ese año estaba yo propuesto por el Círculo de Amistad XII de Enero como candidato, por lo que no podía formar parte de ese jurado.”
El resto de la carta abierta responde a los totoyazos con desgana. Sabe a carta escrita con frustración.
No percibo en ella rebeldía y sí un resignado vacío.
Benito Cabrera escribe y escribe mientras transmite, a mi juicio, algo así como “esto no se hace.”
Y al final pide que “no entremos en el juego del divide y vencerás.”
Conclusión como lector:
Me encojo de hombros.
Alea jacta est.
Y atención, pregunta, ¿cómo afectará el recortazo a Deportes?
Lean este artículo de Luis Padillla. (Danke a quien ya sabe…)
Saludos, está escrito, desde este lado del ordenador.