‘Silencio en la nieve’
La historia comienza el lunes pasado, 23 de enero, mientras hago cola para adquirir una entrada al cine. Como el ordenador se les ha estropeado los empleados de las salas invitan a los potenciales clientes a comprar sus localidades en el bar.
Tal y como lo leen.
La cola, como un bicho viviente y manteniendo un orden del que algún listillo se quiere aprovechar, se coloca frente al bar. Un bar de cine que cuenta con el inevitable aparato del que nacen las cotufas.
Como es lunes, las entradas no son numeradas porque es día del espectador. Cuando me dan el cartoncito me pregunto sin embargo si esto del día del espectador es un chiste porque el descuento es como si te tocara el premio gordo el día de los inocentes. Ridículo.
En fin, entramos en la sala donde apenas hay cuatro personas haciendo que piensan mientras esperan a que las luces se apaguen. Una de ellas lleva un paquetazo de cotufas.
Las luces desaparecen y la pantalla se enciende.
Veo Silencio en la nieve, de Gerardo Herrero. Se trata de una película que adapta la novela El tiempo de los emperadores extraños de Ignacio del Valle. La novela me gustó mucho el día en que la leí. Se trata de la segunda parte de la trilogía que hasta ahora del Valle ha dedicado a Arturo Andrade. Andrade apareció por primera vez en El arte de matar dragones y dio sus últimas señales de vida en Los demonios de Berlín.
El tiempo de los emperadores extraños es, a mi juicio, la mejor de las tres. La acción se desarrolla en el frente ruso, en 1943, en un destacamento de la División Azul donde se están produciendo unos extraños asesinatos en clave masónica.
La película de Herrero es una buena adaptación del material literario que le da vida. Solo resulta enojosamente sonrojante en su aspecto bélico por unos efectos especiales que parecen de guasa. El resto, ambientación, vehículos, uniformes y armamento convence al espectador más o menos iniciado en las aventuras y desventuras de este destacamento de hombres que abandonó las tierras de España en respuesta a la consigna de Rusia es culpable.
Me sorprende el espléndido reparto de secundarios porque todos me resultan convincentes. No me cuadra Juan Diego Botto haciendo de Andrade sin embargo, pero sí que encaja Carmelo Gómez como su peculiar doctor Watson.
La cinta, afortunadamente, bebe de la novela cuando presenta a los divisionarios. Con esto quiero decir que esa manía que tiene el cine español por enseñar como demonios de pelo engominado y fino bigotito a los que ganaron la Guerra Civil por una vez se muestran, y en concreto a los falangistas, como lo que tuvieron que ser: un puñado de jóvenes idealistas.
Y es que la mayoría de los camisas azules que se fueron a Rusia lo hicieron porque se creyeron realmente que Rusia era culpable. La motivación de otros tantos que participaron en la División fue porque luchando codo con codo al lado de las tropas del III Reich limpiarían de sospechas su pasado durante la Guerra Civil y, finalmente, los que eran militares porque pensaban atinadamente que su oficio, el de soldado, consistía en combatir y no en apagar incendios.
No sé que podría haber salido de Silencio en la nieve si hubiera caído en manos de otro cineasta. Un cineasta fogueado y con mano para contar este thriller con fondo bélico, pero el resultado final de la cinta no resulta decepcionante, lo que agradezco porque me hace pensar que no he tirado otro puñado de euros a la basura.
Silencio en la nieve es así la primera y arriesgada película que se aproxima de verdad al día día de este grupo de hombres de distinta procedencia y condición social en los arrabales de Leningrado.
Hay otras películas españolas que a su manera han tocado este mismo asunto, pero aún continúa siendo un filón muy poco explotado por el marciano cine español. Ese cine que tiene tanto miedo a ver su pasado sin trampas ideológicas.
Por ello, Silencio en la nieve es como una rareza. Un producto insólito que si bien no rinde justicia a los hombres y mujeres españoles que combatieron en una guerra en la que no se les había perdido nada, sí que mostrará a muchos como un grupo de españoles combatió al enemigo como mejor supo hacerlo.
Afortunadamente, hay una amplísima bibliografía en la que los recuerdos se mezclan con la historia sobre la División Azul.
A mi juicio, el mejor de todos esos libros continúa siendo el que escribió Tomás Salvador, también divisionario, con el título de División 250. No olvido la colosal y recomendable crónica que emprendió el periodista deportivo Fernando Vadillo en sus numerosos libros sobre esta misma División; ni el vibrante Embajador en el infierno. Memorias del capitán Palacios (Ocho años de cautiverio en Rusia) escrito por Torcuato Luca de Tena y también llevada al cine.
Destacaría además, aunque muchos la cuestionan, la entretenida y excesiva Berlín, a vida o muerte, de Miguel Ezquerra. Un libro que si bien no habla de la División Azul si que narra la presunta experiencia que su autor vivió como oficial de las SS en la capital alemana cercada por las tropas rusas en la primavera de 1945.
Hay muchos más libros sobre este tema.
En los últimos años han aparecido con carácter histórico varios volúmenes, entre ellos uno bastante desmitificador firmado por el novelista Jorge M. Reverte, que han tratado con mejor o peor objetividad y distancia el relato de una división que Ignacio del Valle tuvo la sagacidad de que le sirviera como telón de fondo para una atractiva novela negrocriminal. Novela de la que Silencio en la nieve bebe, pese a sus licencias, con conmovedora lealtad.
Saludos, otra víctima de la gripe, desde este lado del ordenador.
Enero 30th, 2012 at 20:06
leí los demonios de berlín y el tiempo de los emperadores extraños, transformada ésta en silencio en la nieve, película que vi anoche. Las novelas efectivas, entretenidas, la literatura buena, los personajes con fondo, Andrade un tipo inteligente, un superviviente. Me ha gustado la película, lógicamente la película y el libro, como siempre, son cosas distintas, he pasado un buen rato, aunque la inteligencia de Andrade en la novela no se aprecia en la película. En la peli Andrade es un tío correcto, coherente, en la novela un tipo inteligente, he ahí una de las diferencias.
Enero 30th, 2012 at 20:20
Interesante reflexión Pablo, aunque si hay un actor que me desentona en esta sin embargo entretenida película es Juan Diego Botto.
Enero 30th, 2012 at 20:50
a mí en cambio sí me gustó Juan Diego Botto, Eduardo, no me pareció que desentonara, aunque Andrade en la novela sea un personaje más rico, pero eso no es culpa del actor. En fin, esto es como todo, cada uno con sus apreciaciaciones.
Enero 30th, 2012 at 20:54
Me parece demasiado primavera para interpretar a Andrade… Pero será eso, una cuestión de apreciaciones. Un abrazo.