Esta oscura desbandada
La historia de un matrimonio de clase media venido a menos en el Madrid de las postguerra es uno de los ejes a través del cual gira Esta oscura desbandada, novela escrita por Juan Antonio de Zunzunegui, uno de esos escritores que han sido relegados al olvido por despiste o porque su literatura, además de conmover, resulta desoladora.
No es muy grato el paisaje físico y humano que describe de Zunzunegui de aquella España del hambre, la misma que todavía late pero de forma grotesca en programas tipo Sálvame, ni de los protagonistas de un relato que los expertos han encasillado en eso que llaman literatura realista.
Tiene Esa oscura desbandada algo de espíritu galdosiano pero cuenta también con mucho de espíritu unamuniano, sobre todo por su aguda reflexión sobre el sentimiento trágico de la vida. Leyendo ahora Esta oscura desbandada noto el espíritu amargo, y cierto miedo, confieso, a la hora de enfrentarme a sus páginas. Y no hay otra razón que la profunda desazón que me produce su lectura. Una enorme y resignada tristeza también.
Falangista de primera hora, Juan Antonio de Zunzunegui se fue distanciado de aquel discurso en los primeros años del régimen franquista, manteniendo una postura tremendamente individual y muy crítica con un régimen al que, según decía, “trata a los escritores como carreteros”.
Me pregunto qué pensaría de Zunzunegui, que falleció en la capital de España a finales de mayo de 1982, de cómo se ha transformado su oficio en estos años que vivimos y que hoy me resultan, paradójicamente, tan similares a los que describe en algunas de sus obras.
Tuve la suerte de encontrar Esta oscura desbandada hace algunas semanas en el Rastro de la capital tinerfeña, ese Rastro al que ahora se intenta poner en orden desde el Ayuntamiento y en cuyos anárquicos tenderetes a veces, solo a veces, me tropiezo con agradecidos descubrimientos. Joyas literarias que, como Esta oscura desbandada, operan una poderosa transformación interior. Un hechizo extraño y muy inquietante.
Entiendo además que Esta oscura desbandada podría ser un magnífico epitafio para este su blog, El Escobillón, bitácora que ha terminado por convertirse en algo así como una tumba en la que volcar sensaciones y recuerdos. Claro que la culpa de este melancólico estado espiritual se debe a la lectura de una novela que se me ha metido muy dentro y que no deja que le dé vueltas a la cabeza todas las mañanas y hasta que acaba el día.
Tiene Esta oscura desbandada la capacidad de introducirme en las entrañas de un barrio señorial herido de muerte como es el de Salamanca, seña de identidad de clases pudientes de un Madrid que no levanta cabeza tras finalizar la Guerra Civil, y un sentido del humor parco y muy vasco, no en vano Zunzunegui era oriundo de Portugalete, Vizcaya.
El caso es que escribo estas líneas porque más allá de escritores autorizados existe toda una legión de narradores –mejor olvidados que silenciados– que me hacen recuperar la fe en la tradición literaria de un país tan dolorosamente desengañado como es en el que vivo. Una literatura que saca ronchas a mi espíritu y en la que traduzco ese sentimiento trágico de la vida que nos acompaña cuando nada parece moverse.
Un libro, una novela en definitiva, recomendable para aquellos que aún resisten porque la existencia no deja de ser lo que es, un mal chiste porque sabemos su inevitable final.
Saludos, esta oscura melancolía, desde este lado del ordenador.