Noches sin sexo, un libro de Yanet Acosta
“Simón, el tendero, era del Movimiento y, quizás, había sido él mismo quien había acusado a su marido de espía. No obstante, nunca se había negado a que se llevara algunos productos con la promesa de que en una semana los pagaría. Prefería no pensar en quién había vendido a Juan, pero sabía que alguien del barrio lo había hecho. Juan había llegado con el comienzo del verano al pueblo. Como todos los años desde hacía cinco, él se quedaba un mes en casa y después regresaba a la Gran Manzana, como le gustaba decir.”
(El batido de chocolate, relato incluido en Noches sin sexo, Yanet Acosta, Adeshoras, 2014)
Yanet Acosta comenzó a masticar su primera novela en la Semana Negra de Gijón, idea que fue desarrollando en la guagua que la traía de regreso a Madrid mientras conversaba con Ernesto Mallo, un escritor argentino que no dejaba de darle ánimos para que asumiera el reto mientras el ruido del motor dejaba al resto de los pasajeros en una amable somnolencia que terminó cuando por fin se llegó a destino.
Una vez publicada la novela, El chef ha muerto, y trabajo que Acosta presentaría en una nueva edición de la snegragijonesa, algunos preguntamos con que nos iba a sorprender la escritora… Y fue poco el tiempo que discurrió para comprobarlo aunque hubo, confieso, esperanzas entre unos y otros aficionados para que recuperara a su peculiar detective privado Ven Cabreira, un personaje que casi es una parodia del ya mítico por legendario Pepe Carvalho, aunque Acosta –por naturaleza a la contra– apostó por continuar indagando en el género negro y criminal con un relato, No hay trabajo nuevo, dándole el protagonismo no a Cabreira sino a una empleada, Nieves, que por esas cosas de la ficción vive la aventura de su vida en una novela que la propia autora define como “un western urbano y erótico.”
Noches sin sexo es un inquietante volumen que combina cuentos con microrrelatos y en los que late un desenfreno atroz y en ocasiones una ingeniosa vuelta de tuerca, al modo de O’Henry, pero en un sentido más radical, y en el que palpita la voz de una autora que narra y describe situaciones extremas, muchas de ellas violentas, que no dejarán indiferente a nadie.
Se aprecia en varias de las historias de Noches sin sexo el empleo de una lírica violencia que pone la piel de gallina pero sus mejores relatos son aquellos donde esa violencia está soterrada, y solo se intuye para dejar un regusto amargo en el paladar del lector.
En cuanto a los microrrelatos, como saben algunos, y si no lo saben lo escribo para que lo sepan, no soy un entusiasta, aunque los que publica Acosta están escritos con el claro propósito de desconcertar. Y en este sentido sí que funcionan como pequeños artefactos que esconden, detrás de las palabras, cargas mortíferas que estallan literalmente entre las manos.
Sin embargo, donde encuentro a la escritora, a una creadora que ha sabido reprimir su entusiasmo por generar provocación y si puede encender la llama de la polémica, son en sus relatos cortos. Algunos de ellos con sobresaliente octanaje literario y emocional y en los que se mezcla una ciudad que hace tiempo abandonó su idea de alcanzar el cielo, Madrid, y otros que se desarrollan en la tierra que vio nacer a la escritora: Tenerife.
Yanet Acosta no busca ninguna reconciliación con estas geografías que son escenarios determinantes en esta producción, en todo caso resultan solo paisajes en los que se mueven historias protagonizadas por víctimas. Gente con miedo.
El miedo es un elemento fundamental en todos los relatos, incluso los micros, que se diseminan por este libro. Miedo no ya a la vida, que no va por ahí la cosa, sino a los demás. A sus reacciones e impulsos. Cuentos en los que hasta un taxista no es que dé miedo sino que da terror por grosero y acosador; y miedo por lo que pasa una mujer que en plena postguerra vende su cuerpo para que su esposo, represaliado y reducido a la condición de bebé, pueda tomar una taza de chocolate caliente.
Como ya sucediera en El chef ha muerto, la gastronomía, los sabores y el olor ocupan un importante espacio en algunos de los cuentos que presenta este libro. Un libro que pese a las tragedias de la vida vulgar no renuncia a una sutil ironía que refuerzan unas sencillas pero potentísimas ilustraciones a dos colores de Ariadna Acosta.
Se trata Noches sin sexo de un libro ejemplar por su capacidad no de acariciar sino arañar el alma del lector. De desarmarlo. Cuenta además con una notable capacidad para revivir miedos. Porque de miedo, ya digo, van estos relatos. Unos excelentes, casi redondos, y otros menos, pero historias en su conjunto que despiertan el coraje y la rabia que es esto de vivir.
Saludos, eso, eso es todo amigos, desde este lado del ordenador.
Mayo 19th, 2014 at 11:38
[...] la crítica completa en El Escobillón. Comparte en:TwitterFacebookTumblrLinkedInPinterestCorreo electrónicoGoogleMe gusta:Me gusta [...]
Mayo 28th, 2014 at 16:12
Otro título que me apunto.
Diciembre 16th, 2014 at 10:47
[...] ello contaremos con la presentación del periodista y crítico literario Eduardo García Rojas, quien ha recordado que: Como ya sucediera en El chef ha muerto, la gastronomía, los sabores y [...]