Cinco personajes en busca de redención
Crónicas del desencanto.- Dirección: Daniel León Lacave / Guión: Daniel León Lacave, Borja Texeira, Lamberto Guerra / Fotografía: Pablo G. Gallego, Mario Blanco / Intérpretes: Cathy Pulido, Lamberto Guerra, Penélope Acín, Borja Texeira, Fátima Luzardo, Leonor Cifuentes, Abraham Santacruz, Tamara Déniz, Víctor León y José Antonio González.
Daniel León Lacave es uno de los cineastas más inquietos y audaces, por constante, que trabaja en esta región desestructurada que llamamos Canarias. Su cine, porque ya cuenta con una filmografía generosa con todos sus aciertos y desaciertos se caracteriza por una mirada muy personal que pone al servicio de la historia, historias que hasta Crónicas del desencanto, su primer largometraje, podíamos entender como relatos cortos y medianos en los que subyace en ocasiones una vena de ironía que, a nuestro juicio, debería de explotar más esta especie de hombre orquesta del cine que se rueda por esta tierras.
Si siguen con atención su recomendable bitácora Algo que se parece a cine, Lacave es, precisamente, un personaje de cine. Cansado y harto de estamparse contra el muro de los que dirigen hasta el día de hoy con fantástico estrabismo la política audiovisual en Canarias, el cineasta se sumó a la corriente del denominado cine leve que no es otra cosa, entiendo, que la de fabricar películas muy profesionales pero con presupuestos que rayan el coste cero. Al límite, ya saben, de la indigencia.
Sin embargo, no es ésta una buena razón para relegar el conjunto de su obra al cajón de los cineastas aficionados ya que posee una filmografía compacta y objetivamente personal que gira sobre unas mismas constantes. Es decir, que no le resta interés la escasez de recursos con las que pone en pie sus producciones ya que su cine es un cine que se adapta a estas circunstancias.
Y ese entusiasmo lo asume con rigor, tanto que a veces se traduce en sus películas. Películas que se suceden unas a otras porque apenas respira entre un rodaje y otro lo que lastra, a veces, unos cortos y ahora un largo que en ocasiones parecen ejercicios leves pero en otras relatos intimistas, muy humanos, que le otorga a Lacave una denominación de origen dentro de esa filmografía tan cacareada que se intenta articular en Canarias.
Como ya se ha dicho, Crónicas del desencanto es su primer largometraje. Un largometraje insiste Lacave en calificar como leve y que está dedicado a sus actores, todos ellos habituales en otros trabajos de su director.
El filme cuenta la historia de cinco personajes no en busca de autor sino de la redención y se apoya en ellos, gente de la calle que se reúne para someterse a una terapia de grupo que dirige un profesional que también arrastra, aunque reprime, sus frustraciones lo que lo vincula al resto de los cuatro protagonistas porque Crónicas del desencanto es una película de y sobre personajes que, afortunadamente, se preocupa más por mostrar emociones que por destripar sus costuras psicológicas.
Y la cosa funciona. Y funciona incluso cuando parece que la historia se escora al melodrama aunque la película recupera el tono gracias al comedido trabajo de sus actores, todos ellos convincentes: Borja Texeira interpreta a un tipo con la cadena de la culpa alrededor del cuello (metafóricamente), casi un masoquista que encuentra en esa reunión de tarados (con perdón) el otro lado de la moneda en el personaje que protagoniza Cathy Pulido, una chica de barrio exaltada y mal hablada que no encuentra su lugar en el mundo. Y Penélope Acín, una enfermera con vocación de madre Teresa de Calcuta y Fátima Luzardo, una madre que por las convicciones religiosas de su esposo se responsabiliza pero no asume la muerte de su hijo. Escucha sus historias de desamparo el terapeuta, papel que interpreta Lamberto Guerra.
Al tratarse, como se observa, de una película de actores, el filme de Lacave podría entenderse como un cálido homenaje a todos estos actores que han trabajado con el cineasta. Y todos ellos, sus actores, lo hacen, la verdad, que muy bien. Cada uno explota emocionalmente las trabas de sus personajes sin demasiados histerismos y esto los hace creíbles por cercanos. Éste y no otro es uno de los rasgos más destacables de una película que solo se hace, a nuestro juicio, un poco larga en su media hora final, cuando se intenta cerrar el círculo que se propone metafóricamente en el primer plano con el que se inicia el filme: una sala con cinco sillas en las que van apareciendo los personajes, y un plano final que muestra esa misma sala y esas mismas sillas solo que ahora vacías, como si todos ellos, los cinco, hubieran vencido finalmente a sus fantasmas aunque probablemente quede en alguno severas secuelas.
Daniel León Lacave cuenta estas historias con agilidad y pese a la economía de medios los forzados recortes apenas se traducen en pantalla. Sigue, y el espectador sigue con él, esas cinco tragedias de la vida vulgar como diría Wenceslao Fernández Flores no con ojo clínico pero sí una discreta y en ocasiones hasta documental distancia que pone de manifiesto la madurez con la que está narrada esta película. Una historia modesta pero arriesgada en sus ambiciones que lo aleja de otros trabajos que realizan otros compañeros en los territorios del cine con y sin subvenciones en Canarias.
No es raro, visto el resultado de Crónicas del desencanto, preguntarse hasta dónde podría llegar el director y sus películas con un presupuesto respetable. Tiene una mirada que no descansa pese a las limitaciones económicas porque le gusta rodar al precio que sea. De ahí, quizá, que Daniel León Lacave se haya convertido en el cineasta más leve de los leves aunque no sea la levedad, precisamente, el mensaje que transmite en muchos de sus filmes. Y Crónicas del desencanto es uno de ellos.
Es inevitable por ello subrayar como una virtud la modestia e incluso la pudorosa humildad que alimenta este largometraje. Un largometraje que conmueve y que logra que el espectador se identifique con cada uno de sus personajes. Contribuye a ello, resaltamos de nuevo, un trabajo actoral que es de lo más a atractivo de una película que fue concebida con ese fin. Ya lo anuncia el mismo Lacave en los títulos de crédito: “A mis actores”. Y ese respeto y esa complicidad se reflejan en la pantalla.
La fuerza de Crónicas del desencanto reside así en que se trata de una película que se toma muy en serio el trabajo de sus actores. Y eso que el largometraje no es, en contra de lo que diga alguno, teatro filmado. Hay variedad de escenarios no solo cerrados sino en espacios abiertos y su factura es elegante lo que hace que sumado a sus pretensiones, ninguna de ellas estéticas sino actorales, resulte como una isla dentro de ese cine que también es una isla y que quiere ser pretendidamente canario.
Lacave cuenta una historia y la cuenta con las escasas herramientas que tiene a su alcance con desconcertante convicción y sin renunciar a un estilo que, entiendo, define la filmografía de un cineasta que se ha fogueado en el cortometraje y que se ha acostumbrado a mover en producciones de costes muy bajos.
Uno concluye tras ver su primera y espero que no última incursión en los territorios del largometraje que es un cineasta que se ha ganado a pulso el sello de autor. Una etiqueta que me produce escalofríos pero que sí encuentro en un director que cuenta con estilo y una mirada propia. Esa firma que hace que sus películas resulten cien por cien de Daniel León Lacave.
NOTA: El Escobillón.com agradece la generosidad de Daniel León Lacave de hacer posible el visionado de Crónicas del desencanto.
Saludos, sin desencanto, desde este lado del ordenador.
Octubre 15th, 2014 at 20:29
Increíble que no haya ningún comentario en esta entrada. Definitivamente, esto ya no es lo que era.
Octubre 16th, 2014 at 9:15
Bueno, desde este lado queremos entender que es un buen síntoma… ya sabe, haga usted el amor y no la guerra. Un abrazo y gracias por su “preocupación”.