“Los canarios, lentos como zombies…”
“Bernal se vería contrariado en esto, así como en muchos otros asuntos más adelante, por haber olvidado la lenta y pausada forma de actuar de los isleños. Para un peninsular, más activo, los canarios, lentos como zombies, resultaban –según su propia expresión– aplatanados, como si el clima suave y apacible de las islas hiciera que Europa, con su constante ajetreo, pareciera tan remota como la luna. Bernal acabó aprendiendo que zaherirles no servía de nada: se volvían adustos. Así que había que adaptarse a su ritmo que, aunque lento, era firme y constante.
¿Habrían sido siempre así?, se preguntaba Bernal. Después de todo, los guanches de Tenerife y los aborígenes de Gran Canaria habían atacado a los primeros descubridores europeos y a los primeros colonos con gran fiereza y belicosidad. Sus descendientes, sin embargo, evidentemente mezclados, parecían apáticos. ¿Sería la célebre modorra? ¿O sólo el resultado de siglos de explotación exterior con esa lamentable economía de monocultivos, florecientes sólo durante un breve espacio de tiempo, en la que ellos aportaban naturalmente la fuerza laboral? Primero fue el comercio vinícola, luego la recolección de orchilla por su tinte púrpura; posteriormente, el tabaco, y después plátanos, tomates y otras hortalizas para las mesas europeas. Y últimamente, la industria turística. La porción del león de los beneficios había ido siempre a parar a manos extranjeras, mientras que los nativos de las islas seguían tan pobres como siempre. En el terreno cultural, las islas nunca habían dado muchas muestras de florecimiento en ningún arte. Su escritor más famoso, Benito Pérez Galdós, sólo había sido otro buen producto de exportación de gran éxito. Lo que caracterizaba a aquellas gentes complacientes y amables era su inmensa indiferencia ante las continuas llegadas y partidas de los extranjeros que manifestaban los más inexplicables caprichos, que los isleños satisfacían impasibles, sin emitir juicios.
Bernal encendió un Káiser y, con tales reflexiones, procuró calmar su impaciencia en la antesala del despacho del director del banco.”
(Puerto de la Luz. Una aventura del comisario Bernal en las Islas Canarias, David Serafín, pseudónimo del escritor británico Ian Michael. Traducción: Ángela Pérez y J. M. Álvarez, colección: Narrativa 80, Grijalbo, 1987)
Diciembre 12th, 2015 at 14:47
Magnífico.
Diciembre 12th, 2015 at 23:05
Las cosas de Bernal.