Pero… ¿hubo hombres libres de Jones?
En el desolado y estéril paronama de la cartelera destaca una película que sin ser cine espectacular, sí que contribuye a afianzar los cimientos que te han construido como persona.
Lo destacable de Los hombres libres de Jones es lo que cuenta, la visión sobre una Guerra Civil y la guerra silenciosa por la liberación de los esclavos en una nación –lo de gran que lo ponga el que quiera– que aún continúa cuestionándose sus defectos heredados con razonable espíritu crítico.
Los hombres libres de Jones se desarrolla durante y ya finalizada la Guerra de Secesión, y es el relato de Newton Knight (Matthew McConaughey), un desertor del ejército confederado que lidera a un grupo de iguales en el Condado de Jones, y con los que iniciará un alzamiento armado que se convierte en otra guerra civil, pequeña, pero guerra civil en plena Guerra de Sececión.
Al director Gary Ross, responsable de las estimables Los juegos del hambre y Pleasantville, se le pueden reprochar muchas cosas pero no una mirada coherente y meridianamente distanciada sobre las historias que cuenta, relatos que coinciden en un mismo tema: la rebelión.
En Los hombres libres de Jones la que emprende un grupo de perdedores que no terminan de estar de acuerdo en considerar a los negros como iguales, pese a que forme parte del ideario de quien los conduce, Newton Knight, una especie de protocomunista al que pronto la realidad le joderá la existencia.
Es inevitable pensar en retratos de grandes rebeldes como Espartaco, William Wallace o el Benjamin Martin de El patriota, estos dos últimos interpretados por el mismo actor, Mel Gibson, pero no solo aquí se queda Los hombres libres de Jones aunque el destino de su protagonista sea el mismo de Espartaco y William Wallace: la derrota.
La derrota en Los hombres libres de Jones no tiene, sin embargo, nada de épica, aunque no es una derrota estéril.
La segunda mitad de largometraje incide en ello, aunque muy por encima, al mostrar la ejecución silenciosa de miles de afroamericanos en los estados del sur al finalizar la Guerra de Secesión, y la aparición del Ku Klux Klan, escuadrones de la muerte cuyos miembros votaban al partido Demócrata.
La película solo tiene un problema. Y ese problema, para quien lo quiera ver así, es Matthew McConaughey, quien eclipsa al resto del reparto. Imprime carácter al personaje, un guía iluminado pero con los pies firmes en la tierra.
Terminé yendo a verla en una de esas multisalas con olor a cotufas y que te obligan a que te compres un refresco a primeras horas de la tarde en una sala con espectadores que sabían lo que iban a ver.
Así que no percibí el masticar añorado del vecino de butaca, ni las pantallas iluminadas de los móviles cincuenta minutos después de comenzada la película. Incluso hubo gente que se quedó hasta el final de lo títulos de créditos, esa costumbre que solo se da en las salas serias y con un público, quiero pensar, agradecido.
Fue una tarde de cine, esas mismas que disfrutaste hace ya no sé cuánto y en las que te preguntas cosas tan profundas como pero… ¿hubo hombres libres de Jones?
Saludos, hay que ver, desde este lado del ordenador.