“Los Estados Unidos quisieron penetrar en la América española a través de Canarias”

Manuel Hernández González es profesor titular de Historia de América de la Universidad de La Laguna, así como doctor en Historia y miembro de la Academias Nacionales de la Historia de Venezuela y de la República Dominicana. Ha publicado más de un centenar de libros, el último de los cuales lleva por título Estados Unidos y Canarias: Comercio e Ilustración. Una mirada atlántica (Ediciones Idea), trabajo en el que desentraña algunas de las claves económicas y culturales que vincularon a la por aquel entonces joven nación norteamericana con el archipiélago.

En estos momentos, Manuel Hernández está trabajando en un estudio sobre una familia, los Gálvez, “como linaje de poder indiano”, y en el que abordará su auge y decadencia como élite dirigente de la América española, destaca.

- Las relaciones entre Canarias y EE.UU. ha sido un tema poco tratado por los historiadores canarios, ¿por qué cree que ha sido así?

“Por haberse insistido mucho más en Inglaterra por la importancia decisiva de ese país en el siglo XVII y en la etapa del puertofranquismo, descuidándose el siglo XVIII y primeras décadas del XIX.”

- ¿Cuándo inicia este trabajo, qué fue lo que más le llamó la atención?

“La reconversión del vino malvasía hacia el vidueño, que llevó a descepar muchos viñedos de las zonas medias y bajas para dar paso al cultivo del vidueño. Desde 1730 prácticamente no se exportaba malvasía a Inglaterra, mientras que cada vez se exportaba menos aguardiente de uva al mundo caribeño como consecuencia del agua del de caña, por lo que se hizo necesario buscar un nuevo mercado para nuestros caldos, y ese era el de las Trece Colonias de América del Norte, que por las actas de navegación británicas estaba reservado desde 1670 a las islas portuguesas de África. Pero para eso hubo que, progresivamente, sustituir las uvas blancas, mayoritarias en zonas como Acentejo Tacoronte o la Isla Baja por listán negro o negra moll, pero eso no fue de la noche a la mañana, por lo que se introdujo vino tinto de Valencia o Cataluña para mezclarlo con el blanco para los consumidores norteamericanos que apreciaban el tinto.”

- Pero, ¿qué elementos destacaría en esas relaciones durante el periodo que abarca su estudio?

“Que fue una relación que beneficiaba por igual desde el punto económico a norteamericanos y canarios, por un lado porque a los primeros les ofrecía un caldo mucho más barato que el de Madeira y le permitía dar salida a sus producciones de cereales, barcos y madera de roble de Virginia para los barriles, y a los canarios dar salida a sus vinos e introducir a finales del XVIII la barrilla y desde los 30 del XIX la cochinilla. El gran problema era el comercio de vuelta desde Norteamérica porque Estados Unidos antes y después de la independencia era un país rural y pesquero. El bacalao no tenía salida sino en cantidades muy limitadas porque los canarios tenían acceso al banco canario-sahariano, que le abastecía de pescado salado a precios muy económicos a través de la flota insular y los cereales solo era rentable enviarlos en épocas de malas cosechas. El tabaco asimismo tenía un gran competidor en el cubano. Por eso hubo que buscar alternativas como aconteció en el último tercio del siglo XVIII como el conducir las harinas norteamericanas como canarias para su exportación a Cuba. Pero a largo plazo ese fue su hándicap, y el que hizo que decayera a medida que avanzaba el XIX, especialmente en la década de 1850 con los parásitos del oidium y el mildium que repercutieron en la salud de nuestros viñedos.”

- ¿Por qué decide abordar este trabajo desde una perspectiva atlántica?

“Porque sin ello sería absurdo entender esa relación, primero porque había que vender nuestros caldos como falso Madeira y reconvertir nuestros vinos siguiendo las experiencias de esa isla. Madeira y Canarias estaban obligados a entenderse aun siendo competidores porque los dos archipiélagos tenían el mismo problema del tornaviaje. Canarias ofrecía unos caldos a mitad de precio, pero ambos necesitaban llevar llenos los barcos que se conducían desde Estados Unidos para hacer rentable el comercio. Por eso se hacía escala en Madeira. Por otro lado porque los Estados Unidos estaban interesados en penetrar en el mercado de la América española y era factible a través del renglón más débil de su comercio que eran las Canarias. Al tiempo que las casas de comercio canaria establecían redes en Cuba o Venezuela, como se puede apreciar en los Barry, que invierten incluso en el tráfico de esclavos y haciendas en la isla de Trinidad, se abrían hacia Estados Unidos y lo mismo los comerciantes norteamericanos como Francisco Caballero Sarmiento y sus cuñados los Craig y Oliver, que luego de establecer casas de comercio en Canarias llegan gracias al comercio de neutrales a controlar más del comercio de Venezuela. No es casual que una hija de Sarmiento enlace con Nicholas Biddle, director del Segundo Banco de Estados Unidos, la reserva federal de esa época.”

- ¿Hasta que punto esa atlanticidad define los trabajos de Manuel Hernández como historiador?

“Canarias desde su conquista y colonización está integrada en un universo atlántico, es la excepción al monopolio comercial sevillano gaditano. La emigración marca su trayectoria histórica también. La necesidad de buscar nuevos mercados y su papel de puente e intermediario entre Europa y América ha condicionado su vida, su economía  sus rasgos culturales. Desde esa perspectiva siempre me ha interesado comprender las interrelaciones existentes en ese mundo atlántico, sin las que no se puede entender la historia de los intercambios de toda índole entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Esas interconexiones en los ámbitos sociales, culturales, económicos e ideológicos han sido mi campo de estudio.”

- ¿Y qué huellas pudo dejar estas relaciones canarias y estadounidenses en ambas orillas?

“Desde el punto de vista económico abrió nuevos mercados para Estados Unidos y Canarias en una época crucial de su historia. En el terreno cultural e ideológico favoreció un clima de mayor pragmatismo y heterodoxia, que se expandió en ambos territorios para entender mejor sus imbricaciones en el mundo atlántico.”

- Además de vino vidueño y la cochinilla, ¿qué otro comercio se desarrolla entre norteamericanos y canarios?

“Anecdóticamente camellos y cerdos negros porque se trataba de introducir esos animales como también aconteció en la América española. Desde Estados Unidos harinas de trigo y millo, barcos que después eran nacionalizados como construidos en las islas, madera de roble para la fabricación de barriles y cantidades limitadas de tabaco rubio, arroz, todo el arroz que se consumía aquí procedía de Norteamérica y bacalao.”

- ¿Y qué personajes resultan claves para este desarrollo?

“El libro tiene dos partes claramente delimitadas, una comercial, en la que destacan personajes como el portugués Francisco Caballero Sarmiento, el Marqués del Sauzal, los Pasley, los Lugo Viña, los Barry, toda una serie de familias mercantiles que tratan de potenciar ese comercio. La segunda parte hace referencia al terreno ideológico, marcado por el auge de la ilustración, la masonería y el liberalismo. Ahí destacan personajes canarios que estuvieron en los Estados Unidos y que influyeron en su obra e ideas en ese país, en el liberalismo hispano y en la América Española. Nos referimos a Antonio José Ruiz de Padrón, Eduardo  Barry, Miguel Cabral de Noroña y Diego Correa entre otros.”

- ¿Se refleja estas relaciones en la literatura norteamericana de la época?

“Además de en personajes que eran grandes amantes de nuestros caldos como Thomas Jefferson, en la literatura tenemos los casos de la autobiografía del juez de Salem, Hawtorne, de su nieto el novelista Nathaniel Hawtorne, autor de La Letra Escarlata y de Herman Melville, a quien le debemos ese gran clásico de la literatura universal que es Moby Dick, que mencionan al vino canario en algunas de sus obras.

Una cuestión de vinos

El comercio del vino fue el motor que animó las por aquel entonces escasas relaciones entre canarios y norteamericanos. El historiador Manuel Hernández González señala un año, 1730, como clave en estas sinergias porque es entonces cuan do comienza a introducirse de forma significativa “nuestros vidueños como falsos madeiras” en los territorios de la por aquel entonces joven nación. No obstante, recuerda el historiador, antes hubo comercio entre americanos y canarios pero más ocasional, destaca. A medida que se van estrechando los lazos comerciales, aparecen como protagonistas de estas relaciones comerciantes y hacendados como los Pasley o el Marqués del Sauzal y tras la  independencia de las Trece Colonias, que los caldos canarios se vendan ya en esas tierras como “vinos canarios legalmente.” Manuel Hernández explica que el tráfico se intensificó entre 1796 y 1814 gracias al bloqueo continental napoleónico de los puertos ingleses, lo que hace que Canarias se convierta en un gran centro de intermediación y se vendan más vinos canarios, vinos que se transportan en barcos norteamericanos. “Con la derrota de Napoleón y la paz, surge de nuevo la crisis, aunque el comercio de los caldos canarios con los Estados Unidos se mantiene hasta 1851”, concluye.

Saludos, ¡hermanos y hermanas!, desde este lado del ordenador.

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