Con el mono
Si obviamos la desafortunada versión de Tim Burton de El planeta de los simios, la nueva puesta al día que han hecho sobre las cinco películas que se rodaron a finales de los años sesenta y setenta tienen su gracia. Gracia para el iniciado en el universo cinematográfico de los monos como para el profano en estas naderías.
Tres películas, de momento, se han rodado explotando este filón: El origen del planeta de los simios (Rupert Wyatt, 2011), El amanecer del planeta de los simios (Matt Reeves, 2014) y ahora La guerra del planeta de los simios (Matt Reeves, 2017) que coinciden en su discurso simiesco: ellos son los absolutos protagonistas del invento. Tras la trágica ironía final con la que concluía El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968) y la apocalíptica con la que se cerraba Regreso al planeta de los simios (Ted Post, 1970), chimpancés, orangutanes y gorilas tomaron al asalto la serie y desde entonces no admite humanos como protagonistas.
Esto se comprueba en estas tres nuevas películas sobre la revolución simiesca, y fuente que inspiró en su día la que sigue siendo, junto con la original, mejor película de la serie, La rebelión de los simios (J. Lee Thompson, 1972) que en su día –dicen– se identificó con las revueltas de la comunidad afroamericana a principios de los setenta… Así lo esucho en un documental sobre las cinco primeras películas. Películas que establecieron un sistema de castas inspirado en la excelente novela de Pierre Boullé y en el que los chimpancés hacen de intelectuales, los orangutanes de sabios y científicos, guardianes de la fe, y los gorilas en el brazo armado de la sociedad simiesca: el ejército.
Curiosamente, esta lectura por castas no existe en las tres nuevas películas, donde todos los simios se llevan relativamente bien aunque siempre aparece uno revirado.
La guerra del planeta de los simios comienza como un western de invierno en el que el protagonista, César, el caudillo de los monos rebeldes, reclama venganza tras el asesinato de su mujer y el mayor de sus hijos. La escena sirve, además, para presentar al villano, un tipo a lo coronel Kurtz que interpreta con mirada de loco Woody Harrelson, que es un tipo al que se le da muy bien poner así los ojos.
En la película, el hijo pequeño sobrevive y se llama Cornelius, un guiño para los aficionados al universo simio como más tarde lo será la aparición de una niña humana a la que los propios monos llaman Nova.
Pero la película no remonta y progresivamente va perdiendo interés pese a que el espectador esté del lado de los monos.
Ya no convencen las referencias a las anteriores películas de la serie, como que los humanos chiflados pertenezcan al clan Alfa y Omega (otro guiño) como tampoco sus a ratos espectaculares efectos digitales, en especial los que recrean a la familia de monos…
Habrá, de todas formas orangutanes que sacarán lecturas y lecturas políticas. Y gorilas a los que sencillamente les gustará porque se han divertido y la película parece cosa seria… Los chimpancés, como siempre, irán a su bola. Y habrá muchos que la defiendan y otros que se encojan de hombros porque hay que estar con los monos.
A los humanos que les dén… Ya no son tiempos de ¡Quítame tus apestosas patas de encima, maldito simio asqueroso!
Si Taylor, Charlton Heston, levantara la cabeza…
Saludos, ya nada es como era, desde este lado del ordenador.
Julio 21st, 2017 at 12:40
A mi en general me gustó. Quizás fuera demasiado larga. Lo que me causó cierto rechazo fue la lectura pro religiosa que tuve que obviar para poder disfrutarla.
César los saca de la esclavitud, les lleva a la tierra prometida y muere justo al llegar.
Sólo le faltó sacar dos tablas con mandamientos.
Julio 21st, 2017 at 20:07
Estos simios ya no son lo que fueron….
Julio 21st, 2017 at 20:13
Y Daniel, felicidades por ese nuevo premio.
Julio 21st, 2017 at 20:32
Muchas gracias Eduardo