‘Del amor y otras necesidades’, una película de Josep Vilageliú
Josep Vilageliú es un cineasta que rueda con el empuje y el entusiasmo de un guerrero espartano aunque no creo que hubiera encajado en aquella sociedad estoica y militar porque es de carácter más ateniense, como quien ahora escribe estas líneas, aunque en vez de perder el tiempo (o ganarlo, según se vea) divagando sobre la antigua Grecia lo que hace es rodar películas.
Películas que cuentan con un acento propio y que suma constantes y evoluciona con el paso de los años. No creo, por otro lado, que haya a este lado del Atlántico un cineasta que cuente con una obra cinematográfica tan abundante cuyos orígenes hay que rastrear en los años 70 y que continuó sin apenas descanso en los 80, 90 y lo que vamos de siglo XXI.
Si se conocen estos trabajos, que cubren un arco cronológico con sus tendencias y propuestas, se puede detectar la evolución de una obra que tiene mirada propia, una firma, que su visión como cineasta es muy personal e intransferible.
Del amor y otras necesidades es una película, como otras tantas del director, con un rodaje accidentado ya que una parte se grabó hace dos años. Se trata, además, del tercer título que estrena en 2017 tras Al borde del agua y Dueto, cinta esta última con la que mantiene más de un punto de contacto aunque en Del amor y otras necesidades la reflexión sobre la pareja se hace desde otra perspectiva y con desconcertante espíritu irreverente.
Se indaga, además, en otros temas como el peso de una soledad mal asumida, y la posibilidad de una relación. Una relación que dura una noche y en la que uno de los personajes intentará tranquilizar sus demonios interiores mientras el otro obtener un satisfactorio rendimiento económico y profesional.
La película presenta a una escort de alto standing contratada por un hombre maduro. Lo que se cuenta transcurre como se ha dicho durante la noche y en prácticamente un solo un escenario, el jardín de la casa en la que reside el protagonista masculino.
Resulta interesante observar cómo las últimas tres películas del cineasta se desarrollan en espacios acotados y en ocasiones, como en Dueto y ahora en Del amor y otras necesidades, bajo una estructura cuasi teatral que encaja en el espacio cinematográfico que propone el director.
Película de actores, porque todo el cine de Josep Vilageliú se apoya fundamentalmente en los actores, resulta muy llamativo observar cómo los personajes van cambiando papeles a medida que avanza la acción.
Si en la primera parte el hombre maduro y un poco vuelta de todo es quien domina la narración a medida que ésta se desarrolla se intercambian los protagonismos y es ella, la escort, quien asume el dominio del juego (¿qué seducción no lo es?), en especial cuando los personajes parecen desnudar sus sentimientos en ocasiones mirando directamente a cámara y por lo tanto al espectador, para revelar una vida cotidiana que necesita de emociones y riesgo.
Me ha hecho reír, sí, reír, Del amor y otras necesidades pero también me ha hecho llorar, sí, llorar, un mediometraje en el que sus protagonistas juegan con cartas que, finalmente, resultan que están marcadas.
El hombre paga por recrear una fantasía que representa con oficio una ¿profesional? La idea no la redondea, sin embargo, el final de la película ya que quiere funcionar como un guiño aunque no resta interés a un trabajo que, como otros de Josep Vilageliú, más que contar una historia disemina fragmentos de varias historias para que sea el espectador quien los recomponga a modo de rompecabezas.
Los actores contribuyen a robustecer un trabajo que, afortunadamente, nunca se define. Enzo Scala y Bibiana Rodríguez están muy bien y hacen creíble esa relación. Operan como las piezas de un engranaje que mueve un discurso que inquieta y hace reír, y que se sigue con desarmante entusiasmo porque los cambios de tono y el trasvase de un género a otro no chirría ni pierde el sentido final de la película.
Contribuye a reforzar esta sensación la música, que compone e interpreta Javier Marrero Acosta, fundamental para entrar en esta fábula que como toda fábula tiene moraleja. Josep Vilageliú la visualiza con el guiño de los faros de un coche que rompen la quietud de la noche.
Del amor y otras necesidades transcurre prácticamente en un solo escenario, el jardín de la casa, jardín que es el tercer personaje de la película porque a medida que avanza se transforma al representar los estados de ánimos de ese hombre y esa mujer que se necesitan por razones muy diferentes.
Hombre y mujer que crecen y decrecen en un magnético y chispeante juego de falsa seducción en el que amado se convierte en amante y el amante en amado.
Esto hace concluir que más que Del amor y otras necesidades quizá hubiera sido más correcto titularla Del amor y sus necesidades, pero son cosas nuestras, de espectador que comienza a sentirse un poco como el personaje que interpreta Enzo Scala.
Saludos, ¡¡¡NO AL CIERRE DEL TEATRO TIMANFAYA!!!, desde este lado del ordenador.