Y tú serás el río, una novela de Cecilia Domínguez Luis
Cecilia Domínguez Luis presentó en la XXX Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife una nueva novela, Y tú serás el río (Diego Pun Ediciones, 2018) que podría considerarse como la primera parte de Mientras maduran las naranjas, título en el que la escritora y Premio Canarias de Literatura dio su visión sobre la Guerra Civil en Canarias, en concreto en la villa de La Orotava, en el que quizá sea uno de sus relatos más emocionales por sentido así como libro en el que su localidad natal vuelve a tomar especial protagonismo.
La Orotava forma parte también del escenario en el que se desarrolla Y tú serás el río aunque el arco temporal abarca desde principios del siglo XX a la primavera de 1935, lo que permite a la autora repasar algunos de los momentos que han pasado a la Historia del Archipiélago como la visita de Alfonso XIII a la isla de Tenerife, entre otros.
La novela pretende dar consistencia a un díptico literario que hasta la fecha ha sido ninguneado por la mayoría de los escritores canarios o residentes en las islas como fue el antes, el durante y el después inmediato de la Guerra Civil en estos siete peñascos. La Orotava funciona así como reflejo de lo que se desarrolló en el resto de las islas durante aquellos años en los que los vientos de la ira sacudieron la superficie de España, y centra su atención en la madre y uno de los tíos de la protagonista de Mientras maduran las naranjas.
La novela está dividida así en dos partes. La primera da voz a Julia, quien cuenta en primera persona lo que observa desde su infancia hasta su madurez. La segunda, son las cartas que Ernesto, su hermano, envía a su novia Maruja que vive en Gran Canaria, a quien le narra sus experiencias en la guerra de Marruecos, su deserción y regreso a la isla, el exilio a Cuba y su posterior vuelta a casa, a la isla y a esa La Orotava sumida en el atraso por culpa de los inamovibles poderes fácticos (iglesia y caciques) pese a que la llegada de la II República anuncie que se van a transformar las cosas. Si no todas, las suficientes para que los desfavorecidos, los parias de la tierra, mejoren sus depauperadas condiciones de vida.
La novela se lee con hambre. Así que se devora con bastante rapidez mientras asistimos a la resistencia física y espiritual de una familia de clase media con ideas progresistas en circunstancias tan dramáticas. De paso, y como se explica en la contraportada, se dan señales para comprender el carácter de Sara, la protagonista de Mientras maduran las naranjas.
Cecilia Domínguez Luis reconstruye con convicción, aunque la fuerza del relato esté por encima de la historia, una novela sobre una familia agredida por los golpes de la vida.
Este díptico literario, que bien podría entenderse como un Episodio Nacional sobre la primera mitad del siglo XX en Canarias, no cae afortunadamente en excesivos maniqueísmos pese a que haya ocasiones en la que la escritora se deja arrastrar por el afán de hacer justicia a toro pasado. Con ese ánimo, en la novela desaparecen entonces los grises y el blanco y negro se hace dueño y señor de las páginas.
Por fortuna, estos momentos de arrebato son lo de menos en una novela que conmueve a ratos, sobre todo cuando incide en un retrato familiar en el que el lector encontrará ecos de situaciones más o menos semejantes a las que vivieron las familias derrotadas, las que perdieron una Guerra que no tuvo nada de Civil y que dividió a una España enloquecida que, llegado el momento, recurrió a la fuerza de las armas y no del diálogo y la sensatez para arreglar lo que ya parecían insalvables diferencias.
Saludos, sol, sol, sol, desde este lado del ordenador