Mujeres enamoradas
Tengo la convicción que Nicolás Melini se mueve mejor en los territorios del relato corto que en los de la novela, aunque sus novelas sean cortas, ajustadas, de apenas unas pocas páginas.
No es fácil lo que hace el escritor y menos en una literatura como la española que pone tanto gusto como acento en la obra extensa y prolija; en la generosa en número de páginas aunque lo escrito no diga nada y solo sea relleno para sostener no la historia que cuenta sino el libro. Libro que funciona entonces como un ladrillo, pesa pero no tiene nada dentro. Dentro es ligero, hueco, carece de alma.
El estupor de los atlantes (Ediciones Nazarí, 2019) es una novela atípica si se observa desde este punto de vista pero también es una obra que pone de manifiesto la capacidad de mimetismo de su autor, de adaptarse a cualquier tipo de género para hacerlo propio.
Más que escritor de grandes temas Nicolás Melini es un autor que muestra mayor preocupación por los detalles por mínimos que sean. Y detalles hay muchos en esta novela que protagonizan dos mujeres (Luz e Isabelle) enamoradas que intentan buscar su lugar en el mundo y protagonizar una historia de amor.
La novela corta o nouvelle como dicen los franceses, ha sido traducida recientemente a este idioma por Andrée Guigue y Laura Balaguer y en ella el autor ha querido mostrar dos miradas, dos opciones diferentes ante lo que viven y ante lo que sienten. Isabelle es francesa mientras que Luz es española. Aparentemente, están enamoradas pero una de ellas carga con un dolor “antiguo e insondable que la lleva a pelear por los desheredados de la tierra”.
Nicolás Melini es un escritor que sabe enganchar al lector, a un lector como el que les escribe, por mínima que sea su historia. Su literatura esconde subtextos aunque en apariencia resulte sencilla cuando no lo es. Muy al contrario, sus libros resultan de una complejidad que desarma, pequeños laberintos que indagan en el alma humana. En este caso de una pareja que asiste al final o al principio de una relación.
Con el paso de los años, Nicolás Melini ha dado un golpe de timón a su forma de narrar el relato. Su manera de escribir ha ido evolucionando con el paso del tiempo y si bien desde un principio se construyó a través de frases cortas, limando la palabra, traiciona esta difícil tendencia en la novela cuando cae en la tentación de experimentar.
Afortunadamente, dura poco el efecto, ya que lo experimental además de asomar la cabeza en contadas ocasiones no hace el daño de irritar a quien se sumerja en las páginas del libro. Bien es verdad que desagrada cuando se tropieza con una palabra colgando en el texto, dos puntos que quieren ser cruciales pero que no lo son al flotar en la nada… Ejercicios que no venían a cuento y que no juegan a favor del relato.
La historia de El estupor de los atlantes es la de dos mujeres enamoradas y como toda historia de amor que se precie hay un amante y un amado. No termina de estar bien atada esta relación que sirve al escritor para arremeter contra determinadas posiciones y actitudes falsamente progresistas, banderas de una izquierda roñosa y buenista mientras indaga en el carácter de esas dos mujeres tan diferentes que funcionan como el ying y el yang.
Cada una de ellas tiene sus propias respuestas pero también sus dudas y preguntas. Late en esta relación una violencia muy sutil que indica que nada es lo que aparece y que en cualquier momento puede cambiar las cosas. Que ambas pisan terreno movedizo aunque una de ellas parece que lo hace con más seguridad. No obstante, ese suelo no existe porque todos caminamos por el aire y nos dejamos arrastrar por el viento que sopla, la brisa que acaricia nuestro cuerpo físico y espiritual. Elementos que cuando se fusionan generan a una persona con todas sus contradicciones, formas de ver la realidad, de entender lo que le rodea y de su compromiso con los demás.
El estupor de los atlantes es una novela corta en la que se buscan cosas, muchas, y un libro cuajado de huellas que conducen al lector en varias direcciones en su apenas centenar de páginas. La más importante, si cabe, el amor, la necesidad pese a la distancia que una pareja puede mantener estando incluso cerca, pegada si se quiere, para no estar sola.
Saluos, lunes, desde este lado del ordenador