Don Quijote según Orson Welles
“Lo que yo buscaba era un tono primitivo e improvisado”
(Quijote Welles, Agustín Sánchez Vidal, Fórcola Ediciones, 2020)
Se ha escrito mucho sobre Orson Welles y se ha escrito bastante también sobre uno de sus proyectos largamente acariciados, Don Quijote, trabajo que fue una de las grandes obsesiones del cineasta no ya por su personal aproximación al caballero de la triste figura sino por lo que quería representar con una película que no llegó a completar y de la que se conservan numerosos fragmentos. Algunos de ellos, escribe Agustín Sánchez Vidal, a la espera de ser encontrados en armarios cubiertos de polvo y hacinados en sótanos de hoteles y apartamentos en los que residió Welles durante una vida marcada por el genio así como por un nomadismo que lo llevó a recorrer medio mundo.
Considerado por la crítica y gran parte del público iniciado como uno de los grandes cineastas de todos los tiempos, se ha escrito mucho sobre el talento de Orson Welles, también de cómo fue perdiendo autoridad sobre su trabajo tras el ostracismo al que le sometió la industria con el estreno de Ciudadano Kane, su primer largometraje y su pasaporte al infierno cuando Hollywood conspiró para hacerle el vacío. El cine de Welles cuenta así con varias etapas diferenciadas. La primera es la hollywoodiense donde además de dirigir Ciudadano Kane, dirigió también El extraño, El cuarto mandamiento, La dama de Shangai y Sed de mal, estas últimas con presupuestos raquíticos pero brillantes ejercicios de género mientras su segunda etapa, la errante, es aquella que lo llevó a recorrer medio mundo trabajando en toda clase de películas para cobrar y pagar de paso sus trabajos, cada vez más personales y su extravagante nivel de vida.
En este período se encuentran sus filmes inspirados en la obra de Shakespeare y creaciones tan originales y emparentadas con su Kane como Mr. Arkadin, que fue una de sus películas rodadas en España. País al que amó con desatada pasión.
Agustín Sánchez Vidal cuenta la vida y las obsesiones del director y guionista en Quijote Welles (Fórcola, 2020), un voluminoso trabajo en el que noveliza el interrumpido rodaje de su Don Quijote no bajo la forma de un sesudo estudio sino de una ficción que tiene mucho de realidad.
El autor recurre a una invención literaria, una joven periodista que vive en la ciudad de Los Ángeles, que se propone realizar una biografía del cineasta norteamericano, para lo cual además de hablar con el interesado, charlará con actores y actrices, amigos y gente del cine que lo conoció y en muchos de los casos trabajó con él.
El hilo que escoge Agustín Sánchez Vidal resulta cuanto menos original para narrar en su voluminosa novela (de casi 700 páginas) la vida y obra de un genio absoluto. También de un prestidigitador dentro como fuera de la pantalla. Se agradece que Sánchez Vidal sea tan minucioso en esta reconstrucción sobre la película que no pudo llegar a ser, así como en las conclusiones que arroja, todas ellas inspiradas en reflexiones del mismo Welles que el autor del libro ha ido recogiendo por ahí para confeccionar la obra.
Sí que se le puede criticar al escritor, catedrático emérito de Cine en la Universidad de Zaragoza que no haya incluido al final una bibliografía, sobre todo para contrastar algunos de los pensamientos del Orson Welles que presenta en el libro pero al margen de estos detalles y al margen de su extensión, Quijote Welles es un libro que disfrutará el aficionado iniciado en la vida y obra de un hombre genial. De un artista que nació para ser cineasta aunque primero se labró reputación en el teatro y en la radio, a él se debe la adaptación de La Guerra de los Mundos, de H. G. Wells. Una emisión que hizo historia al desatar el caos en varias ciudades y pueblos de Norteamérica donde muchos de sus habitantes creyeron que estaban siendo invadidos por hombrecillos verdes venidos del planeta rojo.
El libro de Sánchez Vidal está plagado de anécdotas, muchas de ellas conocidas y otras no, y de entrevistas muy jugosas con Orson Welles y con quienes trabajó, gente como John Huston y Charlton Heston entre otros.
Estructurado en 16 capítulos, la mayoría giran en torno a su Quijote inconcluso pero también aborda otras películas poco o nada conocidas del cineasta como Una historia inmortal, basada en un relato de Karen Blixen/Isak Dinesen y Al otro lado del viento, esta última estrenada en 2018, aunque significó cuarenta años de desarrollo para un artista tan perfeccionista como lo fue Orson Welles.
Se aprecia leyendo el libro que Agustín Sánchez Vidal además de conocer la filmografía de Welles intenta dar credibilidad al retrato huidizo (y convocado al modo de Kane, al ser visto sobre todo por otros) de un hombre que amó la vida. Vida que literalmente devoró cuando llegó a España. Su Quijote es, de hecho, afirma el autor del libro, un canto de amor no solo a la inmortal novela de Miguel de Cervantes sino a un país, España, que llevó en el corazón desde que lo descubrió. Su filme inacabado es un canto emocionado al Don Quijote y España. Libro que toma como referencia para reflexionar sobre lo que significó para él este país.
Su Quijote reflejaría su mirada sobre la realidad española. Una mirada primero festiva y más tarde amarga al comprobar cómo se transformaba esa tierra en la que creyó encontrar sentido al arte y a la vida. Pese a que no disfrutara demasiado de la modernización que en los años sesenta comenzó a cambiar la realidad española, Orson Welles continuó rodando el que ya sabía iba a ser su testamento cinematográfico, su inconclusa y personal película sobre Don Quijote .
Saludos, fundido encadenado, desde este lado del ordenador