La aventura tinerfeña de ‘El pirata negro’

Pedro Víctor Debrigode Duggi (Barcelona, 1914 – La Orotava, 1982) está considerado uno de los grandes maestros de la literatura popular en España. Estas revistas se vendían en los estancos y estaban editadas en papel de poca calidad. Son obras que forman parte de la peculiar literatura pulp nacional, aquella que estaba destinada a grandes masas de lectores en unos años donde no existía la televisión.

Los escritores profesionales como Debrigode Duggi eran capaces de escribir varias novelas a la semana protagonizadas por un mismo personaje

De la imaginación del escritor salió una amplia galería de protagonistas que todavía viven en la memoria de quienes lo leyeron. Estos lectores son los que han recuperado en cuidadas ediciones la formidable producción de un narrador a destajo, de un obrero de la novela de aventuras de a tres pesetas.

Entre las criaturas más famosas de Pedro Víctor Debrigode se encuentra El pirata negro, personaje que camufla la identidad de Carlos Lezama, protagonista de 85 novelas, dos de las cuales se desarrollan en Tenerife, concretamente los números 46 y 47, que llevan por titulo Escala en Tenerife y Los negreros. Estas aventuras las firmó con el nombre de Arnaldo Visconti, pseudónimo que utilizaría también para otras series de su creación como El galante aventurero (para los especialistas en Debrigode su mejor serie); Diego Montes y El halcón, entre otras.

Pedro Víctor Debrigode Duggi cultivó géneros como la novela de aventuras, del oeste, ciencia ficción y el policíaco. No es nuestra intención centrarnos en el abundante trabajo literario de un narrador que tuvo que simultanear su labor como escritor con la de traductor sino la de comentar transcurridos más de sesenta años los dos cuadernos que dedicó a la isla en la que recaló en los años 30 y residió hasta su muerte en 1982.

El escritor nació en Barcelona en 1914 pero años más tarde se trasladaría a Tenerife para hacer el servicio militar que coincidió con el golpe de Estado de julio de 1936. Parte de aquella experiencia la narró en dos novelas claves de su ingente producción y que fue publicada hace unos años con el título de Luchar por algo digno en dos partes: El barco borracho, que se desarrolla en Tenerife los primeros días de la Guerra y en la que describe las condiciones de encierro de los reclusos en los barcos prisión y El espía inocente, en la que narra sus experiencias en el frente peninsular donde es acusado por los nacionales de espía. En este segundo volumen explica las razones, recién terminada la Guerra Civil, de que se dedicara profesionalmente a escribir este tipo de literatura.

Escala en Tenerife y Los Negreros siguen las pautas de otras novelas de la serie de El pirata negro solo que en esta ocasión el mar y las islas del Caribe son sustituidos por la playa de Las Teresitas y la ciudad de La Laguna, que son algunas de las localizaciones en la que se desarrolla la acción, entre el 16 y 17 de marzo de 1711.

Carlos Lezama llega a la isla haciéndose pasar por un pirata vasco, el capitán Ibarguenguoitia, al que tras hundir su navío en alta mar desembarca en Tenerife para asistir a una reunión a la que también están convocados otros tres piratas, uno siciliano, otro catalán y un británico. Los cuatro se reúnen en la casa “de la Guancha” en la que se le invita a que se conviertan en negreros aunque Carlos Lezama y, como descubriremos algunos de los piratas que asisten a esta reunión, rechazan porque desprecian dedicarse al negocio de la esclavitud.

La presencia de un capitán pirata catalán en la banda sirve al autor para describir las diferencias que existían ya en aquel entonces entre los hijos de Cataluña con los del resto del país, sobre todo cuando descubre que más allá de trabajar como negrero lo que en verdad se prepara es un diabólico plan para invadir la isla por tropas extranjeras.

Escribe de Arnau Montané, el capitán pirata de origen catalán: “Varias veces en sus estancias en Cataluña, soldados de Madrid habían impuesto el orden en revueltas suscitadas por catalanes y el ambiente nunca tenía la sincera confraternización que ahí se respiraba.

Empezó a meditar si una invasión a la isla contaría con el apoyo de los isleños. Palideció intensamente, dejando el libro sobre la mesa y llevando con rapidez la diestra al cinto, bajo la casaca…

- No sois catalán si persistís en la idea de imponer por la fuerza un dominio que no ha sido pedido”.

Al desarrollarse la acción en Tenerife, Pedro Víctor Debrigode ofrece un resumen sobre quiénes fueron los primeros pobladores de l m>Usos y costumbres del pueblo guanche y su conquista por los españoles que, sin estar demasiado ajustado a la verdad, confiere de atractivo misterio el pasado de Tenerife.

En estas dos novelas de El pirata negro destaca que Carlos Lezama permanezca en un segundo plano dejando que sean otros sus protagonistas.

Las novelas de El pirata negras están más cerca de Emilio Salgari que de de Robert L. Stevenson. De hecho, El pirata negro le debe más al Corsario negro que a otro personaje literarios que hayan navegado viento en popa, a toda vela bajo la bandera pirata.

Saludos, reedición ya, desde este lado del ordenador

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