El hijo del apotalado, una novela de Jorge Fonte sobre la Guerra Civil en El Hierro
El archipiélago cuenta con una serie de novelas ambientadas durante la Guerra Civil. Entre la memoria y el relato histórico, entre los que escribieron recordando lo que vivieron y la ficción que ahora emprende una serie de narradores que nacieron muchos años después de haber finalizado el conflicto, es muy difícil encontrar novelas y relatos que hablen, sobre todo en este último caso, con distancia y sangre fría de un encuentro que dividió radicalmente a la sociedad española en dos mitades, aunque hubo una tercera que todavía se encuentra en tierra de nadie y apenas tiene a nadie que le escriba.
Demasiado son las pasiones que desata aquella Guerra Fratricida, guerra que sigue dividiendo a un país y a unas islas porque sus herederos ni perdonan ni quieren olvidar. Este frente que permanece abierto y que muchos, tanto de un lado como del otro, se empeñan en que siga abierto, ha suscitado en Canarias una literatura que en algunas ocasiones resulta de calidad. Destacaría así dos títulos que me marcaron en su momento: El barranco, de la escritora Nivaria Tejera, y Luchar por algo digno, de Pedro Víctor Debrigode.
En el primer caso porque nos aproxima a los primeros días del alzamiento a través de una niña que no entiende porque las tropas que se han sumado al golpe llevan a la cárcel a su padre, un periodista. En el segundo, porque se cuenta también los primeros días de la Guerra Civil en Tenerife bajo la mirada de un soldado de origen catalán y francés que se encuentra en la isla “sirviendo a la patria” cuando estalla el cruento Golpe de Estado.
Hay otros libros que cuentan también aquella guerra que marcó para siempre a los que estaban a un lado y al otro de la trinchera política, trinchera que se trasladó a los campos de batalla en la geografía peninsular y trinchera que se disolvió en una Canarias donde no hubo tiempo para que los leales al gobierno de la II República pudieran responden con las armas al alzamiento militar.
Las novelas y cuentos sobre “nuestra Guerra” en el archipiélago se centran así mayoritariamente en la represión feroz que emprendió el ejército con la colaboración de Acción Ciudadana y Falange a través del testimonio de algunos de los que la sufrieron al ser declarados “enemigos de la nueva España”. También en ficciones que, escritas recientemente, narran con mejor o peor fortuna la tragedia de una guerra que separó a familias y convirtió en enemigos a hermanos y amigos.
El hijo del apotalado (Editorial Milenio, 2022), de Jorge Fonte, es una de las últimas novelas que ha llegado a nuestras manos que se ocupa de la Guerra Civil en Canarias. La acción, sin embargo, no transcurre en Tenerife ni en Gran Canaria sino en la de El Hierro, tierra que conoce muy bien el autor ya que parte de su familia procede de la isla del Meridiano.
Lo primero que llama la atención de El hijo del apotalado es que son dos novelas en una. El libro primero cuenta los antecedentes y la represión que padeció la isla los primeros años de la Guerra. Los protagonistas de esta primera parte son muchos, luego el texto alcanza una dimensión coral que el escritor sabe manejar bastante bien. De hecho, y considero fundamental este rasgo, muchos de los personajes que intervienen pertenecen a la familia Fonte, de la que procede el escritor, lo que revela una implicación emocional y un sentimentalismo muy hondo en lo que narra y que me hizo pensar que tuvo que ser una tarea muy dura la de escarbar en el pasado familiar para descubrir que parte de su familia estuvo de un lado y parte en el otro. Al fondo, una isla castigada por sentimientos que hasta ese momento permanecían restringidos como el odio, la venganza y el rencor.
Jorge Fonte, que conoce muy bien el carácter herreño, intenta ser imparcial y mantener la distancia ante la descripción de unos hechos que, en ocasiones, caen en el horror, como los falsos fusilamientos que se produjeron en la isla para intimidar a la población. Este hecho, sin embargo, supuso la sustitución en sus cargos de los responsables falangistas que se dedicaron a fomentar la política de la represión ya que ellos mismos resultaron por estos hechos víctimas de la justicia del bando rebelde, al que habían apoyado desde el principio. Hay más sorpresas en este libro que reitera la endogamia de un territorio que asiste paralizado a los asesinatos de algunos de sus hijos en la vecina isla de Tenerife. También a la fuga y el escondite por el que apostaron otros en las cuevas que horadan las costas como en la tupida vegetación de los montes herreños.
La segunda parte de la novela puede entenderse como la novela que da título al libro, El hijo del apotalado. La acción transcurre ya en la postguerra y en ella el lector observará el deseo de venganza que brota en una de las víctimas de aquel desgraciado conflicto. Él es El hijo de apotalado.
¿Qué es un apotalado?, lo explica Jorge Fonte a través de una cita de Aarón León Álvarez: “las personas que hacían desaparecer lanzándolas al mar desde barcas, metidas en sacos y con las manos atadas”.
La historia se inicia en nuestros días y quiere rendir justicia a los que la perdieron aunque no hace demasiada sangre sobre quienes la ganaron. Se agradece el titánico esfuerzo que hace Jorge Fonte para no caer en el maniqueísmo en el que suelen sucumbir otras ficciones que se ocupan de la Guerra Civil. Libros como el de Jorge Fonte nos muestra que entre los hijos y nietos de aquella generación todavía es posible que miremos aquellos hechos con perspectiva y, al mismo tiempo, exigir justicia, no venganza.
Saludos, justicia, no vengana, desde este lado del ordenador