Benjamín Prado: “Estoy del lado de la gente que timan y no del timador”
El poeta y escritor Benjamín Prado Rodríguez (Madrid, 13 de julio de 1961) fue uno de los protagonistas de la décima edición del Festival de Literatura de Viajes y Aventuras Periplo celebrado el pasado octubre en Puerto de la Cruz y escenario donde presentó su última novela, Los dos reyes (Alfaguara), que protagoniza Juan Urbano y que hace la sexta de la serie de un personaje cuyo nombre rinde recuerdo al Juan Panadero del poeta gaditano Rafael Alberti, uno de los mentores de Benjamín Prado.
En su última novela, Los dos reyes, el escritor propone un relato en el que realidad y ficción se mezclan con el fin de que el lector comprenda que, a veces, la Historia no es la que nos cuentan.
- Los dos reyes hace la novela número seis de la serie Juan Urbano. En cierta ocasión dijo que la cerraría cuando llegase a diez, ¿está seguro de eso?
“Claro que sí, dije desde el principio que serían diez novelas porque si Almudena Grandes estaba escribiendo en aquellos momentos una de seis no iba a ganarla en número de lectores pero sí de novelas. Ella sufrió mucho por no haber podido acabar con los Episodios de una guerra interminable y yo le dije a mi editor que ya que tardo como unos cuatro años en escribir un libro, que me obligara a escribir otro en dos y eso es lo que he hecho”.
- Y después de todo este tiempo, ¿qué tal le cae Juan Urbano?
“Me ha terminado por caer bien. Desde el principio supe que él y yo íbamos a hacer un largo viaje”.
- Es el protagonista de una serie, no sé yo si negra y criminal, muy peculiar.
“Cinismo con n y civismo con v es lo que le pasa a todos los personajes de la novela negra, un mismo detective, diferentes casos solo que los detectives de Chandler y Hammett son unos tipos que al final se quedan sin la pasta ni la justicia porque tienen un concepto moral de la justicia que hoy ha desaparecido bastante. Juan Urbano no creía en nada en las primeras historias pero ahora está enamorado como un tonto claro que ¿se pierde estar enamorado como un listo?”
- Y deja pistas para la que será la séptima novela de la serie.
“En todas las novelas de la serie me gusta hacer una broma, un homenaje y en Los dos reyes aparece al final del libro una escena que quise que recordarse a las de las novelas de Agatha Christie donde reúne a los presuntos sospechosos para resolver el misterio en dos páginas. Quise además que hubiera una boda pero eso lo dejo, o no, para una próxima novela”.
- Dedica Los dos reyes a Almudena Grandes, solo que al final del libro
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“Las dedicatorias las dejo siempre al final. Almudena fue una mujer extraordinaria, con un talento como escritora tremendo. Hizo algo muy difícil, como escribir cada vez mejor. Como persona era fantástica, una fuerza de la naturaleza y la sentí de mi familia porque creo en las familias que escoges a dedo”.
- En Los dos reyes cuenta dos de los atentados que vivió el anterior rey de Marruecos, Hassan II, pero ¿cuánto hay de verdad y de ficción en el libro?
“Escribo novelas sobre temas que me obsesionan durante mucho tiempo y me entran ganas de escribirlas. Tengo desde pequeño algo de obsesivo con la Marcha Verde y conocía algo la historia de Hassan II pero estando en Ceuta el director de la Biblioteca pública me explicó el primer atentado al rey, cuando 800 cadetes de una escuela militar al mando de un general y un coronel irrumpieron en palacio y se dieron cuenta que allí dentro nadie respetaba la ley musulmana lo que indignó a los cadetes, comenzando una matanza que se saldó con más de un centenar de muertos y otros tantos heridos. Y en ese escenario, se le ordenó a tres soldados que fueran a los servicios porque ahí estaba escondido el rey con sus hijos para que los asesinasen. Sin embargo, a los quince minutos regresó Hassan II con los mismos soldados solo que ahora convertidos en miembros de su guardia personal. La leyenda propagada por los seguidores de Hassan II dice que éste les planteó dos preguntas a los cadetes: ¿vais a matar a vuestro rey. El gobernador de los creyentes? ¿Por qué no me besáis la mano? Y la leyenda dice que los soldados bajaron sus armas y le besaron la mano. La novela tiene un poco de todo: tiene acción, drama, misterio pero sobre todo no hay quien se la crea”.
- Lo que está claro es que todas las novelas de la serie Juan Urbano están muy documentadas aunque nadie se lo crea.
“Investigo, pero investigo al revés porque no soy historiador sino novelista. Hassan II fue un tipo que lo mismo era vengativo como repartía dádivas. En el segundo atentado que tiene, viaja a Marruecos de vuelta de Barcelona y la baraka, la suerte de los elegidos, le dice a quien quiere atentar contra su vida que si lo lleva de vuelta a Rabat para que su avión aterrice en una base aérea lo nombra ministro de Aviación, por el contrario, la familia del general que intentó matarlo, Mohammed Ufqir, estuvieron presos en una cárcel fantasma, un agujero del desierto durante más de veinte años. Yo cojo la parte histórica y me invento el resto, como el papelito que cae del cielo y que se ve en la portada del libro”.
- ¿Y qué dice ese papelito?
“Se dice que el general Ufqir le ofreció al rey que firmara su abdicación y que viviera en el exilio pero este documento nunca apareció y fabulo en la novela en torno al destino de ese papel”.
- Hay dos personajes que me han resultado muy interesantes en la novela: las niñeras españolas.
“Se cuenta que estas cuidadores se enfrentaron a los soldados que fueron a matar a los hijos de Hassan II y que gracias a su acción les salvaron la vida. No obstante, se sabe muy poco de ellas salvo lo escrito por un periodista que entrevistó a una familiar. Es curioso que estas dos señoras pertenecieran a una asociación ultra católica cuya labor era evangelizadora luego ¿por qué criaban a los hijos de un rey de un país musulmán? Hablé con antiguos agentes del CNI y uno me aseguró que estas dos mujeres eran informantes. Y tiras del hilo y aparecen otras cosas igual o más interesantes”.
- ¿Cómo cuáles?
“Las peripecias de los españoles que vivían allí y de repente el país que conocían desaparece porque obtiene la independencia, que es cuando el nuevo gobierno les exige el 51 por ciento de sus negocios. Y algunos se quedaron, como los de La Valenciana y otros se hicieron millonarios vendiendo cerillas. La otra pregunta es ¿por qué eso que llamamos desierto los marroquíes lo conocen como el río de oro?”
- ¿Por qué?
“Porque es un río de oro al ser una zona muy rica en fosfatos y Marruecos es uno de los mayores importadores del mundo. Por otro lado, el gran negocio es la venta de arena, que es el segundo bien material más escaso del planeta después del agua. La arena se usa para muchas cosas porque sin arena no habría construcción ni teléfonos móviles, que llevan silicio y el silicio sale de la arena. Es un negocio de muchos ceros a la derecha y gran parte de la arena sale del Sáhara. Quise llamar la novela Los traficantes de arena pero no le gustó a mi editora y se quedó finalmente como Los dos reyes”.
- Canarias aparece de tanto en tanto en el libro…
“Muchos españoles que vivían en Marruecos terminaron viviendo en las islas cuando el país se independizó. Y desde aquí continuaron haciendo negocios con un gobierno que como el marroquí está siempre abierto a los negocios. Hablamos de un país que gobierna una oligarquía que allí llaman el majzén, de donde procede la palabra almacén. El epicentro del negocio de la arena en Europa está en Canarias”.
- Imagino que viajó mucho a Marruecos para escribir la novela.
“Mucho pero no sé si voy a volver porque es imposible regresar a Marruecos si escribes una novela como Los dos reyes. En este aspecto, criticamos la monarquía española pero es una monarquía parlamentaria sujeta al control del Parlamento pero la marroquí es constitucional, sujeta a las leyes de una Constitución que dice que todo es del rey y el majzén”.
- Sin embargo, el rey Hassan II sufre dos atentados.
“Por aquel entonces, Hassan II estaba muy desprestigiado, se rían de él, era un hortera y poca cosa. Un tipo sin carisma que sufre dos intentos de golpe de Estado, el primero con una acción de los cadetes que no estaba prevista que fuera tan sanguinaria pero parece que los chicos, que procedían de lugares muy pobres, al ver a toda esa gente vivir a los grande hizo que se desatara la escabechina. El rey estaba muy desprestigiado y se habla como de héroes a los que intentaron derrocar la tiranía alauita pero hay que recordar también que el general Ufqir fue un torturador, un tipo que estuvo muy implicado en Francia en el asesinato del opositor Ben Barka. Ufqir fue un asesino que quiso matar a otro asesino que derivó en que Hassan usara el comodín de España y se organizase la Marcha Verde que fue un camelo”.
- En el libro cuenta el destino de las hijas del general Ufqir…
“El hecho revela que hablamos de algo que parece remoto pero que no lo es tanto. En el primer atentado, el médico personal de Hassan II y que estaba casado con una granadina, para intentar salvar al rey se puso encima la túnica real hasta que fue tiroteado por los cadetes. Al acabar todo, Hassan II dio orden que la hija del médico se criara en palacio como si fuera suya. Hoy es la embajadora de Marruecos en España, la misma que fue llamada a consulta por su gobierno y provocó una crisis diplomática entre ambos países. Marruecos está muy lejos porque está al lado, somos países con diferentes peculiaridades, cada uno en un continente diferente y que profesa distintas religiones”.
– ¿Y qué pasa con el Sáhara?
“La verdad es que no se entiende la relación de España con el Sáhara, es inexplicable. Se manipula la historia. El Sáhara por su riqueza y situación geopolítica y estratégica resultaba idóneo para una presunta defensa de Canarias, tampoco existe respuesta de porqué España renuncio a esa mina de oro. Bueno, relativamente, ya que de las 35 empresas del Ibex español, 19 tienen intereses en el Sáhara occidental”.
- En esta novela como en Los treinta apellidos escribe sobre el origen turbio de las grandes fortunas españolas.
“Sí, tiene razón. En Los treinta apellidos explicaba cómo el origen de algunas de las grandes familias españolas había comenzado con la trata de esclavos y que recogí de una frase que dijo un empresario en un corrillo de periodistas: ‘En el Ibex 35, treinta somos los de siempre, los que gobernamos España desde hace doscientos años’. Y pensé que ahí había una novela y la escribí. Tengo otra sobre la España del pelotazo, Mariano Rubio, Mario Conde y me fijé que mi personaje, que se llama Martín Duque en la novela, se inspira en la parte dramática de Mario Conde y que saqué de las memorias que escribió en las que cuenta un episodio que me impresionó mucho que es cuando Abelló lo llama aparte y le dice ‘mira, Mario, tenemos que hablar y explicarte una cosa que es importante que aprendas; eres un tipo brillante, astuto y demasiado bueno para los negocios pero esto funciona así: hay que tener unos apellidos porque si no los tienes no se entra, Así que no intentes ser uno de nosotros porque si lo haces te destrozaremos’. Por lo que una cosa es que te apellides Ybarra y otra Conde. Estoy del lado de la gente que timan y no del timador, estos son los que le ponen la soga al cuello a mucha gente”.
- Y sin embargo en Los dos reyes intentan comprar a su protagonista, Juan Urbano, no con dinero sino con libros. ¿Siente usted también la pasión bibliófila que caracteriza a su personaje?
“Lo que me obsesiona es leerlo todo y me obsesiona más un libro no leído que una primera edición. En la novela quien le ofrece el libro a Juan Urbano es un villano pero también un tipo encantador porque no puedes escribir una novela solo con Quijotes sino también con Sancho Panzas. La gente es diversa y hay gente maravillosa que está forrada de dinero. Además, tienes que entender las razones de todos aquellos que no están de acuerdo contigo, eso me lo enseñó Rafael Alberti, que me decía ‘niño, no seas sectario porque si lo eres terminas por ver solo la mitad de las cosas’. E intento hacer esto en la vida real y en mis novelas, es decir, comprender. En cuanto a la bibliofilia de Juan Urbano se explica porque es profesor de Lengua y Literatura y le puse esta afición con la idea de que defendiera a nuestros clásicos que, la verdad, están muy mal defendidos”.
- Y ahí está Juan Urbano para recordárnoslo.
“Tenemos un tesoro en todos esos grandes escritores y poetas, son de primera línea, en especial los del Siglo de Oro. Juan Urbano suelta de vez en cuando alguna frase de Calderón, de Quevedo, de Góngora pero lamento que se siga representando tan poco el teatro que escribieron”.
- Y usted siente debilidad por Góngora y Quevedo.
“En literatura hay cosas que te aburren aunque pertenezcan al canon. Borges dijo que hay escritores que aún no han escrito para ti porque hay que descubrirlos. A mi me parece que la literatura consiste en abrir un libro que es una puerta que te lleva a otro libro. Por eso, ¡cómo vas a escribir poesía si no has leído a Quevedo, Góngora, Lorca, Alberti…! Tenemos en España muy buenos poetas pero también muy malos reyes”.
- Ha citado ya varias veces a Rafael Alberti, ¿cómo fue su primer encuentro con el autor de Marinero en tierra?
“Fue casual y gracias a los bares porque en aquel entonces estudiaba en el instituto y tenía escrita algunas cosas, todas muy influenciadas por las canciones de Bob Dylan hasta que un profesor me recomendó que leyera Poeta en Nueva York, de Lorca y Sobre los ángeles y Sermones y moradas, de Alberti, este último es un libro muy importante para el surrealismo español pero que tuvo muy poca fortuna ya que pasó a un segundo plano. Fue escrito a finales de los años 20 y nunca se publicó como libro suelto. La verdad es que Rafael le tenía un poco de manía a este libro pero a mi me cambió la vida ya que me convertí en otra persona que es lo que consigue la buena literatura”.
- Pero ¿cómo recuerda aquel primer encuentro con Alberti?
“Mi padre me dijo un día al terminar de almorzar que fuera al bar de la esquina a comprar una barra de helado y cuando entré en el bar allí estaba Alberti, que entonces era como un futbolista por lo de famoso y con su melena blanca y aquellas camisas hawaianas que llevaba… Paco Umbral dijo de él: ‘Alberti se dejó crecer el pelo para ceder espacio a la blancura…’ Y me acerqué a él y le dije que había leído su libro Sobre los ángeles y me preguntó que me había parecido y le respondí que no estaba mal pero que me gustaba más Sermones y moradas. Rafael me preguntó qué edad tenía y después me invitó a un gin tonic y nos hicimos tan amigos que nuestra amistad duró quince años. En cuanto al helado, regresé a casa con la barra derretida y no conté nada en casa, me daba como vergüenza”.
- El personaje de Juan Urbano es un homenaje a Alberti.
“Lo tomé de su Juan Panadero, un personaje de sus poemas políticos, poemas urgentes como él los llamaba. No le debo tanto literariamente pero sí que me enseñó a respetar la literatura, la cultura y el valor cívico que puede tener un poema o una novela al intentar contar lo que nos pasa. Los temas que me interesan tienen mucho que ver porque conociera a Alberti en aquel bar”.
- Desde entonces, el papel del poeta ha cambiado mucho en este país.
“Los poetas de ahora son más mentales y escriben menos. En mi caso encontré una manera de evitar el riesgo de contar lo mismo con otras palabras. La poesía actual vive un buen momento y hay muchos poetas que son mejores que yo porque la gente joven ha llevado la poesía a sitios que no habían sido llevados hasta ahora como son los auditorios, los bares… Hay poetas, una mala noticia para los apocalípticos”
ISABEL ESCALDÓN
Benjamín Prado explica que en las novelas pasan cosas que no estaban previstas y que lo que más le divierte cuando escribe es, precisamente, irlas descubriendo a medida que avanza en el texto. En Todo lo carga el diablo, por ejemplo, “pensé que estaba escribiendo una novela de mujeres fuertes que han tenido que correr el doble para llegar al mismo sitio que el hombre porque estuvieron sometidas al silencio”. En este sentido, la compañera de Juan Urbano, Isabel Escaldón, con la que parece que habrá boda, así al menos lo sugiere el final de Los dos reyes, le está comiendo terreno a su protagonista porque es “más lista que él”. Resuelve, de hecho, algunos de los enigmas esenciales e incluso escribe algunos de los capítulos de su último libro.
¿NACIONALISMO?, NO, GRACIAS
Lo ha dicho en varias ocasiones y todo apunta a que seguirá insistiendo en ello, Benjamín Prado no es partidario de nacionalismos. “Me parecen una paletada”. Lo afirma un tipo que se define como “un viejo hippie” al que le interesan “los países y no las patrias”. Y dentro de los países, las personas, “eso que llaman la gente”. “Soy muy español, me gusta España y la defiendo y me siento orgulloso de ser español pero no de Madrid, sino español”. Cree, de hecho, que cuando uno busca identidades “se mete en problemas porque de ahí nacen los radicalismos, sean de derechas como de izquierdas”, puntualiza.
Saludos, ya es 2023, desde este lado del ordenador