Sin aditivos, sin adjetivos
Escrita como si se tratase de una metralleta, con frases muy cortas que evitan el abuso de las comas, C.J. Nieto presenta Sin aditivos, una novela más que negra, negrísima y en la que descubro a una escritora con mucho fuste que tras 9 corto, su anterior libro, regresa a los territorios del crimen para contar en unas apretadas y consistentes 157 páginas lo que otro u otra hubiera necesitado con el triple de espacio.
Sin aditivos ofrece además muchos registros y miradas. Y nos sumerge en una historia muy oscura y con dobleces. Atrapa desde el inicio el interés del lector, no solo por lo que narra sino por cómo resuelve los conflictos y la mezcla de estilos con el que está escrita y que va desde la primera persona al árido texto de las diligencias judiciales. Todo esto sin apoyarse en adjetivos y una medida y muy meditada determinación por despistar al lector nada más adentrarse en el grueso del relato.
El protagonista es el primero que siembra de preguntas el libro, no sé dice en ningún momento qué sexo tiene. Sabemos que está casado o casada con Leo, y que tienen una niña que va a ser determinante en uno de los casos que se plantean, todos problemas que al final parecen que se resuelven.
Violenta cuando tiene que serlo, Sin aditivos nos presenta a un personaje realmente singular y que está llamado a continuar en otras entregas. Siempre y cuando así lo quiera su creadora, C.J. Nieto, quien cierra la novela con uno de esos finales que a mi, como todo en este libro, me recordó a los abruptos de Jim Thompson.
La escritora se revela además como una formidable creadora de escenas. En una de las más atractivas del libro logra que el lector (al menos ese fue nuestro caso) la visualice en la cabeza como una película. Tras la aparente y tranquilizadora cena que se está preparando, late la tensión. Una tensión muy calculada, tanto, que mantiene el ritmo y el interés pese a que aparentemente se esté desarrollando en un ámbito familiar y cotidiano.
La novela consigue escabullirse por otro camino al que últimamente nos tiene acostumbrado el género negro y criminal. Y es ese no sé si consciente entusiasmo por renovar lo que hace más atractivo pero también perturbador las historias que cuenta.
Sin aditivos se desarrolla en Gran Canaria en pleno mes de julio. Con ese calor que parece que puede rajar hasta a las rocas.
El protagonista es un abogado que vive una existencia apacible con su marido y su hija, aunque cuando ejerce su oficio los escrúpulos no se inventaron para él. Logra también que me saquen de quicio algunas de sus manías, porque las tiene, como es el uso insistente que hace de toallitas mojadas en agua de colonia para limpiarse las manos. Es un acto compulsivo que dice mucho del personaje. Un personaje que está acostumbrada a lidiar con gente que apesta en sitios que apestan con independencia de que sean lujosos o miserables.
No me lo pensaría demasiado para leer Sin aditivos. La novela supone un balón de oxígeno dentro de un género que empieza a apostar por otras vías que no sean las de los clásicos detectives privados, guardias civiles y policías nacionales, periodistas incorruptibles y otras gentes de esa calaña. El protagonista de Sin aditivos tiene sus dobleces, como cualquiera, así que sus actos por cuestionables que resulten tienen un fin.
La editorial Alrevés, que se ha especializado en publicar novela negra en español, lleva apostando por un género que ya ha llegado a una atractiva madurez en este país. Junto a la novela de C.J. Nieto, circulan también bajo este mismo sello Vais a decir que estoy loco, de Andreu Martín y En el descuento, de José Ángel Mañas y Jordi Ledesma.
En la novela de C.J. Nieto dejan rastro muchas influencias pero si hay una que destaca por encima de las otras es la de Alexis Ravelo, que se nos fue hace muy poco. Alexis prologó 9 corto y ya nos anunciaba entonces el descubrimiento de una escritora que tras Sin aditivos ha dado un paso hacia adelante. Ahora solo cabe esperar cómo evoluciona como escritora.
El paso que ha dado entre aquel 9 corto y éste es significativo y lo mejor es que apenas está contaminado. De momento, quien ahora les escribe se ha quedado con la mosca detrás de la oreja, lo que describe mi gratitud al abordar este nuevo trabajo Por eso y al margen del juego literario que plantea, su reconocida afición al OuLiPo, cuando leo Sin aditivos reconozco a una autora que además de renovar el género sabe contar historias.
Con o sin adjetivos. Con o sin aditivos.
Saludos, regresa la calima, desde este lado del ordenador