Puerto de la Cruz, en negro
El debate, como muchos debates, comienza a ser cansino aunque necesario porque ¿qué es la novela negra y criminal? Particularmente, lo tengo muy claro, es aquella literatura que habla de la corrupción de nuestra sociedad, que denuncia las lacras de un sistema que no reparte con equidad la misma justicia para todos… Un género, en definitiva, que se preocupa por mostrar las miserias de un mundo que hace miserables a quienes lo habitan. Solo que en este mundo surgen personajes, más que héroes, antihéroes, que solo se rigen por un peculiar código moral que los hace ir adelante cuando todo lo que les rodea conspira para que no sigan adelante con su investigación…
Luego está la novela de suspense y el thriller, que no es novela negra y criminal según la entiendo. Estos géneros son muy interesantes, y en la mayor parte de los casos su literatura me ha suscitado grandes momentos de entretenimiento solo que no me deja hecho trizas la conciencia como sí lo hace la novela negra y criminal.
A veces, y solo a veces, estos géneros se cruzan porque son géneros que no le hacen asco a otros y aparecen novelas como La perra, de Alberto Val, un escritor nacido en Cuenca que ambienta su novela en un escenario muy reconocible para los que vivimos en Tenerife: Puerto de la Cruz.
Se trata de una historia policial, de la investigación de un caso (en este caso la desaparición de un tenista) que asume la agente Guiomar Aguilera, una mujer con un hijo enfermo al que su marido “abandonó”… O no. La sustancia del relato descansa, sin embargo, en una organización que lidera una mujer , La Perra del título, que es la responsable de negocios ilícitos como son las peleas clandestinas de animales y de humanos.
El libro cuenta con un prólogo y epílogo y está estructurado en tres parte. Narrado en dos tiempos, Alberto Val sigue cronológicamente la investigación a partir del 7 de enero de 2019 al viernes 11 de enero del mismo año. Por otro, introduce al lector en la vida del tenista desaparecido, Cristian Velasco y a la que será su mujer. También se cuenta cómo conoce a su “mejor amigo”. En capítulos alternos se sabrá cómo La Perra se convirtió en La Perra.
El escenario: el Puerto de la Cruz y Los Realejos. Pero es un escenario porque la ciudad no adquiere en la novela la categoría de ser otro personaje del relato. Tampoco subraya la distancia del peninsular cuando llega a las islas y tarda un poco en aclimatarse a los modos y costumbres de esta tierra, como sí hizo Lorenzo Silva en La niebla y la doncella. Se le agradece a Alberto Val pero recuerdo que también se lo agradecí a Silva cuando leí La niebla y la doncella.
Con estos personajes (hay muchos más, la mayoría policías nacionales, como Aguilera) y estos elementos, Alberto Val construye un relato entretenido, que se deja leer muy bien. Capítulos cortos, frases directas y una acción que va in crescendo hacen que la novela enganche.
En cuanto a los ambientes, el de la comisaría y los agentes que en ella trabajan, recuerdan a los que uno ha visto mil veces en películas y leído otras tantas en novelas. Los personajes son en blanco y negro, sin grises, así que por un lado están los malos, dos gigantes y tatuados gángsters rusos que hacen de guardaespaldas de quien da nombre al libro, La Perra, una mujer a la que le arrebataron con toda crudeza su infancia, y en el lado de los buenos, Guiomar Aguilera y el comisario Carmona, que hace la misma función del jefe que abronca a Clint Eastwood en Harry el sucio, aunque como a éste las palabras que le suelta le entran por una oreja y le salen por la otra a Aguilera, que bastante tiene con su vida en casa, cuidando a un niño enfermo. Y sola.
Con este panorama, la destinan a que investigue la desaparición del tenista con un agente recién salido de la academia: Eduardo Román.
La relación entre ellos pero sobre todo la fotografía “real” que intenta imprimir al relato de cómo es el trabajo en una comisaría, en este caso la de la Comisaría de la Policía Nacional del Puerto de la Cruz-Los Realejos es lo mejor de una novela que cuenta con un protagonista que podría degenerar en serie.
El marco geográfico de la novela es Puerto de la Cruz y Los Realejos. El autor se permite ciertas licencia en su dibujo de la ciudad, como la ubicación de un club de tenis del que sale Cristian Velasco. Es aquí, en este club recreado, donde el lector observará las capacidades de los dos agentes en los interrogatorios Por un lado, la ruda distante de Aguilera y por otro la cercana de Román.
A modo de conclusión La Perra es una novela policíaca con policías como protagonistas pero no se trata de una novela negra y criminal porque pese a que se denuncien algunas cosas, como que son los ricos los que estimulan las peleas clandestinas de perros y entre seres humanos porque son los únicos que son capaces de gastar un dineral por contemplar cómo se despedazan en un ring.
LO MEJOR: Se lee muy bien. La historia engancha
LO PEOR: En ocasiones se puede llegar a pensar que eso ya se ha leído o visto en otra parte
Saludos, calor, desde este lado del ordenador