Domingo Luis Hernández: “Luis Mateo Díez es uno de los mejores novelistas europeos de los últimos tiempos”

Con Luis Mateo Diez: el reposo de los muertos (Peter Lang, 2023) finalizamos el ciclo de entrevistas que a lo largo del pasado mes de agosto hemos dedicado al escritor y profesor Domingo Luis Hernández a propósito de la publicación este mismo año de cuatro obras de su autoría y que incluyen desde el ensayo a la poesía.

- ¿Cuándo se despierta en usted el interés por estudiar la obra de Luis Mateo Díez?

“Fui muy amigo de don Ricardo Gullón que, como se sabe, era un gran estudioso de la novela española contemporáneo. Y yo realizaba en la ULL un larguísimo curso en la época en la que más coincidimos que se llamó La literatura y sus límites. Lo invité a él, claro. En esa ocasión don Ricardo fue taxativo: Luis Mateo Díez tiene que asistir a este ciclo, me dijo, porque es el mejor novelista español de los últimos tiempos. Con esa señal zumbando en mi cabeza, me desplacé de inmediato a la obra dicha; leí Las estaciones provinciales, La fuente de la edad y alguna novela más de la época. Y lo confirmé; don Ricardo tenía razón: es un novelista extraordinario. Lo invité al curso dicho. Aquí hablamos muchísimo. Entre otras cosas le hice una entrevista para La Página que resultó muy provechosa. Y desde esa fecha estamos en contacto continuo Luis Mateo y yo. La cosa ha dado la amistad, amistad que comparten nuestras casas y nuestras familias. Y desde entonces toda novedad de Luis Mateo Díez ha llegado a mi casa. Y por eso me he internado de manera primorosa en su obra, eso ha hecho que el interés inicial se convirtiera en un interés más señalado, académico, crítico y ensayístico”.

- ¿Por qué El reposo de los muertos?

“Hay varios motivos que condicionan la construcción de este libro. En primer lugar, la cierta desidia crítica en España. Luis Mateo Díez es un señor de León y una parte importante de su obra (desde la fantástica Las estaciones provinciales a la excepcional La ruina del cielo) está ubicada en esos territorios. De donde con Luis Mateo Díez ocurre algo parecido lo que ocurrió con nuestro Galdós: la desconsideración por el lugar lateral, supuestamente lateral, de procedencia. Y eso es muy propio. No cuenta la obra en sí sino esos pormenores sectarios. O lo que es lo mismo, Borges no es el excepcional escritor que es, Borges es de Buenos Aires y no de Madrid, y eso pesa”.

- ¿Que descubre en su literatura?

“Lo que descubrimos en Luis Mateo Díez es que es uno de los mejores novelistas europeos de los últimos tiempos. Tanto que los tenidos por los grandes constructores del género (como Tabucchi o Handke) llegan más tarde que nuestro autor a las posiciones cimeras que se le adjudican, como la errancia, la ética, la historia, el juego con los subgéneros, por ejemplo, el policial, etc. Eso ha de ser registrado fehacientemente. De ahí que en un sector del libro Luis Mateo Díez es puesto a convivir con esos autores (Tabucchi, Handke, Chatwin…) Y lo interesante a resolver es cómo se construyen las perspectivas en todos los casos y cómo se articula la novela de esos autores, Luis Mateo Díez en su punto”.

- ¿Quedaron otras preguntas?

“Me plantee prioritario para el caso que el estudio debía de ser sistemático y que debía actualizar los sectores de preeminencia del trabajo del autor. Por ejemplo, Luis Mateo Díez desplaza el inicio de su obra de 1977 (Apócrifo del clavel y la espina) a 1982 (Las estaciones provinciales). Y si hacemos caso al autor perderíamos de vista su excepcional primera novela, una novela compuesta por dos novelas cortas y que señala uno de los discursos más contundentes sobre la historia y el uso de la historia en la novela. ¿Qué estudiar? Primero los motivos que llevan al autor a semejante desplazamiento. Después lo que la novela es en sí y lo que aporta. Por ejemplo, el desplazamiento funcional en las nos nouvelles y qué utilidad técnica tiene, de la primera persona (autobiografía) en la primera y la tercera (omnisciencia autorial) en la segunda. Ese análisis es fundamental. Los aportes son cimeros”.

– ¿Y otros aspectos?

“Un aspecto que me preocupaba era el de hacer entender la maestría narrativa de Luis Mateo Díez. Los aspectos técnicos de la novela son supremos en él, con logros muy pocas veces encontrados en la novela española, algunos muy arriesgados y extremos. Ese trabajo, al que contribuye la llamada “teoría literaria” me parece importante en el libro. De ahí el registro de las voces, los modos, las perspectivas y otras iniciativas constructivas o formales (como se decía antes) del autor que en el libro se estudian y se registran. Me parece además esencial en Luis Mateo Díez: el juego magistral que hace el novelista entre la literatura oral y su función primorosa en el mundo escrito. Esa es, por ejemplo, una de las enseñas magistrales de la extraordinaria La ruina del cielo, una de las más grandes novelas del idioma”.

- ¿Qué características destacaría de la literatura de Luis Mateo Díez?

“Creo que hay una cuestión central en el mundo de Luis Mateo Díez: a él no le interesan demasiado los ganadores, su mundo es un mundo de perdedores. Aunque ese punto no lleva a los personajes al fango del desprecio o de la angustia. Siempre habrá un bar donde tomar unas copas y hablar con los amigos. Y lo que ese asunto contiene: siempre los personajes de Luis Mateo Díez responden; responden a la dictadura de Franco, a la canallesca, a la desilusión… El otro factor a tener en cuenta es el amparo de la ética como centro del marco literario. Eso lo comparte con otros autores de su momento (Tabucchi) y ese marco es esencial. “No hay estética sin ética”, dijo Tabucchi en su momento, y eso forma parte esencial del mundo del autor español. La tercera cuestión es el trabajo exigente y contundente a la hora de elaborar sus novelas. Desde la primer hasta la última. Y esa exigencia es lo que da con una de las obras más sagaces y contundentes de cuantas se conocen. En cuanto a la temática general del Luis Mateo Díez he de decir que es muy variada. Tanto que cada novela explora un mundo particular y singular. Ya dije la historia en la primera. En la segunda un sagaz periodista encuentra una sucia trama de los poderosos en su ciudad (León) que ha de revelar, que ha de publicar. Y el poder lo machaca. Más adelante se compromete con los mensajes de un náufrago en el laberinto-archivo en el que trabajó y que el sorprendido ha de revelar (El expediente del náufrago). O da sustancia al sujeto supremo de la errancia, al vendedor ambulante de Camino de perdición. O arrima enjundia a la novela del confesor en el momento final de su vida con tres mujeres (prostitutas) como referente con el complejo moral y particular que las registra (La mirada del alma). Lo razonable en Luis Mateo Díez es que sus novelas se inscriban temporalmente en la postguerra española, en un año proclamado por él, 1942, que es el año de su nacimiento. De ahí su compromiso político e ideológico contra el franquismo y lo que el franquismo significó. En esa instancia, la novela del autor es novela urbana. Hasta su gran invención, el espacio ideal creado por él que es Celama. Y con Celama lo que Celama significa: el páramo y la vida campesina en el páramo. Lo que tal cosa registra es los seres que existieron y las voces de los seres que existieron en el lugar. Eso da La ruina del cielo, una novela episódica, que alguno llama libro de cuentos, en la que Luis Mateo Diez da cuenta de las vidas de más de ciento treinta (130) personajes”.

- El escritor dice que su primera novela es Las estaciones provinciales pero en su trabajo usted afirma que no es así, que se trata de otra que está construida por dos novelas cortas. ¿Lo consultó con el escritor?, ¿qué valor tiene para usted este título (no) reconocido en la literatura de Luis Mateo Diez?

“El asunto aquí no es consultar con el autor cuál fue su decisión de deslinde (entre otras cosas porque es muy difícil que eluda el valor de esa novela, por ejemplo, el valor de la segunda novelita por sí misma, Blasón de muérdago, que es una de las mejores novelas cortas del idioma); no es eso. La cuestión es analizar, como se hace, el motivo por el que el autor suprime 1977 (año en el que, por cierto, aparece la primera novela de Chatwin, In Patagonia) por 1982. Y eso se hace. Así como el análisis exhaustivo de la novela como tal, las dos novelitas que la componen en su intratable unidad como tal obra expuesta”.


- En su trabajo estudia una serie de novelas que son indicativas en la producción del escritor. ¿A cuáles se refiere y qué elementos destacaría como prioritarios en la producción literaria del escritor?

“En efecto, sí. Es imposible, dada la extensión de la obra de Luis Mateo Díez, construir un trabajo consecuente con un número de páginas asumibles para compartir con los lectores en general, no un trabajo académico que puede contar con páginas infinitas y un sector de lectura muy especializado. Hube de elegir y elegir en consecuencia. Primera alternativa: novela, solo novela. Porque Luis Mateo Díez es un cuentista considerado, cuenta con unos cuantos libros del género y es, además, un novelista corto considerable. Es decir, ese sector habría de contar con un estudio pormenorizado y específico. Luego, hube de escoger. Y opté por las novelas en las que el genio narrativo y temático de Luis Mateo Díez se expone con más claridad y contundencia. Desde Apócrifo de el clavel y la espina, la primera, a la novela de llegada después de mucho tiempo de aprendizaje que es La ruina del cielo. Con ellas el muestrario de las más incitantes novelas del autor. Por ejemplo, la urdimbre sintomática del nudo y el laberinto en El expediente del náufrago, la singular estrategia narrativa del testigo en La mirada en el alma, la contundencia ideológica en Fantasmas del invierno o la disfunción de oficio, ley y responsabilidad ética en El animal piadoso. Claro que cito y repaso innumerables novelas más de Luis Mateo Díez en el libro, pero esas elecciones me parecen primorosas”.

- ¿Cómo fue su relación con la editorial Peter Lang que publica este trabajo?

“Lo fue a través de una profesora de la ULL de mi departamento que tiene contacto directo con esa editorial y ha publicado varias cosas ahí. Peter Lang es la editorial académica más prestigiosa del mundo. Su sistema de venta directa o a través de la red es excepcional así como su sistema de difusión. Y es una editorial que no opera solo en Alemania sino en Reino Unido, Italia, Francia, EEUU… con contacto directo con las universidades más importantes del mundo. Ella me abrió la puerta de esta posibilidad, hablé con el responsable, me pidieron el manuscrito, se lo envié, lo analizaron y decidieron publicarlo, lo cual para mí fue un fantástico honor”.

- ¿Hubo algún capítulo especialmente difícil de escribir?

“Sí, varios. El primero con dificultades y trabajo extra cuenta la historia ya dicha del desplazamiento del inicio de la obra de Luis Mateo Díez. Ese capítulo fue especialmente cruel. Porque ahí no solo debía de delimitar con consecuencia las razones de la elección del autor (1982 frente a 1977) sino que con el análisis de la novela habría de contradecirlo en consecuencia. Y esa operación no es ni sencilla ni puede ser caprichosa; ha de ser una operación muy ajustada. También me encontré preso de una responsabilidad especial en el análisis de La mirada del alma, una pequeña novela a la que no se le ha prestado demasiada atención pero en la que Luis Mateo Díez muestra ahí un rigor funcional, un rigor de oficio narrativo categórico. Y ajustar ese alcance que va del confesor que cuenta al testigo que escucha y escribirá es muy exigente. Registra esa historia, además, un modus narrandi, la novela del testigo, que se tiene por una de las iniciativas más particulares del moderno: Tristano muore de Antonio Tabucchi. Lo que ocurre es que la novela de Luis Mateo Díez es del año 1997 y la de Tabucchi de 2004. Y eso cuenta”.

- ¿Mantuvo algún encuentro con Luis Mateo Diez a la hora de escribir este libro?

“Con Luis Mateo Díez mantengo constantemente encuentros, pero no para la redacción de los pormenores de este libro, en absoluto. Es posible que haya consultado con él algún detalle oscuro de alguna de sus novelas o algún otro pormenor particular de escritura de una de ellas, pero para lo que yo iba a defender ahí, de lo que habría de analizar y como hube de analizarlo no hubo ningún contacto expreso con el autor”.

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