Óscar, naciste en el lugar equivocado

Tras leer en La Opinión de Tenerife el reportaje Vendida la casa natal de Óscar Domínguez, que firma quien es probablemente uno de los mejores periodistas de investigación del archipiélago, Daniel Millet, me he quedado con un sabor amargo en la boca, claro que esto suele sucederme cuando repaso la prensa local. Un sabor amargo y una sensación de hastío e impotencia que me hace murmurar que en esta tierra nos obligan a vivir contando los días para atrás. Frase que encierra un existencialismo feroz, pero no al modo de Sartre.

La calle es la lagunera de Herradores y su número el 66, y hubo un tiempo, me entero leyendo el artículo, que se barajó la posibilidad de que se convirtiera en casa museo, pero no será así porque, como indica el título, ya ha sido vendida.

Y me pongo a pensar. Y tras pensar me subo por las paredes y la verdad es que concluyo que no entiendo nada.

Independientemente del valor artístico que se le quiera dar a la obra del pintor surrealista canario, cuyos cuadros han subido de valor en los últimos tiempos al entrar en el siempre siniestro mercado del arte, y con los ecos de la película de reciente estreno sobre su vida, me pregunto por qué esa indiferencia, ese déjalo estar que está caracterizando el espíritu de los que habitamos en estas islas. Me da pánico el miedo que nos han inoculado los que están en las sombras pero que vemos paseando todos los días por estas mismas calles en las que los que contamos los días para atrás también caminamos, y una rabia inútil me sacude la conciencia aunque soy consciente de que no me durara mucho. Unos lo llaman el síndrome del aplatanamiento, otros el de los aislados, puede que sea esta enfermedad lo que impide que un puñado de indignados se unan y reclamen justicia… Pero es difícil, yo mismo soy víctima de la calma congénita con que nos tomamos las tomaduras de pelo en las islas. Mejor no protestar, para qué te vas a meter en líos…

Canarias no es tierra de Quijotes, concluyo, sino más bien de satisfechos Sancho Panza, aunque sin la brillante inteligencia del escudero del caballero de la triste figura.

En fin, Óscar, tuviste muy mala suerte: naciste en el lugar equivocado.

No Responses to “Óscar, naciste en el lugar equivocado”

  1. Antonio Almenyda Says:

    Se supera usted en cada apreciación que hace, Don Eduardo. Es una lástima que sea pocos los que tienen el valor de alzar la voz y recitar una obviedad mientras los demás callán por temor a represalias.

    Y de paso le deseo toda la suerte del mundo al señor Millet. No andamos sobrados de gente con el ímpetu necesario para excavar más allá de la primera capa de polvo en la superficie. Esperemos que los cantos de sirena de un puesto como asesor en el gabinete del cacique de turno no trunque tan prometedora trayectora en el periodismo de investigación.

  2. editorescobillon Says:

    Te agradazco tus palabras de aliento. Y por lo que conozco a Millet puedo prometerte que nunca caerá en las garras ni en la órbita de ningún cacique de turno. Su independencia está a prueba de comisiones.

  3. daniel millet Says:

    Muchas gracias, querido Eduardo, y a los comentaristas del blog, por el que aprovecho para felicitarte. Te pasaste, aunque si la realidad se acercara sólo un poquito a lo que tú opinas sería más bien porque he tenido a maestros como tú bien cerca, para aprender todos los días, y a amigos como tú, siempre predispuestos, para recibir un poco de cariño en los momentos difíciles.

    Por cierto, si hay algún ‘cacique’ por ahí interesado en ficharme, que me llame, por favor, que no me he enterado de nada y ando falto de un adosadito.

    Un abrazo

  4. editorescobillon Says:

    Te devuelvo las gracias, compañero, y agradezco tus palabras de aliento que creo inmerecidas. Y no, querido amigo, no. No puedo considerarme uno de tus maestros. Tu intuición y tu olfato para seguir la noticia no se enseña en ningún sitio. También tu reconocida y apreciada –por amigos y enemigos– honestidad.
    Un abrazo muy grande de alguien que además de quererte te aprecia como un hermano. ¡¡¡Y mira que es difícil en este oficio de husmeadores a sueldo!!!

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