Justo homenaje al periodista y escritor Gilberto Alemán

Hay un puñado de grandes profesionales de la información en Canarias. Su único problema es que por una u otra razón decidieron quedarse en este archipiélago abandonado de la mano de Dios, tan poco generoso con los suyos. Desde que comencé en esta actividad deportiva que es el periodismo entre los nombres legendarios del oficio o los sumos sacerdotes de una religión sin dioses siempre estuvo, que yo recuerde, Gilberto Alemán, un señor que si bien no conozco personalmente sí que lo conozco por lo que nos ha dejado escrito. En especial en su última etapa profesional con una serie de estampas costumbristas de un Santa Cruz y de una isla, Tenerife, que no sólo no ha sabido transformarse físicamente sino también espiritualmente.

Celebro por ello, y sobre todo porque en este en ocasiones lamentable y patético oficio hay poco que celebrar, que la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) imponga mañana, miércoles, en el Ayuntamiento de la capital tinerfeña una de esas distinciones que se crearon para rendir tributo a una carrera que cumple la friolera de 50 años.

El acto comienza a las 13 horas y asistirá entre otros además del homenajeado, el presidente de la FAPE, Fernando González Urbaneja.

La carrera de Gilberto Alemán de Armas (San Cristóbal de La Laguna, 25 de abril de 1931) es de infarto: fue redactor (1957-1969), jefe de sección (1969) y de nuevo redactor (1976-1978) de El Día de Santa Cruz de Tenerife; redactor de Hoja del Lunes de Tenerife (1960-1979), director de la revista universitaria Nosotros (1958) y de Diario de Avisos durante el período de traslado del periódico desde Santa Cruz de La Palma a Santa Cruz de Tenerife (1973-1975) y redactor jefe de La Tarde (1980-1982).

Como emigrante en Venezuela dirigió el semanario 7 Islas y fundó en 1980 la agencia informativa SID, primera de esta naturaleza que se estableció en Canarias. También tuvo a su cargo la dirección del semanario Archipiélago, que se publicó en la capital tinerfeña en 1981. Entre 1986 y 1988 estuvo al frente del gabinete de prensa del Parlamento de Canarias.

Desde su fundación en 1999, comenzó a publicar una crónica diaria en el periódico La Opinión de Tenerife. Su currículum también reseña su paso por Radio Club Tenerife, Televisión Española en Canarias, donde realizó diversos programas en los primeros años de la implantación de la emisora en las Islas, así como sus pinitos en el mundo del teatro,en obras como Plaza mayor (1955), Al final de la calle (1960), Entonces era otoño y Cuatro estudios en negro (1965) y El paraguas, escrito especialmente para el grupo de teatro de sordomudos de Tenerife. En 1962 obtuvo el primer premio de narrativa infantil de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife con la narración El baúl de mi abuela y fue finalista y accésit del concurso de narrativa Ciudad de Santa Cruz de Tenerife con la novela Tiempo sur.

Da fatiga leerlo, la verdad, pero eso no es obstáculo para que me quite el sombrero y reitere mis felicitaciones no ya al maestro sino al compañero que a pesar de las adversidades, las humillaciones y la tontería extrema de los propios compañeros (trabajamos en un sector que si se distingue por algo es por  su falta de corporativismo) continuó dándole a la tecla sin apenas descanso y lo que es mejor,y cuando pudo o lo dejaron, sin pedirle permiso a casi nadie. Yo no sé como lo soportó, pero sólo por soportarlo se merece ésta y un millón de distinciones similares.  

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