Un recuerdo rabioso en honor de Jim Thompson

thompson.jpg

Fue un escritor de la vieja escuela, áspero y tierno, duro y salvaje, desconfiado pero también ingenuo. La mayoría de sus novelas son un punto y aparte en la literatura policíaca. Su universo, como el de otro de los grandes, David Goodis, es cerrado pero se desarrolla en escenarios abiertos, tabernas pobladas por marginales y perdedores, hombres y mujeres que ahogan sus miserias en alcohol. Probablemente por todo esto y por algo más, este que suele escribirles tiene cierta debilidad por Jim Thompson, y cuando descubre un nuevo título del escritor pues nota como se le acelera el pulso ya que en contadas ocasiones se ha sentido decepcionado tras leer alguna de sus historias. En cada uno de los títulos que compone la vastísima bibliografía de Thompson no hay momento para el respiro. Fue un escritor de sujeto, verbo y predicado. En sus historias no caben descripciones felices ni giros literarios. Todo cuanto pasa parece que pasa ante nuestros ojos, y lo que es mejor, sintiendo casi lo que sienten sus protagonistas.

Escritor asalariado, cuenta la leyenda que muchas de las historias de Thompson eran resúmenes que le pasaban los editores de sus libros para que los desarrollase en una serie de novelas baratas y con portadas llamativas.

En las novelas del escritor no hay fe ni en la ley ni en la justicia. Su mundo está repleto de personajes atrapados en la telaraña del deseo e incluso a relaciones un poco más abominables. Sus antihéroes son perdedores de una pieza, alcoholizados y sin demasiadas esperanzas en el futuro. Lo único que les hace moverse es ganar dinero y si ese dinero está manchado de sangre, tanto mejor.

Corrupción, madres que se acuestan con sus propiso hijos, rateros del tres al cuarto y policías con una inquietante pasión por el asesinato son sólo algunos de los protagonistas del ponzoñoso universo del escritor. Alguien que mascaba rabia cuando escribía, o esa es la sensación que uno percibe en su fascinante autobiografía En bruto, aunque también en novelas tan espléndidas como El asesino dentro de mi, protagonizada por un sheriff, Lou Ford, que literalmente asesina a todos sus vecinos; y 1280 almas, donde otro sheriff va liquidando a las 1280 almas del pueblo porque lo hacen infeliz; Ciudad violenta, Al sur del paraíso y Sólo un asesinato, son otras de sus excelentes novelas.

Cineastas como Stephen Frears y Sam Peckimpah han llevado sus hsitorias a pantalla grande en Los timadores y La Huida, respectivamente, modificando en parte su original literario para, en ocasiones, mejorarlo si cabe.

En las novelas del gran Thompson se aprecia además una serie de constantes que como un feroz complejo de Edipo, el alcohol, la castración y la policía como instrumento represor y corruptor lo convierten hoy en un escritor políticamente incorrecto, quizá porque siempre estuvo más interesado por los retortijones del alma humana que por otra cosa.

 Thompson tuvo una biografía igual de apasionante que sus novelas. Hijo de un sheriff corrupto de un condado de Oklahoma, tras dar varios tumbos cayó en manos de su abuelo quien además de iniciarlo en la lectura lo inició también la ciencia del alcohol.

A lo largo de su vida desempeñó diversos oficios, fue simpatizante del Partido Comunista Americano y guionista de la serie Ironside y del mismísimo Stanley Kubrick en una de las mejores (y sin embargo menos reivindicadas) películas del cineasta como es Atraco perfecto. También trabajó en otro de los grandes filmes del director: Senderos de gloria. La mayoría de sus novelas han sido traducidas al español pero como resulta ya sospechosamente habitua, son muy difíciles de conseguir. Bruguera editó en su día 1280 almas y La saga de los King, que es una novela que parece un western policíaco. Muy violenta, aunque no de lo mejor del escritor. La mayoría de sus novelas las editó la mítica Ediciones Júcar en su colección negra. Ediciones B publicó también algunas novelas de Thompson en la colección Etiqueta Roja, entre otras editoriales.

Thompson, que había nacido en septiembre de 1906 en Anadarko, Oklahoma, falleció en abril de 1977 en California. Su muerte supuso una irreparable pérdida para la literatura norteamericana. Opinen o no lo mismo los inquisidores de la moral y el buen gusto.

No Responses to “Un recuerdo rabioso en honor de Jim Thompson”

  1. María José Says:

    En mala hora leí a Jim thompson. Ahora , lea lo que lea, no puede comparársele.El más grande.

  2. editorescobillon Says:

    A mi me pasó algo parecido, aunque en cuanto a los clásicos de la novela negra norteamericana (la mejor, pero es una opinión personal) también tengo debilidad por David Goodis, Horace McCoy, W. R: Burnett, Don Tracy y una lista extensa, extensísima. La literatura policiaca y la literatura estadounidense en general vivió aquellos años (30 y 40 fundamentalmente) lo que sin sonrojo alguno me atrevo a calificar de su edad dorada.

Escribe una respuesta