El último refugio

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Los aficionados a la novela policíaca en España somos muchos. Cierto es, no obstante, que el lector de novela negra que no detectivesca forma parte de innumerables tribus, pero es fácil reconocer. A mí me gusta, y mucho, la novela negra, sobre todo lo que se cocinó en los Estados Unidos en los años 30 y 40, también los 50 y un poquito menos la de los 60 y 70. No sigo con demasiada atención a los nuevos escritores del género, salvo casos muy aislados (y revival) como James Ellroy, pero sí que presto atención a lo que nos viene desde tierras latinoamericanas. De hecho, creo que el movimiento “negro” en muchos de estos países tiene bastante puntos de contacto con las ficciones policiales que lo hicieron grande en los Estados Unidos. Es decir, que la crónica policíaca la cuenta, generalmente, el que está al margen de la ley. O el marginado para que me entiendan. Me encuentro estos días leyendo, que digo leyendo, devorando casi literalmente Cadáver de ciudad, de Juan Hernández Luna, escritor mejicano que obtuvo el año pasado el premio Hammet 2007 a la mejor novela precisamente con esta novela.

 Se trata, advierto, de un título no apto para todos los públicos por la crudeza de algunos de sus personajes y de lo que hacen, y no tanto por estar narrada en tres tiempos. Es un título potente por su crudeza, y algunas de sus páginas son de esas que no dejan de noquearte continuamente. Me tiene enganchado, y como todos esos títulos que suelen engancharme, lo leo a sorbos, un día tres páginas, otro cuatro… para demorar llegar al final.

Julio es el mes de la novela negra en España. Y es el mes de la novela policíaca porque la ciudad de Gijón se viste de negro para celebrar una semana dedicada íntegramente al género. El responsable de esta fantástica idea es además de un excelente escritor, Paco Ignacio Taibo II, uno de los más esforzados y rigurosos editores que ha tenido esta literatura negra en habla hispana. Yo siempre recomiendo a los aficionados que se den una vuelta por la ciudad asturiana por estas fechas, hago extensiva la recomendación a los organizadores de propuestas similares en las islas. En la Semana Negra la literatura, las charlas, las exposiciones, la feria de libros policíacos convive en perfecta comunión con la verbena. Recuerdo una vez como disfrutaba sintiendo las tripas protestar mientras ojeaba libros de la editorial Júcar y Cosecha Roja. La razón es que llegaba a mis narices el seductor olorcillo de unos deliciosos calamares a la romana que estaban cocinando en el chiringuito de al lado en ese mismo momento.

La ciudad entera se viste, además, de fiesta. Hay conciertos en las calles, buen rollito por los parques y una larga y extensa lista de establecimientos de restauración donde satisfacer a tu maltratado estómago.

Desde ese día asocio Gijón a uno de mis géneros favoritos. Por eso, quizá, siempre me saliva la boca cuando encuentro un título de unos de mis autores reverenciados en el rastro o en una librería de viejo. Están de suerte, sin embargo, los que han llegado tarde a la novela negra o los que la están descubriendo (benditos sean). Se editan a los clásicos, y el abanico incluye a maestros del polar francés como Jean Patrick Manchette, escritor que cuenta con una de las mejores novelas del género de todos los tiempos: Volver al redil, traducida en viñetas por el maestro Tardi, así como a narradores tan extravagantes y personales como Marc Behm. Paralelamente, el género convive con historias detectivescas ambientadas en periodos históricos que no es el nuestro (estás también me gustan bastante) y con detectives de hoy que no terminan de convencerme. Soy, en este sentido, un tipo que apuesta por lo de antes antes que por lo que se hace ahora. Pero qué quieren que les diga, todas aquella literatura me parece más auténtica y vitalista que la de estos días. El ladrón era un tipo con corazón roto y un desperado; el policía un delincuente con uniforme al servicio de los tipos que gobernaban la ciudad o el estado; el detective privado un personaje al margen, ni demasiado listo ni demasiado tonto. Es probable, eso sí, que demasiado ingenuo…

Pero me conformo con que el género siga vivo.

Debajo un regalo para iniciados, los ganadores de los premios que concede la  Asociación Brigada 21 de las novelas editadas a lo largo del 2007:

* Mejor novela en castellano
Cuerpo a cuerpo, de Eugenio Fuentes, editada por Tusquets

* Mejor novela traducida al castellano
Una novela criminal de Giancarlo de Cataldo, editada por Roca Editorial

* Millor novel.la en català
Aigua bruta, de Pau Vidal, editada per Empuries

* Millor novel.la traduïda al català
El secret de Christine F., de Bejamin Black, editada per Bromera

* Mejor primera novela
Entre dos aguas, de Rosa Ribas, editada por Umbriel

* Premi Florenci Clavé a la mejor portada
El caso del cadáver sonriente, de Paco Piquer, editada por Rey Lear

* Premio Rescate a la mejor reedición de alguna novela agotada desde hace más de diez años.
Prótesis, de Andreu Martín, editada por La otra orilla

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