Algo huele a podrido en… Tenerife

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La historia que les voy a contar parece de cine. También puede ser interpretada como un melodrama, pero juzgándola da risa. Para ello es imprescindible viajar en el tiempo. Concretamente a la noche del sábado 26 de julio. El escenario la plaza de la isla de La Madera, cae la noche. Es el último día de la exitosa representación de la Gesta del 25 de Julio.

La concejal de Fiestas del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Maribel Oñate, asiste desde un balcón al desfile de las tropas derrotadas británicas y a las victoriosas españolas exquisitamente vestidas de época, finales del XVIII. Redoble de tambores, las flautas tocando… En el teatro Guimerá se representa mientras tanto Hamlet, el clásico de don Guillermo Shakespeare montado por Juan Diego Botto.

Suena un teléfono. “Maribel, Maribel, que dicen que vienen los de la Unipol para controlar que los fuegos artificiales desplegados en la plaza suenen cuando finalice la obra, el Hamlet ese que no hay quien lo entienda…”

Maribel se pone blanca como la cera. Casi sufre un desmayo.

La pobre debe pensar en el efecto. Imaginad a un escuadrón de los súper hombres de Harrelson (digo Zerolo) entrando a saco en la plaza y limpiándola de ingleses (¿acaso también de españoles?) al grito glorioso de “que muera el Nelson, que muera el Nelson”, el pobre contralmirante que ya no tenía brazo.

Hamlet, mientras tanto, va exclamando sobre el escenario del Guimerá lo de “algo huele a podrido en… Tenerife” y recitando el monólogo de “ser o no ser”.

Los minutos pasan, el desfile de tropas se demora y la gente se mosquea. En off se oyen los tambores y las flautas tocando.

“Qué se nos va la gente, Maribel, que se nos va la gente y todavía tenemos que regalarle la bola de queso al Nelson” exclama un miembro de la organización. La Unipol parece que no quiere recordar la Gesta y se queda en los cuarteles de verano (porque no era invierno). “Qué suenen los cañones, digo los fuegos” dice otro cuando no ve aparecer a los hombres de negro. Estalla la pólvora, la plaza de la isla de La Madera parece víctima de un incendio. En ese mismo momento, en el teatrito de provincias Botto exclama “ser o no ser, ese es el dilema”.

 Ovación del público. En la plaza y en el teatro, aunque no fue la mejor representación del Hamlet en Tenerife, me chivan.
 Maribel recupera los colores y sale poco a poco del sofoco.

 Dicen quienes me lo cuentan que no es un cuento.

 Y me lo creo. Viviendo en un sitio como éste ya hay pocas cosas en las que no crea.

 Yo también soy de los que he visto perros verdes.

 Algo, inevitablemente, huele a podrido en Tenerife.

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