La esperanza es lo último que se pierde. Algo sobre ‘Candilejas’

La Filmoteca Canaria estrena hoy en nuestro cine que dejará de serlo a finales de año una de las grandes películas de Charles Chaplin durante su etapa sonora, Candilejas. El filme sirve como apertura del tercer festival Clowbaret. ¿La hora? las nueve de la noche.

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Aplaudo que se haya escogido esta inteligente reflexión sobre el paso del tiempo, la comedia y los cómicos de Chaplin para inaugurar esta edición con la risa, tan necesaria en estos tiempos de crisis y de caras largas. La película habla de cómicos que ya no hacen reír, de la magia del teatro y de esas extrañas criaturas que somos los espectadores, tan caprichosas en sus gustos. Es decir, que un día aplaudimos a Calvero y mañana a Romero, con independencia del talento de uno y otro.

No lo tuvo nada fácil Chaplin cuando rodó Candilejas. Ya tenía fama de cineasta comprometido y rojo en un país, como son los Estados Unidos, con tanta aversión a cualquier ideología que se asocie a este color, y sin llegar a la redondez cínica y cruel de su obra maestra en el sonoro como es Monsieur Verdoux (filme inspirado en una idea de Orson Welles) no deja de sorprender Candilejas porque apenas parece que el zarpazo del tiempo le haya hecho mella. Esta es una cualidad de lo que conocemos como clásicos, y Chaplin fue siempre un clásico.

A raíz precisamente de Welles, han circulado varias leyendas negras en torno a este filme. La mayoría de ellas para manchar el nombre de ese gran cineasta que fue Charles Chaplin. La más conocida de todas es que el actor y director, en las apenas dos escenas que comparte con un encallecido Buster Keaton, le quitó protagonismo al responsable genial de El maquinista de la General. Quizá tengan razón, pero les garantizo que el número que hacen los dos sobre el escenario, con Chaplin intentando tocar el violín y Keaton el piano, forma parte de la antología del HUMOR con mayúsculas no ya solo de la historia del cine sino también de la COMEDIA con todas sus letras. La escena está monopolizada por Chaplin, pero dejen volar su espíritu y disfruten del genial número que hace con las piernas. Eso es humor, y cómo. Yo no me canso de ver esta escena una y otra vez cuando estoy triste. Logra lo imposible, que el pesimismo que me carcome descanse al menos un par de minutos gracias a la risa que me provoca ese breve fragmento.

Estas líneas de urgencias, escritas a primeras horas de la mañana y aún con la reseca de que el nuevo presidente de los Estados Unidos es Barack Obama, me reconcilia no ya solo con ese gran país que es Norteamérica sino también con mi incierto futuro (futuro igual de incierto, me imagino, que el de la mayoría de todos ustedes). Y sí, visto el cambio, creo que nosotros también podemos. La esperanza, y Candilejas es también una gran película construida sobre esta premisa, es lo último que debemos perder.

Que tengan buen día.

Y ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!! 

No Responses to “La esperanza es lo último que se pierde. Algo sobre ‘Candilejas’”

  1. h Says:

    Vengo de allí. Maravillosa, es la primera vez que la veo en pantalla grande, y la he disfrutado más si cabe que en otras ocasiones. Gracias, Chaplin, por todo.

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