Una novela y una película que te hace ver el mundo de otro color en tiempos de crisis

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La iniciativa fue buena aunque algo frustrante en su contenido. Me refiero a la venta de libros antiguos al precio simbólico de 1 o 2 euros en la Casa de la Cultura que propuso la Fundación Ataretaco hace unas semanas y a la que, como es natural, visité con el sano entusiamo con que visto todas las librerías y puestos donde venden libros viejos y usados.No encontré mucho, sin embargo, aunque vi títulos de cierto interés de Pierre Benoit, un escritor francés de novelitas de aventura que tiene su gracia. No estaba el título clave de Benoit, La Atlántida, ni su estupenda La castellana del Líbano, pero esas cosas pasan. De todas formas, agradezco muchísimo a Ataretaco haberme topado con uno de esos libros que llevaba años buscando, El paso del noroeste, de Kenneth Roberts, volumen generoso en páginas que si bien ha sido reeditado recientemente a un precio de crisis, por prohibitivo,  he logrado adquirir ahora en una edición de los años 40 sencillamente deliciosa.Sé que a muchos lectores les irrita, y es una costumbre que afortunadamente ya no se estila en nuestros traductores, pero me encanta leer una gran novela de aventuras (y esta lo es) donde se ha castellanizado los nombres de todos los personajes. Es decir, que donde originalmente es Oliver, en la versión española es Oliverio;y Richard, Ricardo; y Johny pues Juanito; y Elizabeth, Isabel, etc, etc… y esta traducción que tengo de El Paso del Noroeste es así. Otra cosa es cuando el escritor, para ponerse interesante, asigna incógnitas a sus personas, ya saben: “estaba el señor X… tomando un café cuando entró en el salón la señorita Y… con un revólver en la mano…” Algo odioso para este que les escribe que, insiste, detesta esos “misterios”. La primera vez que oí algo de El paso del noroeste fue gracias a la obra maestra que rodó KIng Vidor en 1940 sobre esta legendaria novela de aventuras. El filme está protagonizado por un gigantesco Spencer Tracy, en el papel del mayor Rogers, secundado por Robert Young, Walter Brennan (uno de esos actores secundarios que son más que secundarios, yo diría casi que protagonistas junto al actor protagonista) y Ruth Hussey, entre otros. La película fue la primera en color del director, que cuenta también con otro de esos western que marcaron mi vida: Duelo al sol, y es bastante fiel a la novela. Claro que a ello contribuyó que participará en la redacción del guión el propio novelista, Kenneth Roberts. Los puristas del western consideran El paso del noroeste un pre-western, o una película cuya acción se desarrolla en los años como colonia británica de los actuales Estados Unidos, en plena lucha contra franceses e indios por los territorios del noroeste. A este tipo de novelas y películas se adscriben también El último mohicano y Corazones indomables, entre otras muchas, y podríamos añadir al mismo saco todas las películas que se han rodado de la gloriosa guerra de independencia estadounidense. A mi, particularmente, este periodo histórico siempre me ha fascinado, ya que muestra el germen del nacimiento de una nación  (Robert Graves ofrece la mirada británica en sus dos estupendas novelas dedicadas al sargento Lamb) que se forjó no es las calles como sugiere Martin Scorsese en Gangs of New York, sino en sus villorrios y bosques…La América pionera y salvaje, para que nos entendamos, y que tan bien ha sabido explotar el cine (y la literatura y su pintura también) norteamericano.En este sentido, y para aficionados desgarrados y de verdad, El paso del noroeste de Vidor es un clásico, una obra maestra, una cinta redonda que se inspira en una novela igual de redonda, uno de esos libros que en tiempos de crisis te hace ver el mundo de otro color y de paso te transporta (y Vidor supo hacerlo la mar de bien en su película) a otros territorios, a geografías inexploradas e indómitas que al final son doblegadas por el carácter de un puñado de hombres que no le tienen miedo al futuro. Sólo por eso, por encontrar en una montaña de volúmenes con olor a viejo (que es el verdadero olor de los libros que se hacen llamar libros), le doy mi más humildes gracias a la Fundación Ataretaco, pero también al señor Roberts y al señor Vidor. Y no, no me olvido: ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!

No Responses to “Una novela y una película que te hace ver el mundo de otro color en tiempos de crisis”

  1. Lectora Says:

    ¡Hola!
    Me alegro de que encontrases al menos una obra de tu interés en el mercadillo y, sobre todo, que hayas disfrutado del paseo.

    Se me ocurre que, si la biblioteca le da más publicidad al asunto para el próximo año, quizá la gente se anime a aligerar sus bibliotecas de libros que ya no disfrutan y, en vez de tirarlos, los done al mercadillo. Seguro que saldrían a la luz obras increíbles… que ahora acaban en la basura o en manos de sobrinitos “asesinos”.

    Saludos y suerte para todos con Mr. Víctor.

  2. Sarah Mirkovitch Says:

    En una de estas incontables (y a menudo intragables) cadenas de televisión que una acostumbra a “zapear”, hoy un lunes cualquiera de un mes cualquiera, me topo con este joyita de King Vidor…y decido procrastinar conscientemente ya que me pica la curiosidad: ¿sabía el “inmortal” Michel Serres cuando escribió “El paso del Noroeste” de la existencia del libro de Kenneth Roberts?

    Google mediante, le descubro también a usted…todo un disfrute. Gracias.

    Y tal vez la obra de K.Roberts/K.Vidor y el ensayo filosófico de M.Serres tengan algo en común…el mirar el mundo de otro color en tiempos de crisis.

    Saludos de la traductora del otro paso al nororeste.

  3. editorescobillon Says:

    Estimada Sarah, es un honor contar con tus palabras. ¡Queremos más Roberts!

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