El enigma B. Traven

El caso de B. Traven es uno de los más extraños de la literatura. Nadie sabe exactamente quién fue. De hecho, ¿existió realmente el escritor? De eso hay constancia porque dejó un puñado de novelas que engrandecieron el género de la aventura, pero son muchos los especialistas e investigadores que se rompen la cabeza intentando revelar quién estaba detrás de todas esas grandes creaciones literarias. Leed este interesante artículo que firma Barry Gifford, no tiene desperdicio. Lo importante, nos pese, no es ya saber quién fue Traven; tampoco porqué se escondió detrás de un pseudónimo y no quiso dar la cara, lo importante es el legado bibliográfico que le regaló al mundo. No sé si fruto de su experiencia (algo me dice que sí) o de su imaginación (algo me dice que no).

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La novela más conocida de Traven es El tesoro de Sierra Madre, que fue llevada al cine por John Huston con Humphrey Bogart como protagonista, en el que, personalmente, considero que es uno de los mejores papeles de su carrera como actor. La historia transcure en Méjico, y nos presenta a tres vagabundos norteamericanos perdidos en un país que les es hostil. Por los azares de la vida, estos tres personajes se trasladan a Sierra Madre en buca de oro, preciado metal que encuentran aunque son acosados por bandidos con un refinado sentido religioso, así como por el hambre y la sed. El tema central de la novela es, sin embargo, la codicia. Y finaliza (no voy a revelarles el final) como tiene que terminar cualquier aventura condenada al fracaso. Hay, no obstante, un elemento de redención en esta novela que se lee casi sin darte cuenta. El filme de Huston es extraordinario, pero su material literario es, si cabe, superior.

En mi búsqueda de Traven di años más tarde gracias a un especial del fanzine El Grito dedicado a Méjico con un relato del autor titulado Macario. Es una bonita historia fantástica, delicada y humana, y en la que la que aparece la muerte como protagonista. Inquietante presencia la de la muerte como personaje en la literatura. Es un ser molesto, quizá porque somos conscientes que para ella no existe la palabra compasión. Cuando da su llamado, vayas en primera clase o tercera en el vagón de la vida, te tocó turno. Y con ella no hay negociación. Incómoda compañera de viaje, la vieja.

La mejor novela de Traven, o esa historias que te deja tarumba porque te marcó al rojo es El barco de la muerte. Una novela que aparentemente parece marinera de las de toda la vida pero en la que, pese un hondo sentido existencial, se te clavan en el corazón superando cualquier tipo de coraza emocional. Tengo este título, al que cuidado como oro en paño, en una edición del Círculo de Lectores que compré hace años. Esos años en los que era joven y supongo que más feliz.

En mi biblioteca Traven también ocupa un lugar de honor su extraordinaria El puente en la selva, protagonizada una vez más por uno de esos personajes que yo llamo Traven cien por cien: un viajero desnaturalizado, sin patria y naturalmente sin una moneda en el bolsillo, que asiste a la irrupción de la muerte en una aldea perdida en la selva.

Hoy sigo buscando más títulos traducidos del escritor cuando visitó rastros y librerías de viejo, pero mis intentos han sido inútiles. Casi me siento como uno de sus personajes en mi enloquecida obsesión por seguir leyendo sus historias. Provoca adicción, y sobre todo al cerrar las tapas de sus libros, una sensación de que la aventura de verdad es la que te hace más fuerte.

Quién sabe, quizá encuentre mañana otra de sus novelas. Yo, en contra de sus antihéroes, soy de los que piensa que la esperanza es lo último que debe perderse.

¿Lanzamos el grito? Lancemos el grito quien sabe si por última vez: ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!! 

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