Gracia triste y cansada

Vengo de la presentación del libro de Eliseo Alberto, El retablo del conde Eros, y siento cierta tristeza. A pesar de que el escritor cubano tuvo gracia. Esa gracia caribeña que todo lo empapa, pero me supo a gracia triste, cansada. Es probable que el escritor estuviera cansado. Recién llegado de México, que es donde vive en una extraña suerte de exilio.

Intento entrevistarlo, y pese a su amabilidad cansada al final desisto. Se suponía que el encuentro se haría al finalizar su presentación graciosa pero cansada y descafeinada, y me doy cuenta que el escritor y guionista no está para esas cosas. Lamento tener que tirar el cuestionario laboriosamente elaborado.

Dice cosas bellas, pero a la cubana. Es decir, que le cuesta un riñón ir al grano. Cuenta una historia que enlanza con otra historia y con otra… habla de escritores por los que siento cierta gratitud vaga, como Norberto Fuentes, que me parece el más listo de esa generación de acomodados intelectuales cubanos que se fueron un poco tarde, y las apunto en un papel que me facilita un amigo. “En esta novela todo es mentira”, “los malos escritores tienen su razón de ser, aunque a veces tienen muchos lectores como Pérez Reverte“. El público se ríe del chiste pero yo no. Y es que a mí, probablemente, me encantan los malos escritores como Pérez Reverte, del que no he leido ninguna de sus novelas pero sí sus artículos. Por lo menos dice lo que piensa, sin barroquismos. Directo al grano.

Alberto suelta una frase final para cerrar su intervención, cita a su padre: “Mi padre era un hombre muy especial. Extraordinario. Sólo me dio un consejo como escritor: nunca le tengas miedo a la ternura, esa debilidad te hará fuerte”.

El viejo escritor cubano resulta tierno, cansado y algo descafeinado. En su última novela asegura que rinde homenaje a los malos escritores. Pienso a modo de preguna si él será uno de ellos… La historia de El retablo del conde Eros promete, sin embargo. Pero no sé si la leeré. Es una novela ambientada en la mítica Habana de los años 50 y pretende ser, reitera, un tributo a los malos escritores. El conde Eros del título parece ser, de hecho, que existió de verdad. Escribía novelas pornográficas con títulos tan sonoros como Leche cortada y Las mujeriegas. En fin.

El también guionista de Guantanamera se encuentra en Tenerife para dar clases en el LEAC.

Saludos cansados, descafeinados y con gracia triste a este lado del ordenador.

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