Puerto de la Cruz es una ciudad que poco a poco, pasito a pasito, intenta recuperar el espacio cultural que una vez (en ese lejano pasado que fue ayer) disfrutó. Todavía recuerdo las ediciones del Festival de Cine Ecológico que cubrí cuando militaba como periodista en La Gaceta de Canarias, y los largos paseos que me pegaba a la vera del mar, contagiándome de la humedad pegajosa y con sabor a salitre en esa ciudad a la que tanto amo.

En el Festival conocí a muchos ilustres y también deslutrados cineastas y actores, y si bien nunca fue un Festival de primera división (categoría al que sí aspira el de Las Palmas, dignísimo sucesor del Ecológico aunque su apuesta se decante por el cine independiente), en aquel entonces podía competir en igualdad de condiciones con otros certámenes igual de modestos.

Como bien saben los iniciados en la turbulenta historia del cine en Canarias y sus periferias, el Festival de Cine Ecológico desapareció por nuestra culpa. Y dejo escrito nuestro culpa porque al contrario de lo que ha pasado con el de Las Palmas de Gran Canaria –que ha cumplido 10 años pese al último desplante de las autoridades locales y regionales el día de su clausura–, al Ecológico dejamos de tomarlo en serio. Vi y oí cosas en aquel entonces que harían palidecer al replicante que interpretaba Ruther Hauer en Blade Runner, y de alguna de ellas me hice eco en aquel inolvidable periódico que fue La Gaceta.

Tras el cese de Alfonso Eduardo al frente del Ecológico, y la lenta e inexorable agonía que asumió en manos del crítico cubano Juan Carlos Sánchez y después de los entusiastas miembros del Aula de Cine de la Universidad de La Laguna , la muerte del Ecológico significó en gran parte la muerte durante muchos años de toda actividad cultural con algo de calado en la que todavía llaman ciudad turística de Tenerife, aunque afortunadamente y de un tiempo a esta parte las cosas están cambiando gracias a un efectivo y a imitar equipo de gestores culturales que han sabido insuflar vida inteligente a una de las localidades más bonitas de la isla.

No me refiero con ello a la recuperación del Festival, sino al respaldo que se le está prestando a una iniciativa (Mueca) que durante tres se derrama por las calles y plazas del Puerto de la Cruz repartiendo lumonoso entretenimiento a la ciudad bajo la consigna de que llueva o haga sol la función debe continuar.

Mueca es una experiencia única en la isla y un ejemplo no ya para que imiten (mal, por supuesto) otros ayuntamientos sino para que esos mismos ayuntamientos reflexionen sobre la necesidad de llevar el arte (teatro, cine, plásticas, música) a la calle. Sin miedo ni prejuicios, y sí con el único fin de que forme parte del paisaje urbano aunque sea al menos por tres días. Pero tres días de infarto, de participación, de reuniones espontáneas de gentes en la plaza para ver actuar a los saltimbanquis y payasos, a los teatreros de toda la vida, quienes nos enseñan a reír en sociedad y por lo tanto junto a desconocidos.

Lo de Mueca es una experiencia con todas sus letras. Por eso, desde aquí, animo al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz a que continúe con una de sus mejores apuestas, y que no deje que muera como pasó hace años con el Ecológico. ¿La razón? pues que Mueca está a punto de convertirse en una seña de identidad de la ciudad. Y si me apuran de la isla.

¿Cuándo es la cita? el 27, 28 y 29 de marzo.

Yo no me la perdería. Y mucho menos con hijos o nietos.

Saludos con una mueca muy grande a este lado del ordenador.

Esta anotación fue publicada el Miércoles, 18 de Marzo de 2009 a las 16:55 y está archivada en la categoría de El Blog de El Escobillón. Puedes seguir cualquier respuesta a esta anotación a través de RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o hacer un trackback desde tu página web.