No es increíble, y por eso es cierto

En cierta ocasión alguien me dijo que no me iba a decir lo que tenía que escribir delatando con esa frase hecha precisamente todo lo contrario. Hoy casi todo el mundo habla con segundas y triples intenciones, pero esa amenaza velada ha sido una de las más terribles decepciones de mi vida. Precisamente porque quien me lo dijo es alguien (una persona con nombres y apellidos) a quien todavía aprecio, aunque me resulte un aprecio amargo, ese extraño sabor que tiene a veces comprobar como han sido derrotados los demás.

Les cuento esto porque últimamente, y en los ambientes donde me muevo, la gente está siendo sacudida por expresiones de este talante. Como sin decirlo (pero diciéndolo) necesitasen esos otros insuflarnos el miedo en el cuerpo. Esa advertencia velada de que si te siguen moviendo no vas a salir en la puta foto.

El lunes pasado mantuve una charla con un amigo que me soltó como si fuera la cosa más natural del mundo que un conocido gestor de nuestra cosa pública le había vomitado (porque esa es la expresión: mierda salida de su estómago podrido) la célebre frase “te espero en la bajadita”, que es una manera poco elegante de aquello de más dulce será la venganza cuando vengas a llamar a mi puerta, lo que no dejó de sorprenderme. No por ese colega al que casi todo le importa un rábano (es una de las personas más felices y auténticas que conozco del artisteo que se mueve en las Canarias) sino porque un político sea capaz de amenazar a un soldado de tropa con que no olvida su rebeldía, el no dar un paso al frente cuando toca el silbato.

Esto me ha hecho reflexionar. Y caer de nuevo en la cuenta que con gente así, apaga y vámonos porque tienen un concepto equivocado del vive y deja vivir. Por eso, a veces, sólo a veces tengo la sensación de vivir en un estado totalitario disfrazado de democracia. Palabra, que no palabreja, bastante maltratada en los últimos tiempos.

Mi amigo me dijo que no me lo tomara tan en serio. Que las cosas han funcionado más o menos así en estas islas desde siempre. Como es ¿natural? no estuve de acuerdo, aunque sí que coincidimos en que esta frustración no hay quien la pare si continuamos con la boca cerrada por aquello de que no entren moscas.

No revelo nombres porque ese amigo que me informó de esta anécdota siniestra me pidió que si escribía sobre este patético asunto respetara su anonimato. Tengo, de todas formas, la vaga esperanza de que quién le escupió esa amenaza lea estas líneas y por lo menos recapacite.

Esa vaga esperanza tiene gusto también a vana, porque la verdad, visto el panorama de acojone al que nos están acostumbrando me parece a mí que será inútil. De todas formas no quería irme a dormir sin comentarlo en el blog con el objetivo de darles una idea de hasta donde estamos llegando. Una geografía donde te recomiendan, mientras te pasan amigablemente el brazo por encima del hombro, que como sigas dando lata “te espero en la bajadita”.

Una cosa sí tengo clara, y es que no es que sea bueno vivir aquí, es delicioso para todos aquéllos y aquéllas que tienen gustos digamos que masoquistas.

Saludos (desde mi exilio interior) a este lado del ordenador.  

6 Responses to “No es increíble, y por eso es cierto”

  1. Ricardo Says:

    Deberiamos hacer una lista de frases comunes de los políticos de la cultura y el gestor de la cosa pública. Yo añado dos:

    “Tu verás. Yo te lo digo por tu bien.”

    O esa que me dejó de piedra en pleno fiestorro de CC:

    “Te estás olvidando de los coleguitas…”

  2. buaxam Says:

    Con el respeto debido, me permito enviar este pequeño relato que se me ha ocurrido al leer tu reseña. espero que te guste. Gracias.

    LA BAJADITA

    Con evidente gesto de disgusto y embutido en un gabán raído y condecorado con visibles lamparones, Él continuaba esperando. “En cualquier momento pasará por aquí…, y entonces ¡zas!” -pensó mientras estrujaba sus manos sudadas y pegajosas. Hacía algo de frío y no estaba acostumbrado a esa temperatura, pero valdría la pena: “Me vengaré del descarado y manifiestamente díscolo opositor. A mí nadie me critica; por mis huevos que ese se acuerda”- continuó su soliloquio. “Cuando se enteren los demás, sus amigos, comprobarán cómo me las gasto y sabrán que a Mí no se me lleva la contraria. Ni de coña.”

    No había mucha iluminación en la zona y su sombra se proyectaba por la luz tenue de una farola tímida y medio desconchada por el tiempo y la humedad. Su escaso hálito lumínico adivinaba la breve pero empinada pendiente: la bajadita era la justa para lo que Él la necesitaba: asustar, amedrentar, intimidar y alejar cualquier pensamiento, acción u omisión que impidiera sus altos e indispensables objetivos culturales. Que para eso era Él el que mandaba. Y los demás, a obedecer o a su casa.

    De súbito advirtió un ruido lejano que, poco a poco, se iba acercando; era un sonido penetrante, agudo, como de metal tañido con metal. El ruido se hacía más patente e intenso. Con una mezcla de sorpresa y chulería salió de su penumbroso escondite y se enjarró en el medio de la pendiente, intentando ver a qué se debía tal estruendosa algarabía metálica. De súbito notó que chocaban en sus zapatos pequeñas piezas de metal bicolor. Se gachó y recogió varias: eran monedas de un euro; diez, viente, cien… y al poco una avalancha rodante de monedas se le vino encima aplastándolo por completo hasta su muerte.

    Sepultado en dinero: el mismo dinero que Él había concedido en subvenciones arbitrarias y que los creadores, hartos de su grosera prepotencia, habían ido calmosamente cambiando en monedas con el solo objetivo de dejarlas caer por la bajadita, mientras Él esperaba.

  3. La escobilla Says:

    Pues creo que has tardado demasiado tiempo en darte cuenta, no es muy complicado llegar a esa conclusión, y no hace falta que venga ningún coleguita a contarlo: en estas islas todo está subvencionado, la creación también, por supuesto. Se me ocurre que sería buen paso comenzar por decir nombres y apellidos, sobre todo por aquello de no convertirnos en uno más del montón de mierda, así que ánimo, por qué no dices qué político es ése…

  4. Lectora 2 Says:

    Otros dicen con una sonrisa: “si no me lames (ya saben ustedes el qué) te vas a quedar sin trabajo!!! ¿La condición humana? ¿La condición del político?

  5. editorescobillon Says:

    Ricardo, podríamos llenar blog y blog con expresiones tan nefandas como la de la bajadita. Gracias por tu aportación.
    Laescobilla si has leído el post habrás reparado que el amigo me pide que respete su anonimato y el del político en cuestión (aunque probablemente sea ése que tienes en la cabeza), así que me atengo a su deseo. Otra cosa es que sospechara cómo se las gastan en esta tierra, pero que me lo confirmen a la cara ha sido muy triste y desesperante.
    Magnífico relato Buaxam…
    Lectora 2 respecto a si se trata de la condición humana o del político, creo que se trata más bien de un vicio en el que caen bastantes gestores de la res pública, quienes han asumido que desempeñan esta función porque van a sostener el cargo toda su vida y no por su presunta competencia y lealtades al partido que lo designó.

  6. Mole Says:

    Ojo La Escobilla! todavía hay resistencia creadora que se empeña en no recibir ni un euro del gobierno de canallas!…. lo que tarda más tiempo en dar sus frutos. Así, después los veremos pasar por la bajadita y tranquilamente saludarles cortésmente.

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