Él vino en un barcoooo, de nombre extranjeroooo…

* Este que les escribe tuvo hoy la extraña sensación de que ha llegado a Canarias. Bastó leer por internet las declaraciones del actual consejero de la Sociedad del Desarrollo (¿?) del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Ángel Isidro Guimerá, para que de golpe supiera que había desembarcado en tierras de imbéciles. Tarumba todavía por la grata experiencia gijonesa –ese baño de agua caliente intelectual en el que se ha sumergido durante diez días que han conmovido su mundo– leer lo que dijo, aunque no lo dijo así exactamente dice que dijo Ángel Isidro Guimerá, casi ha mandado a paseo su estabilidad emocional y sentimental. Lo que no es fácil para un idiota preso de sus pasiones. Pero en fin, así es esta tierra…

El nuevo consejero de la Sociedad del Desarrollo (¿?) anuncia que retira su apoyo al Tattoo Fest porque traerá a mi ciudad (in)feliz a los marginales. Aunque uno no sabe muy bien a qué marginales se refiere. Pero marginales que no son personas, entiendo.

Nunca he sido amante de los tatuajes, aunque reconozco que se me va la vista cuando veo uno bien colocado en la piel de otra persona. Y si esa persona tiene el capricho de compartir conmigo los secretos de su dibujo, pues el tatuaje me hace pensar que no está nada mal eso de ir de ilustrado por la vida. Lo que me rebota es que se asocie esta afición a un paquete de marginados. De hecho, este tipo de disparate, de vivir en otros tiempos no sé si más sanos pero sí más ciegos, revela la falta de visión de quienes deben estimular, precisamente, el desarrollo en la capital tinerfeña.

Y así nos va. Bievenido, idiota, a tu ciudad.

(Don Ángel, castigado a escuchar esa obra maestra de la copla que es Tatuaje, interpretada, obviamente, por doña Concha Píquer (ya saben, la que se inicia con él vino en un barcoooo, de nombre extranjeroooo…)

* Por cuestiones que no vienen al caso no he podido acudir hoy al concierto de las viejas leyendas rockeras que se celebra en el Auditorio de Tenerife. Una pena, porque crecí con su música en aquellos extraños años 80. Otra época. No sé si más feliz pero al menos más espontánea en lo culturalmente hablando. Había conciertos de gente de aquí, se editaban fanzines y todos, o casi todos, nos creíamos aquello de que podíamos cambiar el mundo. O transformarlo. No me gusta ser un idiota nostálgico, pero diablos, que se intente recuperar ese pálpito no me parece mala señal para recordarnos lo que una vez fuimos. Es como mirarse al espejo y que la imagen te muestre el animal que eras antes de que otros se empeñasen en que te convirtieras en un bicho.

Saludos, con mis salemas del alma como únicas compañeras, desde este lado del ordenador.     

One Response to “Él vino en un barcoooo, de nombre extranjeroooo…”

  1. Musidora Says:

    ¡Pero qué ciudad!

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