Rafael Arozarena, un pequeño recuerdo

Me imagino que como muchos me entero del fallecimiento del escritor canario Rafael Arozarena por un mensaje en el móvil. Un mensaje sencillo, pero que te taladra por frío: “Ha muerto Arozarena”. A continuación me llama un amigo, uno de esos amigos alejados del mundo cultural y cultureta que nos rodea, para contarme que la novela Mararía forma parte de su vida porque en sus tiempos de estudiante la leyó por obligación, y que pese a ser de impuesta lectura, le marcó profundamente porque se le metió dentro esa excelente historia de amores trágicos que además se desarrollaba en Lanzarote. 

En alguna entrevista que le hice, Arozarena solía explicar que si bien no estaba harto del fenómeno Mararía, a él le daba cierta pena que el público obviara otra historia de la que sí se sentía más satisfecho como Cerveza de grano rojo, pero que más da, comentaba con cierta resignación guasona el escritor, a quien parecía no molestarle la sombra alargada de la de Femés.

Arozarena disfrutó a avanzada edad –la muerte se lo llevó con 86 años– esa liberadora sensación de que todo cuanto digas está más allá del bien y del mal. O la de hablar lo que quería y sobre lo que quería en un archipiélago poco dado escuchar  voces que se salen de tono. Además, y desde que tengo uso de razón, fue un personaje al que le rodeaba –como a otros compañeros de viaje– un halo de leyenda. Arozarena fue parte integrante del grupo fetasiano, grupo que ocupa por su trascendencia varios capítulos de esa historia todavía a medio escribir de la Literatura en Canarias junto a Isaac de Vega, Antonio Bermejo y José Antonio Padrón, cuyos textos, vueltos a leer, resultan radicalmente novedosos pero sobre todo valientes si uno piensa que cuando fueron escritos este país vivía sumido en la grisácea postguerra.

A finales de la década de los 90 del pasado siglo, el cineasta grancanario Antonio José Betancor llevó al cine Mararía, esa primera novela cuyo éxito opacó el resto de una intensa producción literaria cuyas obras completas, al cuidado del experto Juan José Delgado, publicó hace unos años Ediciones Idea. Respecto al irregular trabajo de Betancor, Arozarena nunca quiso pronunciarse aunque en cierta ocasión y a base de reiterarle la pregunta le reveló a este que les escribe quien sabe si cansado y ya muy hastiado que “esa Mararía es otra. Es una película, y una película nunca será una novela”.

Ha muerto Rafael Arozarena, escritor de cuentos, novelas y poesías.

Saludos tristes desde este lado del ordenador. 

9 Responses to “Rafael Arozarena, un pequeño recuerdo”

  1. David D. Says:

    Un pequeño recuerdo Eduardo, que menos para el señor Arozarena. Marcó, junto a Issac de Vega, Agustín Espinosa y otros, algunos años trastabillados de mi juventud, haciéndome conocer el espíritu creativo isleño y de paso auto-reconociéndome en esas peripecias vitales y espirituales-fantásticas de aquellos escritos que cayeron en mis manos. Aún hoy me siguen fascinando e influyendo.
    Rafael Arozarena decía misteriosamente en una entrevista a finales del pasado año: “uno sigue escribiendo hasta después de muerto.

  2. editorescobillon Says:

    ¡Qué frase!, ¡qué frase! Gracias David por tu comentario y esa frase que dijo Arozarena. ¡Qué frase!

  3. David D. Says:

    La frase se la dijo a Benjamín Reyes en la entrevista que le hizo para el Día, y en colación a la pregunta sobre si se siente el fin cerca cuando a uno le publican la obra completa.
    La respuesta es contundente.

  4. Ezequiel P. Plasencia Says:

    Tuve el honor de conocer de cerca a Antonio Bermejo y Rafael Arozarena, en diferentes circunstancias. Hoy quiero recordar lo que escribió Arozarena en un homenaje archipielágico al cronopio mayor: “Lo que no es materia, no debe ser enterrado. Cuando se murió el poeta del pueblo, el sepulturero se tomó su día libre”. Para no pocos canarios, ésta es una jornada muy triste y a la vez pedagógica, porque lloramos su muerte y aprendemos de su vida. Su coherencia, su obra y vida nos acompañan. Muchas gracias por todo lo ofrecido a la literatura, a la belleza de vivir.
    Hasta luego, don Rafael.

  5. editorescobillon Says:

    De humilde aprendiz a maestro en estas cosas de contar cosas, Ezequiel, gracias por tus hermosísimas palabras.

  6. paula Says:

    Arozarena, fuente inagotable de metáforas, fue el grano rojo de la cerveza fetasiana. Isaac de Vega, J Antonio Padrón, Antonio Bermejo y Rafael han sido los cuatro mosqueteros de la literatura canaria que defendieron la libertad con el arte de sus escrituras. DEbemos sentirnos orgullosos de ellos. Paula

  7. Eugenia Domínguez Says:

    Canarias se queda sin grandes. ¡Adiós, maestro!

  8. la donna e mobile Says:

    Qué comentarios más cursis para un fetasiano. ¡Rafa, hasta más ver!

  9. Verena Zech Says:

    Conocí a Rafael Arozarena a través de la lectura de “Mararía” (en lengua alemana) y luego tuve un par de conversaciones con él como editora de la “guía naïf de costumbres canarias” de la cual es co-autor (junto con Ángeles Violán). Rafael, además de ser un gran poeta, también se ocupó mucho de la biología de los insectos, y me dijo una vez “¿Qué es el hombre comparado con un insecto que con sus alas hace un millón de vueltas por segundo?”, imitando el insecto dando vueltas con sus alas. Fue para mí una bonita lección en humildad.
    Otra anécdota: Rafael, como joven, gana un concurso de literatura. Los amigos lo llaman, ¡Rafael, has ganado un premio! – ¿Y qué? (desinteresado, sabiendo que los oficiales no saben de literatura) – ¡Te dan dinero! – Ah si, entonces vamos a buscarlo y les invito a merendar (por la merienda sí se animaba). Resulta que ese día no le daban dinero sino un talón y no resultó la merienda…
    Canarias no ha perdido sino ganado un gran escritor. Afortunadamente está publicada su obra y siguen editándola.

Escribe una respuesta