Suspiros de España

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Juro sobre el libro más sagrado que lo que me ha pasado hoy es fruto de esa casualidad que a veces parece que conspira para hacernos más (in)felices. Como no tengo nada mejor que hacer y a mí eso de los desfiles militares no es cosa que entienda, cojo como el que no quiere el volumen Por la otra orilla, crónicas de viajes por tierras de Latinoamérica, Sudamérica o Iberoamérica firmada por el hoy extrañamente polémico Agustín de Foxá, conde de Foxá.

Por la otra orilla es un libro que, sospecho, no ha vuelto a ser reeditado desde 1961 y todo ello pese a su calidad literaria, repleta de descripciones chispeantes y algo modernistas. Se trata además de un volumen que no se ha vuelto viejo porque su autor –ese escritor al que el Ayuntamiento de Sevilla ha vetado recientemente en el 50 aniversario de su muerte por su pasado falangista– describe sus impresiones huyendo del tufillo político aunque sí imbuido de un espíritu (acúsenlo si quieren) españolista durante su enriquecedor periplo por esas tierras tan cercanas y lejanas.

Independientemente del debate ideológico que ha opacado el recuerdo de su obra, e intentado abstraerme de las dichosas pullas políticas, les confieso que la lectura espontánea de Por la otra orilla me ha calmado los nervios en este día de fanfarria. Además, ha servido para que mis sentidos evoquen la gozosa lectura que me asaltó cuando en su momento leí la obra por la que muchos defenestran el innegable talento literario de Foxá, Madrid, de corte a checa. Una novela, unas vivencias, que pese a que no comparta ni sentimental ni ideológicamente, no deja de ser un libro de esos que lees de cabo a rabo. Que saben capturarte porque está narrado con verdad. Sí, verdad que puede ser la verdad de Foxá, pero que sigue siendo verdad aunque no estemos de acuerdo con ella.

Leer, en estos tiempos blandos y de prohibiciones varias, a Foxá se me antojan además como un ejercicio provocador en esta tierra que quieren que vuelva a ser de buenos y malos, obviando la rica variedad que se encuentra en los grises. Y me empuja, afortunadamente, a rescatar a toda esa amplia galería de escritores (Edgar Neville, Enrique Jardiel Poncela) que para unos equivocaron el bando al estar del lado de los vencedores en nuestra nefasta y nunca acabada Guerra Civil. Pero eso no quita que continúen siendo buenos escritores. Escritores con un finísimo sentido del humor, conscientes quizá de que sólo a través de una risa inteligente y si quieren de derechas, se podían abstraer de la durísima postguerra que asoló este cementerio que fue y continúa siendo España.

Me ha tocado el corazón leer las impresiones de Foxá del Uruguay, Argentina, Nicaragua, La Florida, Honduras, República Dominicana y Perú, entre otras escalas. Y su capacidad para transportarme a esos países donde el escritor y diplomático intenta encontrar la huella de una España remota.

Si saben leer sin vendas en los ojos, es fácil conmoverse y también conmocionarse con la prosa elegante del escritor. Lean conmigo este fragmento: “Cuba sabrosa, de las dulces y radiantes mañanas; si las otras Repúblicas americanas fueron las hijas, tú fuiste la novia de España. Y cuando, por ley biológica, te fuiste, la matrona Iberia –la de las monedas, los sellos, la Gaceta y las escuelas, del siglo pasado, con su alto busto, su corona mural, su león y su balanza—lloró más que por todo el resto de su antiguo poderío”.

Toma, lo que se dice, ya.

Saludos, deliciosamente atolondrados, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Suspiros de España”

  1. Un caballero de los de antes Says:

    Me sorprende usted, don Eduardo. Y me sorprende por comentario tan acertado y reivindicativo de la obra de Agustíon de Foxá. Un escritor cuyo trabajo debería de estar por encima de las ideologías. Y sí, es un placer casi etílico disfrutar de sus experiencias iberoamericanas en Por la otra orilla. Bravo y permítame que me quita galantemente el sombrero ante su presencia.

  2. editorescobillon Says:

    Bueno, en fin… gracias a usted por palabras tan amables.

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