Amor. Odio. Amor. Odio. Amor. Odio.

La diosa Fortuna juega contigo. No sé si llego a esta conclusión demasiado tarde o temprano.

Tiro los naipes sobre la mesa y procuro mirar a la Fortuna a a los ojos. Claro que está tan endiosada que intuyo que no quiere tropezar sus ojos con los míos. De hecho, hace un gesto para que siga la partida.

Miro mis cartas y compruebo que cada vez me quedan menos. Alguien me aconseja que juegue con la cabeza y no con el corazón. Me recomienda también al oido que vuelva a ver ese pequeño clásico que es El rey del juego…  pero no sé, cuando me entra el gusano del descarte tiro unas y pido otras confiando en mi buena estrella.

Es probable, no obstante, que mi buena estrella se haya cogido unas merecidísimas vacaciones. El problema, meditas, es que no te avisó de forma pertinente. Así que continúas apostando. Igual de borracho que el protagonista de la novela El jugador de gran Dostoievski.

¿Por qué les cuento todo esto?

Porque leo un libro en el que tenía depositado un puñado de esperanza. Sentimiento que  no puedo despilfarrar en estos días de la ira en el que nos encontramos.

Así que a medida que me sumerjo en su universo no deja de asaltarme la idea de que igual me equivoqué de jugada.

Lo curioso es que cuando me viene esa idea la cabeza otra voz me dicta lo contrario. Y me dice: has hecho lo correcto. O merece la pena porque las páginas del libro penetran en tu confusa alma de jugador compulsivo con las letras.

Y este debate, por extraño que parezca, me hace coger esa novela una y otra vez con una sensación de hastío que desaparece y reaparece a medida que avanzo en su lectura.

Intento limpiarme de la cabeza los prejuicios con que cogí ante este volumen y borrar piadosamente el filme que le rinde tan emocionado homenaje.

 Se trata, como ya expliqué en esta misma bitácora, de una de esas películas que descubrí metiéndome en la sala esperando cualquier cosa menos una revelación.

Y tuve revelación.

Léolo.

Luego sus ecos me animaron a hacerme con la novela a la que saluda emocionada esta película pese a que no tiene (en apariencia)  nada que ver con el material literario que me desequilibra, me pone nervioso.

Un rompecabezas el libro de sentimientos hostiles que ora me capta como ora rechazo.

Buceo inquieto en sus páginas. Y doy brazadas con la sensación de que no soy capaz de reunir suficiente oxígeno en mis pulmones para atreverme a hundirme en el mundo que plantea sus abisales profundidades. 

¡No soy Esther Williams!

Se trata de aguas estancadas. Que descolocan y que hacen necesario que salgas a la superficie para coger aire.

Nado encanallado y con ganas de mandar a paseo ese universo que se confunde bajo el agua turbia.

Me refiero, profanos, a El valle de los avasallados, de Réjean Ducharme, título que unos comparan estilísticamente con el Viaje al fin de la noche del maestro Céline.

Y no van tan descaminados.

Esta revelación es lo que me empuja a seguir investigando en el relato de Ducharme. Relato que a veces me vence con sus desarmantes reflexiones y otras me dan ganas de tirarlo a la basura.

Al final triunfa la pasión.  Por eso, confieso, no puedo sustraerme al malsano hechizo de El valle de los avasallados.

Ahora bien, advierto que cuando leo la novela pienso que su autor me está tomando el pelo aunque me habla tan directo que siento sus palabras clavadas en la cabeza. Soy consciente así que, pese a mi sospecha y natural recelo, me obsesione con su lectura.

Concluyo: hacía tiempo que un libro no provocaba esta marejada de contradicciones en mi cabeza.

Lees y lees.

Lees con ganas de quemar el dichoso libro y sigues leyendo y quieres hacerle al mismo tiempo un glorioso monumento. Y continuas leyendo y estás en un tris de tirarlo a la hoguera pero algo te detiene porque te toca el alma.

Y entonces te confundes. Y odias a su autor porque sabes que está igual de conscientemente confuso que tú. Y lo amas y odia.

Así que a punto de finalizar el relato meditas.

Y sabes, porque lo sabes, que se trata de una gran novela.

Y no, no es El viaje al fin de la noche… pero sí el viaje al fin de la infancia.

Y comprende que  maldita la hora en que te diste cuenta.

Saludos, ¡caca de vaca!, desde este lado del ordenador.

8 Responses to “Amor. Odio. Amor. Odio. Amor. Odio.”

  1. roth Says:

    “El viaje al fin de la noche”, que gran libro, a pesar del colaboracionismo nazi de Céline, que nunca hay que olvidar. El viaje al fin de la infancia, de la inocencia, es como un robo que te hacen. Ah, la vida y el arte por encima de todo.

  2. Cecilio Says:

    Bellas palabras, señor Roth.

  3. francis lee Says:

    ¡Caca de la vaca! y más, no sólo es un grito de guerra, no solo es Celine, tambien es el Calígula de Camus, también es un aullido de desesperación, como el grito de Munch, como el grito de la rata almizclera que prefiere caminar coja hasta el horizonte antes de quedar anclada en la trampa que la corroe, como el grito en lengua berenicina de Berenice desestructurando la palabra, machacando el sentido de la comunicación.
    ¡Caca de la vaca!

  4. Flor Guerrero Says:

    Eduardo:
    Justamente, escribía hoy sobre Leolo.
    Largo, que se me instaló hace ya, más de diez años, cual laberinto íntimo.
    (Entre todas las tantísimas cosas que implica Leolo, claro. También es “laberinto íntimo”)

    En la búsqueda de datos concretos andaba cuando caí aquí.
    Desde la película, he intentado procurar “L´avalée des avalés”, más siempre con resultados infructuosos.
    (Sucede que en Argentina, no se consigue)

    Y al leer tu partida hoy, bueno… Se ha vuelto a despertar aquella ávida necesidad de leerle.

    Por tanto, una vez más habré de ponerme en campaña, para conseguirle.

    No conocía tu blog. Tremenda e interesante belleza.

    Un saludo.
    Flor.-

  5. admin Says:

    Gracias Flor por tan generosas palabras.

  6. arichan Says:

    Hola, en estos dias de verano me estoy dedicando a leer el valle de los avasallados, no lo he comenzado a leer hasta despues de un año de haberlo comprado, alprincipio no podia leerlo apenas, no sabia lo que estaba leyendo pero hace unas semanas comencé de nuevo por que no tenia otra cosa mas a mano que leer, y me pareció genial, la lucha de la protagonista contra la uniformidad del mundo que le rodea, imaginación desbordante, el yo por encima de todo, el yo por encima de las convenciones.

  7. admin Says:

    Leí la novela hace un tiempo y me pasó algo parecido porque al final noquea.

  8. Flor Guerrero Says:

    A casi dos años de aquel comentario, aún continúo sin dar con él.

    Gracias a vos Eduardo, seriamente interesante todo tu espacio.
    Mi saludo.
    Flor.-

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