El grito del ¿loco?

Para huir de esta realidad cada día más enloquecedora e incomprensible cae en mis manos un libro visionario, esquizoide. Escrito con amor y con odio, loco, terrible, que te da vueltas y vueltas en la cabeza. Que te hace reír y te hace enternecer casi a partes iguales. Uno de esos libros que recomendarías a los impresentables que dirigen la cosa pública y a los que desde la cosa privada se están aprovechando de esta dramática situación que atravesamos. Un volumen que te arde entre los dedos, que te absorbe con una violencia sin freno, que te arrebata, y que te obliga a hablar de él con amigos y enemigos, quienes por un momento dejan sus egos revueltos para escuchar una de esas revelaciones que tienes de tanto en tanto.

¿Su título? Yo necesito amor, y está escrito como una ráfaga de kalishnokov por ese pedazo actor de otro mundo que fue Klaus Kinski.

Se trata de una autobiografía repleta de mentiras y por lo tanto alfombrada de leyenda. De una novela casi, al modo de un Viaja al fin de la noche del maestro Céline. De un rabioso vomitivo contra el artisteo y la mediocridad. Y de un volumen por cuyas páginas su autor deje claro desde el principio –donde describe con mano maestra su indescriptible infancia de arrabal– su profundo desprecio por el cine y su obsesión compulsiva y maníaca por el sexo.

Kinski deja claro que su paso por el agitado celuloide, interpretando películas de todas clases, la mayoría de ellas de un sonrojo que va más allá de una falsa piedad, lo hizo por dinero. Dinero. Dinero. Dinero que llegaba a sus bolsillos para gastar a manos llenas en ridículos caprichos de un loco que sólo quería vivir.

Leo esta autobiografía de rencores y amores extremos y pienso que la mayoría pasamos por este sendero que es la vida sin enterarnos muy bien que existimos. Los días desaparecen con frivolidad de nuestro calendario y no nos percatamos que la sombra de la señora está justo delante de nuestras narices… Perdemos el tiempo con las pequeñas tonterías que humillan un poco más este paso por la existencia. Lo que me hace preguntar si en el fondo lo que buscamos todos no es otra cosa que amor para saber que hemos vivido.

Les invito a que se sumerjan en esta extraordinaria bomba de relojería. Bomba en la que cineastas como Werner Herzog no sale bien parado en boca de su actor fetiche aunque me quede con el regusto de que fruto de esa extraordinaria relación surgió la mejor obra de tan extravagante cineasta y de tan extravagante intérprete.

El resto son divagaciones rabiosas, de un hombre que suelta espuma por la boca. De uno de esos locos que vemos por las calles y que parecen pese a todo felices cuando cantan a la luna.

El libro de Kinski me deja exhausto. Como si viajar cogido de su manos hubiera sido una experiencia que va más allá de los atolondrados misticimos de este tiempo descreído.

Intento sosegarme. Esa y no otra es la razón de este post.

Saludos, a gritos, desde este lado del ordenador

8 Responses to “El grito del ¿loco?”

  1. magda Says:

    si de sombras de la guadaña hablamos, un libro del Héctor Abad Faciolince, el olvido que seremos..y si nos preguntamos de qué hablamos cuándo hablamos de amor ,y no con Carver, otro libro del mismo Héctor, el amanecer de un marido, aunque en el primero haya amor, tanto amor..
    Fantástico Klaus, habrá que leer esas memorias para conjurar estos tiempos de egos revueltos, demasiados egos y demasiados revueltos y adquirir otros fascinantes motivos de desasosiego..

  2. admin Says:

    Marga, chapeau con tu comentario. Me ha emocionado. Pero ten cuidado con las memorias de Kinski… son contradictorias, salvajes, crápulas, indignantes, políticamente incorrectas…

  3. Mario Domínguez Parra Says:

    Eduardo, ese libro siempre me ha llamado la atención, tu entrada de hoy definitivamente me hará buscarlo y leerlo. Supongo que habrás visto el documental de Herzog “My Best Fiend”.

  4. admin Says:

    Sí que he visto el documental. De hecho, ayer mismo lo volví a ver. Y la impresión es contradictoria. El mejor Herzog, a mi juicio, fue el que contó con el apreciable trabajo de Kinski. Y el mejor Kinski fue el que trabajó a las órdenes de Herzog. Estos dos genios se complementaban. También se querían y detestaban.

  5. admin Says:

    El documental de Herzog, ojo, se titula Mi enemigo íntimo…

  6. cinefilo Says:

    Grande Herzog, grande Kinski…

  7. Mario Domínguez Parra Says:

    Es el juego de palabras entre “friend” y “fiend” (demonio, entre otras acepciones) que pierde la traducción al español.

  8. admin Says:

    Gracias por la precisión, Mario. Y es más, leí friend donde ponías fiend.

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