Sucedió cerca de mi casa

(Basado en una historia real)

ABUSO DE PODER

El señor X es un padre de familia que ya rebasa el medio siglo de edad. Quienes lo conocen aseguran que es un hombre trabajador y amigo de sus amigos, a quien le gusta relajarse la noche de los viernes en un legendario bar localizado en un callejón de la capital tinerfeña, para tomarse una tapa y algunas cervezas. Lo que no esperaba el señor X ni los colegas que con él compartían mesa es que hace un mes fueran los protagonista de una redada de la Unipol, cuerpo policial –para quien no lo sepa– que está formado por descontrolados pit bull a las órdenes del Ayuntamiento de esta delirante capital de provincias llamada Santa Cruz de Tenerife.

El señor X me cuenta con asombro y un asomo de indignación cómo esa noche se vieron rodeado por estos balillas de la autoridad para continuación ser registrados en una esquina próxima al calléjón. El señor X explica que pensó en un principio que aquello era una broma a lo cámara oculta (cosas peores ha hecho la Televisión Canaria) pero comenzó a tomárselo en serio cuando sintió la manaza de uno de los agentes en su entrepierna.

Como el señor X es una persona dada a la risa tonta, comenta que se echó unas risas con el resgitro aunque, rememora, el de la Unipol con un ladrido le conminó a que se tomara aquello en serio.  El que se lo debió de tomar en serie fue uno de sus amigos, a quien apartaron del resto y le ordenaron a que se sacara los zapatos que fueron debidamente examinados con una linterna que emanaba una potente luz azul. Afortunadamente no le dijeron que se quedara en calzoncillos.

Buscaran lo que buscaran los de la Unipol no encontraron nada en esta panda de cincuentones que tienen más parecido con los cabestros de Full Monty que con los miembros de la familia de Los Sopranos, pero el mal rato no se los quita nadie. La pregunta que me planteo es ¿por qué estos “servidores públicos” montaron tal espectáculo..?

El señor X continúa yendo todos los viernes a tomar su tapas y las cervecitas que el cuerpo le aguante en este local, pero no deja de preguntarse alucinado en qué ciudad vive. Porque vive en esta misma ciudad en la que vivo aunque, me confiesa dándole un buche a su Reina, cada día se le parezca más al viejo y descontrolado Chicago de los años 30.

EN MALA HORA

Hacía mucho tiempo que no salía por Santa Cruz nocturno, y la salida me basta para comprobar que se respira un aire de represión a punto de ebullición. Noto cabreo generalizado en esas zonas que ya no forman parte del centro de la capital. La gente tiene la mosca detrás de la oreja y parece que no tiene ilusiones. Los borrachos de siempre queman sus escasas neuronas con más alcohol. Los recién llegados los imitan con notable talento. Mientras, la sombra de la escasez se cierne sobre todos ellos frustrándome un poco más las ideas. Debe ser, reflexiono, porque hace tiempo que no recorro estas miserias al preferir quedarme en casa escribiendo, leyendo o viendo una película en mi gastado dvd.

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y YO, UNA RELACIÓN IMPOSIBLE

La gota que colmó el vaso de la madrugada fue ver como un chino me mostraba un aparato que si lo aplicas a un semejante suelta una descarga eléctrica que lo deja tirado en el suelo. El chino me explicó, mientras encendía el aparatito que soltaba un irritante chasquido, que amenazó a unos cinco niñatos que se habían ido de su local sin pagar con ese artilugio, de tal manera que los pibes que le debían sólo seis euros al final le apoquinaron 15. Estaba nervioso el chino, y a mí me ponía muy nervioso que durante su explicación encendiera y apagara el dichoso aparatito.

Llegué a casa más turulato de lo que me encuentro y con una aplastante sensación de vejez. La noche, concluí, ya no es lo mío.

Saludos, sacudido por el miedo, desde este lado del ordenador.

One Response to “Sucedió cerca de mi casa”

  1. papafrita Says:

    querido edu. vaya noche más auténtica pasaste, me da la impresion de que solo te faltó un numerito de la Unipol, ese cuerpo serrano que te pone los pelos de punta porque no es difícil aguantar su falta de educación y su prepontencia, esa que le he dado ese totufo, un mangui profesional al que no le falta el dinero, el de todos, Zerolo, a quien han votado poquísimos pitúfos, los que comen de esa mano, la de Zerolo, y las de las ganas de molestar a esos ciudadanos que le pagan sus apetitosos y sabrosos sueldos por molestar a quien le da de comer. qué cara tienes cabrón zorelino. cuánto nos cuestan tus niñadas, sobre todo tu Unipol, una cuadrilla de carotas como tu, más o menos igual que la de tu colega melchor, el que sueña con los trenes, el que ha inventado todo este sistema de multas y una tarifa europea.

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