Poca ciencia y menos ficción. A propósito de ‘Trece gramos de gofio estelar’

Que la cosa está cambiando en el panorama literario canario lo pone de manifiesto una serie de veteranos y nuevos narradores nacidos o residentes en las islas que ya no le hacen ascos a la literatura de género. Este hecho, significativo porque nace para romper con una larga tradición de falso pedigrí autoral, pide a gritos no obstante riesgo y un saberse mover como pez en el agua por las reglas del género precisamente para saltárselas. Capacidad que salvo casos aislados no encuentro en la mayoría de los autores que se atreven a dar el primer paso en los territorios de lo policíaco (Nuestro hombre en Nuakchot de Jaime Mir Payá continúa sin ser superada pese a que se trata de una novela publicada en los 80), el fantástico y la ciencia ficción por citar sólo algunos.

Precisamente de presuntos relatos de ciencia ficción trata la antología Trece gramos de gofio estelar (Ediciones Aguere y Ediciones Idea) coordinada por Juan Royo y Ánghel Morales. Título que por razones obvias para quien les escribe (un fanático del género desde que tiene uso de razón) adquirió con entusiasmo. Es verdad que algo condicionado por el merecidísimo premio que el escritor tinerfeño Víctor Conde ha alcanzado nadando en las aguas del género al obtener el Minotauro 2010 con su ambiciosa y sorprendente Crónicas del multiverso. Claro que mientras Conde se ha convertido en algo así como en un escritor oficial de ciencia ficción el grupo de narradores que participan con sus relatos en Trece gramos de gofio estelar son gente de paso que han aceptado colaborar en una iniciativa que, como apunta uno de los coordinadores en el prólogo, nació fundamentalemente al calor del bar del Ateneo de La Laguna.

Leídos los trece relatos, e independientemente de su calidad literaria, llego a la conclusión que son muy pocos los que podríamos considerar en un sentido estricto como de ciencia ficción ya que la mayoría de los cuentos optan por sumergirse en los territorios de la fantasía. En este sentido, me he encontrado con historias interesantes pero que podían haber ido a más como las que firman Sergio Barreto Hernández (Luz de sodio); Moisés Cabello Alemán (con su bradburiana Realidad aumentada); Jesús R. Castellano (Una nueva amante); Eduardo Delgado Montelongo (Láminas intercaladas); Ramón Herar (… En aquella noche de amor cibernético) e Iván Morales Torres (con la inquietante a ratos Los comedores de piedras) que quizá sean los relatos más fieles al género que marca la antología. También los mejores a mi modesto entender.

Por otro, he mascado entre el recelo y la irritación el largo diálogo a dos que plantea Agustín Díaz Pacheco con su quiero entender cuento con ecos a lo Poe Sombras en un espejo, y los fallidos y desinflados ensayos fantásticos de Miguel Ángel Díaz Palarea (La cúpula azul); San Borondón de Félix Díaz, Rescatando la historia, de Olga Márquez y A la espera, de Juan Ignacio Royo.

La antología se completa con dos relatos de los veteranos Víctor Ramírez (¡Allá ustedes!) y José Rivero Vivas (Adiaforia) bastante inclasificables genéricamente. Se leen, sí, pero uno se pregunta qué diablos hacen en una antología de presuntos cuentos canarios de ciencia ficción…

A modo de epílogo –y pese a reconocer el intento– mi juicio como lector es que a estos Trece gramos de gofio estelar les hace falta coherencia. Coherencia y conocer el género al que supuestamente se adhieren.

No es fácil escribir literatura de género. Hay que trabajarla y sentirla. Y estos Trece gramos de gofio estelar (salvo destellos aislados) carecen de trabajo y sentimiento. O yo no lo encuentro, que esa es otra.

El libro tampoco es una rareza ya que apenas se alimenta del espíritu trangresor que ofrece el género (utopía, post apocalipsis, cíber punk, etc, etc, etc) para eso que unos llaman literatura canaria.

¿La razón? Pues que terminada su lectura me supo a otra de esas antologías frustrantes y frustradas de lo que, insisto, llaman literatura canaria.

Poca ciencia y mucho menos ficción.

Y definitivamente no es eso.

Saludos, encogiéndome de hombros, desde este lado del ordenador.

9 Responses to “Poca ciencia y menos ficción. A propósito de ‘Trece gramos de gofio estelar’”

  1. Nando Parrado Says:

    Eduardo: prepárate para una lluvia de escupitajos y toniques. No hay nada peor que criticar a quienes esperan elogios, y si las críticas son justificadas, cosa de la que no me cabe la menor duda dada tu condición de lector compulsivo y entendido, más ofendidos se sentirán sus destinatarios. Y por los nombres que veo por ahí arriba, debe de haber más de una presumida vanidad profundamente herida.

  2. admin Says:

    No tienen por qué. Me he limitado a exponer mi juicio como lector. Gracias a usted, no obstante, por estar ahí.

  3. Pedrocruel Says:

    He me aquí, señor Rojas: no tengo el gusto de conocerlo personalmente, por lo que toda nuestra negativa apreciciación sobre los gramos de gofio, es eso, pura coincidencia. No obstante, encuentro su opinión bastante venebolente.

  4. Alfonso González Jerez Says:

    Eduardo, acabo de leer ese cagarro bienintencionado, y coincido contigo, salvo en un detalle: has sido demasiado generoso. Este proyecto tiene un insalvable problema de origen: la immensa mayoría de los participantes en el mismo, lo denotan sus textos, ignoran grotescamente el subgénero al que pretenden contribuir. No tienen ni idea de lo que es (y no es) ciencia ficción. Y es que, como hemos conversado más de una vez, da bastante grima comprobar el déficit de lecturas de muchísimos escritores canarios de menos de cuarenta taco. No han recorrido una página de Tolstoi, de Nabokov o de Faulkner, pero tampoco de Heinlein, Simak o Pohl. Proponerle a esta gente escribir un relato de ciencia ficción es como pedirle a un yanomami que escriba una novela negra.
    Cuídate bloguero, y que el sentido de la responsabilidad informativa no te obligue a leer muchas birrias como esta.
    Salud

  5. Leoncio Says:

    Menos gofio y más ensalada, señor rojas, no se olvide

  6. admin Says:

    Prometo no olvidarme.

  7. Agustín Díaz Pacheco Says:

    Leo detenidamente el buen artículo de Eduardo García Rojas, y le agradezco que me sitúe en la comarca de Edgar Allan Poe, una coincidencia no buscada por mí. Sin intentar imitar a quien fue uno de los escritores que revolucionó al cuento como tal género, le agradezco, a título estrictamente personal, al buen periodista y mejor persona que es Eduardo García Rojas, que haya aproximado a mi primer nombre y dos apellidos lo que yo entiende como una distancia sideral como es la de Allan Poe, con respecto a mi persona. Mi agradecimiento procede del sentido autocrítico que todo creador debe imponerse y, por tanto, sufrir las consecuencias no de un castigo sino de una crítica que asumo sin que nunca hubiera esperado “recibir elogios”. Considero que aproximarse a un mínimo grado de madurez, es aceptar opiniones que difieren de nuestros hechos, un mínimo grado de madurez y de respeto. Porque al fin y al cabo lo que ha escrito Eduardo García Rojas es una crítica que debe de incrementar nuestra experiencia.
    Obviamente, hay escritores que no son ni Yevgeni Zamiatin ni George Orwell, más bien situados en la utopía distópica, y que tomaron la desmesura del poder como pretexto para elaborar una denuncia histórico-literaria. Tampoco abundan autores como Stanislaw Lem, ni Ray Bradbury, Arthur C. Clarke, Ursula Le Guin, Frederick Pohl, y yo estimo que aún admirando a tales escritores, pues existe una clara diferencia entre mi intento y la realidad buscada.
    Nada voy a comentar con respecto a la buena gente que se apiñó en un proyecto que, afortunadamente, ha visto la luz y que en sus respectivas trayectorias, late una clara voluntad de superación, tal es mi caso, pongamos a título de ejemplo. Entonces, en lo que a mí respecta, asumo la crítica, y lo hago cordialmente; una crítica que me ha ayudado a reflexionar más.
    Mi cuento “Sombras en un espejo” nació desde una intención de deformar la realidad, salvo que aparentemente. Todo en esta vida es un intento, y escribir es una buena demostración de tal ánimo. Lo importante, a pesar de todo, es concebir una nítida intención de largo fondismo, pongamos por caso, y breve (porque lo es) sopresividad.
    Un abrazo a todos.
    Agustín Díaz Pacheco

  8. Moisés Cabello Says:

    Me alegra la alusión bradburiana, la distopía es de mis géneros preferidos a la hora de darle a la tecla.

    Muy honrado por tu mención, recibe un cordial saludo, Eduardo.

  9. admin Says:

    Gracias en todo caso a tí, Moisés. Un abrazo.

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