Contra el mundo, contra la vida

Tachado de provocador y trasgresor, la literatura de Michel Houellebecq no deja indiferente a nadie. Su nombre suena ahora como favorito para el premio Gouncourt por su novela La carte et le Territoire, título que los que hemos caído bajo el hechizo del escritor francés esperamos en español como agua de mayo. No sé cuanto tiempo durará la espera, pero aprovecho así la oportunidad no para recomendarles algunas de sus novelas anteriores (Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales, Plataforma, La posibilidad de una isla) sino un ensayo, de apenas un centenar de páginas, donde el escritor reivindica y reiventa para sí mismo a H. P. Lovecarft, creador de terrores cósmicos que, al igual de Houllebecq, desata odios y pasiones sin términos medios.

La edición que tengo de H. P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida es de Siruela, esa editorial que junto al Acantilado y Galaxia Gutenberg sí que parece tomarse en serio esto de editar un libro.

Aguda reflexión sobre el creador de los Mitos de Cthulhu, Houellebecq sugiere que el universo lovecraftiano es resultado de la experiencia de un hombre que intentó llevar una vida normal sin poder lograrlo. También el retrato de un escritor que quiso vivir al margen de su tiempo, lo que lo convierte en “un ejemplo para todos aquellos que quieren aprender a malograr su vida y, llegado el caso, a triunfar con su obra. Aunque esto último no esté garantizado”.

El retrato que propone Houellebecq de Lovecraft es el de una persona a la que le costó arrancar en la vida. Un individuo que estuvo hasta el gorro de la vida en especial cuando llegó a la edad adulta con sus principios de realidad, placer, competitividad permanente, sexo y empleo. “No hay que reprochárselo”, concluye el lúcido escritor francés porque “Lovecraft sabe que no tiene nada que ver con ese mundo”.

Esta reflexión me hace pensar que quizá sea precisamente ésta una de las razones por las que los cuentos de Lovecraft entran tan bien en el imaginario del lector adolescente. Suponed a un chiquillo/a que se está iniciando en la lectura y que intuye tras esas historias de fantasía tenebrosa, que ese miedo poderoso a lo desconocido (también la emoción más antigua de la humanidad) representadas a través de deidades primigenias son una metáfora retorcida del miedo a crecer.

Así, en casi todos sus relatos el ¿héroe? terminará perdiendo (enloqueciendo) al contemplar a los Primeros. Y entre ellos, al Gran Cthulhu, deidad remota que es convocada a través del Necronomicón, volumen se cree perdido escrito por el árabe (loco) Abdul Alzhared.

He vuelto a leer de una sentada este pequeño ensayo de Houellebecq y todavía hecho humo por la cabeza.  Es un extraño y muy hermoso homenaje el que le rinde a Lovecraft en estas páginas.

Confieso, no obstante, que intenté releer a continuación En las montañas de la locura, El horror de Dunwich y que, por Cthulhu, descubrí que ya no sentía la misma fascinación que me embargó cuando me sumergí en aquellos territorios hace ahora casi treinta años.

Me pregunto si ya no seré el mismo.

Mastico.

Digiero.

E inevitablemente busco mi particular Necronomicón.

Saludos, con una tos que me quema por dentro, desde este lado del ordenador

One Response to “Contra el mundo, contra la vida”

  1. admin Says:

    Houellebecq gana el premio Gouncourt de novela: http://www.abc.es/20101108/cultura-libros/premio-goncourt-201011081206.html

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