Yo que usted me ahorraría el dinero, forastero

Soy un vaquero que no aprendió a montar a caballo ni a ponerle el lazo a las reses. Lo que sé del legendario oeste americano se lo debo al cine y ocasionalmente a algunas novelas y cuentos.

El género, leal casi siempre, me ha acompañado a lo largo de mi vida para que entendiera como debía de encarar los problemas y en otras a sacar el revólver a tiempo. También a terminar mis historias cabalgando solitario por esa pradera que es la vida.

Por eso no entiendo que me tropiece con gente a la que no le gusten las películas del oeste. O que les resulten indiferentes.

En una hipotética lista con las diez mejores películas de la historia del cine estoy seguro que pondría no una sino cinco o más títulos de películas del viejo oeste. Quizá sea porque a mi juicio se trata de un género que  trasciende sus fronteras cuatreras, de colonos que combaten contra feroces pieles rojas; de forajidos desperados; de ganaderos contra agricultores y de compañías ferroviarias que quieren unir de costa a costa un país de gigantes mientras el ejército (la gloriosa caballería) garantiza una civilización que terminará por devorar a sus leyendas.

No, el oeste va mucho más lejos que todo eso. Cuenta historias morales que se inspiran en el libro de los libros, La Biblia. Esta y no otra es la razón que explica el por qué como género murió hace años.

Es verdad que de tanto en tanto uno puede tropezarse con novelas que como Meridiano de sangre de Cormac McCarthy rescata el viejo espíritu sagrado del oeste.

Hace poco me pasó algo similar leyendo Valor de Ley, de Charles Portis (y ocasionalmente con Louis L’Amour y casi siempre con Elmore Leonard, pero nunca con Zane Gray y episódicamente con ese alemán salgariano que fue Karl May) título que inspiró la versión cinematográfica interpretada por John Wayne y ahora por Jeff Bridges en el penoso remake que firman Joel y Ethan Coen.

La novela de Portis es un relato de iniciación y de hermandad. De coraje y leyenda que sí supo transmitir en pantalla la versión de Henry Hathaway. El filme de los Coen es una película que quiere ser del oeste. Un penoso western que renuncia a los hallazgos del material literario que la inspira para apostar malamente por una nadería a la que tiñen de falsa épica.

Es como si se hubieran perdido ante la colosal complejidad de sus personajes y apostasen entonces por resaltar su entorno plomizo. Reducirlo al tópico: marshall borrachín pero con su peculiar sentido de la justicia; joven que ya quiere ser leyenda y niñata sabelotodo.

Y no es así. No es así sin leen la novela de Portis y ven la versión que interpretó Wayne.

Veo la película de los Coen en pantalla grande… porque una del oeste se disfruta de verdad en pantalla grande, y no recibo emoción sino desidia.

Intento justificar mi frustración cuando termina la proyección pensando que mi enojo se debe en parte a ver esta película doblada pero es una forma gratuita de engañarme ante lo que no es otra cosa que una estafa. Estafa que me duele enormemente porque además de pagar el abusivo precio de la entrada y soportar a papanatas comer cotufas y sorber refrescos, escribo sobre una cinta que carece de pasión y de respeto hacia un género ante el que cualquier aficionado que se precie debería quitarse el sombrero.

Así que saco mi Winchester imaginario y mientras miro a un lado y al otro del saloon, salgo de la sala sin entender el éxito de una película que no sabe transmitir la grandeza de las viejas y clásicas películas del oeste. O al menos acariciar el fondo de esa obra maestra reciente que fue Sin perdón, de Clint Eatswood, quizá el último gran fogonazo de un género cuya forma de contar las cosas ya no tiene cabida en este mundo en el que vivimos.

Salgo del cine mientras echo humo por la cabeza. Preguntándome cómo diablos este trabajo de los Coen, que a mí me huele a encargo, convence a espectadores que como quien les escribe son vaqueros aunque no hayan aprendido a montar a caballo ni a echarles el lazo a las reses.
 
Saludos, bang, bang, bang, desde este lado del ordenador.

16 Responses to “Yo que usted me ahorraría el dinero, forastero”

  1. bartolo Says:

    Se olvidó de Silver Kane, pero se le puede perdonar… Buen blog este, gracias por su saber cabalgar.

  2. admin Says:

    Gracias, hermano cowboy, pero a mi Silver Kane me gusta cuando escribe novela policiaca. Otro grande de las novelas ‘gazpacho western’ es su emperador Marcial Lafuente Estefanía… Y otros tantos, tantos, y tantos tantos…

  3. bartolo Says:

    Silver kane sólo hay uno. Marcial Lafuente es sólo una eefímera sombra, como Corín Tellado en relación con Cumbres borrascosa, una sombra sin sustancia. Ledesma es también un buen autor de novela negra, pero ahí no alcanza la altura de sus novelas del oeste. En fin, cuatrero, nos batiremos en duelo si es necesario.

  4. admin Says:

    Sooo, vaquero… que todavía no ha llegado mi hora.

  5. Sitedicenqueleí Says:

    Buenos y madrugadores días, señor, me dice Cathy Lee que la mejor película sobre el Oeste americano es, para ella, “Centauros del desierto”. Yo creo lo mismo tiene escenas magistrales, sobre todo cuando esperan -al principio- el ataque de los indios, pero ya se sabe que Cathy Lee es muy cinéfila. Al contrario, el sherif Dylan opina que “La conquista del Oeste” es otra obra maestra…claro que yo pienso que Dylan está muy influenciado por la banda sonora y en realidad, salvo el elenco de actores y la banda sonora, no es tan buena cinta. Un saludo cordial, hoy parte la caravana desde Michigan y hay rumores de ataques de indios cerca de Fort Mcnilland, confiemos en el reverendo Mr. Douglas.

  6. Bernardo Says:

    Fenomenal, Eduardo, me temo que intuyo que coincido con tu criterio y las perras que pensaba gastar en esta de los Coen (que son buenos, pero desparejos) irán a parar a Aronosfsky. Un abrazo

  7. admin Says:

    Dígale de mi parte a Cathy Lee que, efectivamente, Centauros del desierto (por una vez el título castellano es cien veces mejor que el original) es una de las grandes películas no del género sino de la Historia del Cine. Pero hay otros western igual de gigantescos y muchos de ellos nos fueron rodados por el maestro John Ford… ¡Son tantas las películas!

  8. Daniel León Lacave Says:

    Fort Apache, de Ford, sin duda. (Sin olvidar los de Anthony Mann,) Y tengo debilidad por Sólo ante el peligro de Zinnemann, (aunque Howard Hawks dijera que un héroe no debería ir por ahí pidiendo ayuda a todo el pueblo, y por eso rodara Rio Bravo y su pseudo remake El Dorado)

  9. admin Says:

    Estimado Daniel, prefiero de Ford su Centauros del desierto y La muerte de Liberty Valance… De Hawks, me quedo con Río Bravo y con el grande de Dean Martin de borracho… Y de Mann pues con todos sus western. Una debilidad que hago confesa.

  10. Bernardo Says:

    “Pero hay otros western igual de gigantescos y muchos de ellos nos fueron rodados por el maestro John Ford…” por ejemplo: “Agáchate maldito”, que es un pedazo de peliculón inconmensurable, con su lado político-lisérgico-erótico, y que no podía ser sino del inmenso Sergio Leone. Y esa música de Morricone, aaayyyy

  11. admin Says:

    Y no te olvides de El bueno, el feo y el malo o de la operística Hasta que llegó su hora…

  12. Daniel León Lacave Says:

    En Fort Apache creo recordar que ganan los indios, y que los soldados se rinden. Y no pierden heroicamente a lo Little Big Horn (aunque esa heroicidad es una mentira de Curtiz en Murieron con las botas puestas.).El mismísimo John Wayne pactando con los indios una rendición, tras la muerte del fanático Henry Fonda. Es una peli diferente en ese sentido.

    De El Hombre que mató a Liberty Valence guardo un grato recuerdo, pues fue la peli en la que, con 10 o 9 años, aprendí lo que era un flash Back.

  13. admin Says:

    Estimado Daniel entiendo que te refieres a Murieron con las botas puestas cuando citas la batalla de Little Big Horn… a mi me encanta esa película, pese a su tono militarote y admirativo hacia Custer… claro que quizá se deba a que la dirigió mi admirado y reverenciado Raoul Walsh.

  14. Daniel León Lacave Says:

    Gran película argumentada sobre una gran mentira. Little Big Horn fue una batalla que duró a los sumo 20 minutos, en el que Custer no quedó sólo defendiendo la bandera con una mano y disparando su colt con la otra. Los indios les pasaron literalmente por encima y les masacraron en apenas 7 minutos. Unos cuantos solados huyeron por un riachuelo, y los indios les persiguieron y los aniquilaron. Eso fue todo, 20 minutos, nada que ver con la heroica defensa de la bandera del amigo Flynn. Además, los indios tenían el winchester de repetición, y los soldados de caballería tenían el obsoleto rifle se un sólo disparo Sprignfield. El subnormal de Custer, convencido soberbiamente de su propia victoria, prescindió voluntariamente de las ametralladoras gatling.

    Pero bueno, Hollywood es la fábrica de sueños. Y ganar las batallas, o perderlas pero de forma heroica, haciendo que parezca la derrota casi una victoria, es su trabajo.
    Aún no entiendo como perdieron en viet nam, porque en las pelis parece que ganaron.
    Supongo que en el western importa más la leyenda que la realidad. Y el cine nos ha hecho suplantar la realidad por la ficción.
    Quizás el Sin Perdón de Eastwood tratara de unificar el mito y la leyenda.

  15. Daniel León Lacave Says:

    Perdón- la realidad y la leyenda, quería decir

  16. admin Says:

    Estimado Daniel como decía el periodista en El hombre que mató a Liberty Valance, en el oeste entre verdad y leyenda, siempre la leyenda.

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