Yihad (40 aniversario de ‘Perros de paja’)

Resulta curioso que últimamente vaya al cine –es verdad que cada vez menos– y me olvide con insólita rapidez de lo que he visto. Apenas guardo la emoción de la primera vez cuando veo argo actual. Me ocurre lo contrario cuando pienso en otros títulos que forman mi dispersa memoria cinematográfica.

Por cuestión de hábito continúo acudiendo a las salas de exhibición (cada día más ridículamente pequeñas y cada día más caras para visitarlas) con la esperanza de salir sorprendido. Conmovido.

Pero no es así.

No es así.

Escapo de lo que antaño fueron para mi catedrales paganas nada más terminar la película preguntándome cómo diablos he vuelto a comulgar con una iglesia que solo procura que mengüe peligrosamente mi castigada cuenta corriente.

No sé si es porque me hago mayor y asumo la religión del cinismo como una especie de catecismo existencial al que aferrarme, pero echo de menos a otros feligreses que como yo ya no están a mi lado.

Muchos de ellos se fueron porque la muy puta de La Parca se los llevó antes de tiempo. 

Y entonces me pregunto ¿merece la pena seguir creyendo?

Como feligrés siempre he recurrido al cine esperando encontrar la luz que me prometía.

Y como feligrés que se resiste a la apostasía quiere continuar creyendo.

Pero no hay manera porque el demonio –que existe aunque creas lo contrario– te muestra  ciudades de cúpulas doradas en las que manan ríos de leche y miel.

Pero sabes que son de mentira.

Así que caminas por tu desierto y usas el tabisth para recordar las enseñanzas que recibiste cuando Él te tocó con su mano al mostrarte a solas y porque fuiste en peregrinación revelaciones como Brazil, Calles de fuego, Terciopelo azul, Rumble Fish, Apocalipsis now!, Capitán Conan, Starships Troopers, Tiburón, Novecento, Saló, Las reglas del juego, Pasión de los Fuertes

Y que no te equivocas porque te sentiste irradiado por la luz.

Esa misma luz tonta y maravillosamente loca e irresponsable que te obliga a que sigas creyendo.

Y cantas a ese apóstol por el que sientes devoción.

Sam Peckimpah.

Nuestro San Sam Peckimpah. que estás en donde demonios quieras estar.

Y el tabisth tiembla entre tus dedos.

Y esas ciudades de cúpulas doradas en las que manan ríos de leche y miel se desmoronan.

Y el tabisth deja de temblar entre tus dedos.

Y recitas como una plegaria: Perros de paja, Perros de paja, Perros de paja

Y celebras así su cuarenta aniversario.

Perros de paja, Perros de paja, Perros de paja

Como recitaste antaño Quiero la cabeza de Alfredo García, Quiero la Cabeza de Alfredo García, Quiero la cabeza de Alfredo García.

O Grupo salvaje, Grupo salvaje, Grupo salvaje

Pero ahora rezas con el tabisth Perros de paja, Perros de paja, Perros de paja.

Perros de paja que te mostraron el cómo una pareja que huye miedosa de su presunto infierno urbanita busca refugio en otro infierno. El del origen.

Que en este caso es el de ella.

Su pueblo.

Sus presuntas raíces.

Y mientras continúas con el tabitsh notas como empiezas a bailar como un sufí mientras susurras Perros de paja, Perros de paja, Perros de paja.

Y cuanto más vueltas das ya no eres tú.

Vuelta va.

Vuelta viene.

Y sigues con las gafas puestas como Dustin Hoffman en ese libro de las revelaciones que es Perros de paja.

Y te obliga a sacar los dientes como a Dustin Hoffman.

Y recitas, con el tabitsh en la mano Perros de paja, Perros de paja, Perros de paja.

Y enseñas los colmillos. No por Ella. Sino por ti.

Y bailas.

Y bailas como un sufí mientras recitas Perros de paja, Perros de paja, Perros de paja

Y sabes a solas en el desierto lo que tienes que hacer.

Y crees.

Y te metes en el bolsillo el tabitsh.

Saludos, Yihad, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Yihad (40 aniversario de ‘Perros de paja’)”

  1. Mariajo Says:

    Estaría bien que dijeras qué fuiste a ver en la sala oscura…

  2. admin Says:

    La nada cotidiana.

  3. Mariajo Says:

    Ah, mira, ya hicieron la película! La novela era muy mala.

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