Ha vuelto y está muy cabreado

EL PRINCIPIO

Todo comenzó en mi adolescencia. Por aquello del criterio de la edad se me negaba la oportunidad de iniciarme en la hermandad simiesca pese a que el doctor Zaius hacía todo lo posible para que formara parte del grupo. Pero no hubo manera. Intentaba franquear la puerta de los cines y el portero –un humano– señalaba la taquilla para que me devolvieran el dinero.

Esta oposición injustificada logró que en mi cabeza empezara a reconstruir mi película simiesca. Película de la que llegaron a rodarse cinco y muchos años más tarde una serie de televisión de la que mejor no acordarse. También una de dibujos donde los nuestros, los simios, eran igual de idiotas que los humanos. Eso es lo que pasa cuando el arte cae en manos de profanos.

Mientras tanto, mi dormitorio se fue transformando en un santuario simiesco. Pegaba con chinchetas en las paredes del cuarto –para el disgusto de mi santa madre– fotografías de simios. Ahí estaba Zaius, un gorila, los chimpancés Zira y Cornelius… También los humanos Taylor y Nova montando a caballo rumbo a su destino… Y me hice con un ejemplar de la novela original editado en la colección Reno. Su autor el francés Pierre Boulle.

EL MANIFIESTO DE LOS SIMIOS

La primera película de la serie pude verla pasado los años en una sesión de matiné. Se trataba de La rebelión de los simios (en agosto se estrena un remake) y a quien les escribe le sigue pareciendo una de las mejores de las cinco.

En ella, mis hermanos los monos se rebelan contra el gobierno dictatorial de los humanos que además de despreciarlos como animales domésticos (los perros y gatos han desaparecido de la faz de la tierra por una enfermedad) los emplean para que hagan el trabajo sucio.

Ya saben, los que tienen que servir.

Los humanos les gritan órdenes y para mantenerlos a raya exclaman un NO que desde ese día y gracia a este filme político que es La rebelión de los simios detesto. Detesto el NO. Detesto la prohibición. No pienses, no fumes, no bebas, no te enamores, no comas, no engordes, no seas feliz…. El tantra de aquel gobierno fascista de humanos es el mismo del presunto gobierno democrático en el que nadamos: Obedece, obedece, obedece. Cállate, cállate, cállate.

Habré visto no sé cuantas veces La rebelión de los simios.

Para la hermandad simiesca es algo así como el Manifiesto de los simios.

VEO LA LUZ

En aquellos días remotos exhibían en televisión un programa ya legendario para los que hoy tenemos pelos en todas partes menos en la cabeza. Se llamaba La clave y lo presentaba José Luis Balbín pipa en mano. En aquel espacio donde se hablaba y se fumaba mucho solían poner buenas películas para ilustrar debates. El debate no era necesariamente de cine y mucho menos de simios.

El caso es que un día anuncia que el filme que se exhibirá es El planeta de los simios (Franklyn J. Schaffner, 1968) la joya de la corona de la hermandad simiesca, y me quedé en casa mandando a paseo la salida nocturna porque cuando el Gran Arquitecto llama a tu puerta tienes que superar la prueba.

Simbólicamente desnudo vi la película.

Charlton Heston habla. La nave triangular surca el espacio. Antes de hibernar observa a sus otros tres compañeros: dos hombres y una mujer.

La música inquietante de Jerry Goldsmith no anuncia nada bueno.

La nave se ha vuelto loca. Los cuatro cosmonautas duermen. Cae en picado sobre el planeta y ameriza en un lago de brillantes aguas azules.

Despierta Heston. Descubre momificada a la única Eva de la tripulación, escapa con los dos compañeros sobrevivientes de la nave que se hunde en el lago.

Los tres deambulan por un paraje fascinante y desértico.

Uno encuentra una planta en medio de la nada. Otro clava una diminuta bandera pese a la reacción de Taylor/Heston, quien escupe una malvada carcajada.

Estallan rayos en un cielo despejado.

Entonces…

Entonces los tres astronautas encuentran en lo alto de una colina unos espantapájaros.

Suben.

¡Agua!

Se bañan. Les roban las ropas. Y entre la vegetación suenan cornetas de caza.

¡Mis hermanos aparecen en la película!

El resto es historia y noqueo para quien les escribe.

Cada cierto tiempo vuelvo a El planeta de los simios y continúo igual de noqueado. Me gusta por fatalista, me gusta por transgresora, me gusta porque respira aventura por los cuatro costados. Me gusta, sencillamente.

PRIMERO APRENDIZ

Tiempo más tarde veo –siempre en televisión– la segunda entrega. La innecesaria Regreso al planeta de los simios (Ted Post, 1970), filme que insiste en los mismos elementos de la primera aunque con James Franciscus haciendo de astronauta. Heston aparece al principio y al final. Nova, afortunadamente, en casi toda la película.

Mis hermanos los simios están en guerra. ¡Entremos en la zona prohibida! Exclama el general de los gorilas. La idea es acabar con una raza de mutantes entre los que destaca Victor Buono. Los mutantes adoran a la bomba Alfa y Omega y el cabrón de Taylor aprieta el botón y se acabó el planeta de los simios piensa el confuso espectador.

Que te crees tú eso.

LUEGO COMPAÑERO

Veo en la televisión Huida del planeta de los simios (Don Taylor, 1971) donde Zira y Cornelius logran escapar de la catástrofe sin que nos expliquen muy bien cómo lograron recuperar la nave del fondo del lago.

¡Que más da!

En tierra los espera un comité de bienvenida formado por indeseables humanos. Y descubres que Zira y Cornelius ¡han viajado al pasado!

No es una mala continuación. Aunque claro, lo escribo porque con esta película la balanza comienza a inclinarse del lado de mis hermanos los simios.

Asesinan a mi Zira. Matan a Cornelius.

¡Bestias arrogantes!

Pero sobrevive su bebé.

Último plano: un chimpancé mira a cámara.

Mamá.- dice la criatura.

Y DESPUÉS… MAESTRO

Cuarta entrega. La rebelión de los simios (J. Lee Thompson, 1972) la primera que vi antes de las otras cuatro.

La criatura de La Huida… se nos ha hecho mayor. El filme nos cuenta la historia de su gloriosa Revolución.

Temblad, odiosos humanos, temblad porque vamos a hacer Justicia.

Quinta y última entrega, Batalla por el planeta de los simios (J. Lee Thompson, 1973). Es la más tonta de la serie. Aunque aporta un detalle revelador e inquietante para nuestra hermandad: los simios también pueden matar a otros simios. El asesino es un gorila, general para más señas, que se despacha al hijo de César.

Batalla con los mutantes.

Al final, simios y monos parecen que podrán vivir en paz.

¿Alguien puede creérselo?

APARTA TUS SUCIAS MANOS, TIM BURTON

Pasan los años y Tim Burton mete sus sucias pezuñas en El planeta de los simios.

Oh, maldito remake.

Charlton Heston hace de orangután. O de maestro que defiende las armas.

El planeta no es la Tierra.

La hermandad simia pone el grito en el cielo.

¡Que lobotomicen a Burton!

Veo en la red el tráiler de una nueva película simiesca. Se trata de una versión de La rebelión…

Y me gusta lo que veo. Me gusta ver a mis hermanos liberarse de las caenas. Pero sobre todas las cosas me gusta pensar que César vive. Y que ha vuelto y está muy cabreado.

Saludos, humanos, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Ha vuelto y está muy cabreado”

  1. Daniel León Lacave Says:

    Por lo visto, cuando le propusieron a Heston hacer la secuela Regreso… puso como condición que su personaje muriera al final, no, mejor, que todos murieran, que se destruyera el planeta. Quería asegurarse de que ya no habrían mas secuelas ja ja. Pobre iluso. “no subestimes el poder de los guionistas, la posibilidad de destruir un planeta es algo insignificante comparado con el poder de sacarse otra secuela de la manga”

    La quinta y última preferiría borrarla de la historia. Qué bien hubiera terminado la saga con el final de la cuarta, con el rostro del simio en primer plano proclamando “Hoy nace el planeta de los simios”.

    Y del remake de Tim Burton, bueno, yo soy adorador de Burton, pero la verdad es que deja mucho que desear.

  2. admin Says:

    El mejor Burton, a mi juicio, es el de Ed Wood. Respecto a lo que hizo con el puñetero remake… pues eso: habría que lobotomizarlo.

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