Un cineasta llamado Richard Leacock

El pasado 23 de marzo falleció el cineasta Richard Leacock.

Algunos lo consideran pionero del cinema verité. También responsable involuntario de movimientos como el free cinema británico o la nouvelle vague francesa.

Leacock dirigió en Gran Canaria su primera película con solo catorce años, Canary Bananas (1935), realizada por encargo del Sindicato Agrícola del Norte del que su padre, David Leacock, era presidente.

Con el cine que rodó Leacock se produce un fenómeno interesante y quiero pensar que de notable actualidad para un grupo de cineastas canarios que apuesta con rodar con lo puesto. Hay que destacar, no obstante, que Leacock siempre despreció la ficción en favor de registrar acontecimientos en directo.

La mayoría de ellos rodados cámara en mano, mandando al carajo las más elementales reglas narrativas porque lo que le interesaba era el momento.

A mi me gusta pensar que se trató de un cineasta libertario. Un ácrata que en vez de espada tuvo una cámara con la que fue testigo de las tensiones entre cubanos y norteamericanos en Yanquis no! y de Primary (ambas de 1960), donde propone un seguimiento de la campaña que emprendió John Fitzgeral Kennedy para convertirse en el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos.

A continuación reproduzco una serie de fragmentos de una entrevista que mantuve con Richard Leacock cuando visitó Tenerife con motivo de un amplio ciclo que le dedicó la Filmoteca Canaria en marzo de 1993 (1).

CANARY BANANAS

Canary Bananas nació como una película de promoción. También como una necesidad para compartir con el público lo que significaba estar en Canarias. Para mi, en aquellos años, era como una especie de paraíso perdido y quería explicar cómo era la vida aquí. Cuatro generaciones de mi familia paterna pertenecían a esta tierra, así que los viajes de mi infancia fueron entre Gran Canaria y Londres. Esta isla forma parte de mi niñez y me trae recuerdos muy entrañables, todo lo encontraba fascinante. De la finca de mi padre me fascinaban las maquinarias y cortadoras de plátanos. Fue aquí, además, donde aprendí a filmar.”

DOCUMENTAL SÍ, FICCIÓN NO

“Descubrí que podía rodarlos inmediatamente. No tenía que aprender. Creo que el documental debe nacer espontáneamente y Canary Bananas, mi primera experiencia tras la cámara es una buena muestra de ello a pesar de que hoy apenas se aprecie el complejo proceso que tuve que hacer para llevarlo a cabo. Las películas de ficción son otro mundo y para mi muy aburrido. En este tipo de cine no te sientes un cineasta sino un técnico porque nunca hay sorpresas. Los personajes lloran o no lloran pero ¿a quién le importa? La mayoría de los cineastas de mi generación empezaron como cámaras e inmediatamente se convertían en realizadores. El cámara era entonces un técnico de segunda fila. La diferencia de Robert Flaherty con todos ellos era que él se sentía cámara antes que director.”

ROBERT FLAHERTY

“Cada secuencia con él resultaba una experiencia nueva. No tenía reglas. Cada plano era un misterio con su solución. Con él aprendí a rodar de esta manera, a aprender a descubrir las posibles soluciones que una historia te ofrece. Es probable que te equivoques, pero tienes que descubrir los errores. En su Lousiana Story (1948)  hay un momento en el que se observa a las perforadoras sacando petróleo. Recuerdo que rodamos esa escena un día con mucha luz, muy hermoso, pero a él no le gustó. Y a pesar de no contar ya con dinero ni tiempo se empeñó en repetirla pero de noche. Y como siempre, tuvo razón. Como persona Flaherty era muy difícil pero con él aprendí la función real de la cámara, qué hay que hacer con la cámara: un ojo inquieto.”

EL CINE ES IMAGEN EN MOVIMIENTO

“En mis películas doy prioridad a la imagen así que las palabras son mínimas. Cuando retrato a una persona quiero que el espectador aprenda algo de ella. El texto de apoyo de A Stravinsky Portrait (1965) es mínimo. En Happy Mother’s Day (1963), lo que se escucha de fondo es una parodia, un texto muy estúpido.”

MONTAJE

“Depende del tipo de documental. En Jazz Dance (1954), por ejemplo, estaba condicionado por el montaje pero fue así por el mismo rodaje. Hoy ya no ruedo así. En estos momentos, mi mujer y yo rodamos una película en la que ya hemos invertido dos años y cada cosa que registramos con la cámara lo montamos inmediatamente después y acumulamos material. El problema es seleccionar imágenes que no tienen lógica pero sí son muy emocionales.”

RODAR

“Creo que hay que rodar al momento. Les Oeufs a la Coque de Richard Leacock (1991)  cuenta con escenas filmadas en condiciones de luz mínima pero a mi me parecen maravillosas. En mis películas nunca se utiliza el trípode porque creo que ese artefacto siempre se coloca en el lugar equivocado.”

NATURALIDAD

“Solo se consigue si la gente te tiene respeto. Y he filmado cosas terribles. Estuve tres meses conviviendo con cabecillas de Ku Klux Klan con el objeto de hacer un documental y todo fue sobre ruedas a pesar de que me provocaran continuamente por su modo de pensar. Lo importante no es entrar con la cámara, que es siempre secundario, sino el contacto con la gente que vas a filmar. Aprender a entenderlos. Y aunque suene algo snob, aprender a ser tú mismo. Por eso me interesa mucho más la gente que no piensa como yo.”

CENSURA

“La censura es un animal muy extraño. Nunca habrá nadie que te diga que no ruedes eso pero sí que no lo enseñes. Muchas de mis películas no han sido exhibidas por cuestiones tan peregrinas como que no llegaban al nivel de la industria. Como si la industria tuviese un estándar de exhibición.”

¿PRECURSOR DEL CINEMÁ VERITÉ?

“No, el cinema verité fue la versión francesa del kino-pravda (cine verdad) ruso. El cinema verité significa que la verdad del cine no es la verdad. Yo prefiero en mi caso el término de cine directo porque me limito a observar y compartir. Fui muy mal estudiante de Física y Lógica, pero lo fui porque se trataban de asignaturas con reglas muy rígidas. Y esa manera de pensar he intenado trasladarla al cine: lo mejor es no hacer reglas. Y si hay reglas, lo mejor entonces es romperlas. Mi objetivo ha sido siempre observar y hacer poesía. Quiero pensar que cuando lo consigo se debe a una simple cuestión de olfato.”

(1) La Gaceta de Canarias, 28 de marzo de 1993

Saludos, mirando hacia atrás sin ira, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Un cineasta llamado Richard Leacock”

  1. David D. Says:

    Don Eduardo, quedo muy agradecido por esta entrada. No sé cómo explicarlo, así que mejor callo. Gracias.

  2. admin Says:

    Don David, entiendo perfectamente la razón y razones por la que silencia… Pero no, no debería.

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