César, los que van a morir te saludan

Si el cine tiene algo de magia –cosa que pongo en cuestión en los últimos tiempos como espectador–  es que ves películas rodeado de un público con el que no tienes nada que ver. Así que si el largometraje te aburre puedes además de bostezar estar al tanto de lo que comenta la gente que tienes al lado una vez te has adaptado al incómodo espectáculo de cómo meriendan. 

Recuperé este modo de ver películas esta misma tarde mientras veía por razones que para mi son obvias El origen del planeta de los simios (Rupert Wyatt, 2011), una nueva versión de La rebelión de los simios (J. Lee Thompson, 1972) que, como ya indiqué en este mismo blog, a mi me parece junto a El planeta de los simios las dos mejores películas de las cinco que se han realizado sobre mi especie.

Los simios, que regresaron a la pantalla grande en 2001 en una olvidable película dirigida por Tim Burton, vuelven ahora para contarnos el amanecer de su gloriosa revolución liderada por un chimpancé de nombre César pero sin el siniestro mensaje de La  rebelión de los simios.

Pero aún con esas –palabra de fan– no está mal planteada esta historia que transcurre en Frisco (San Francisco). En especial porque el largometraje está plagado de guiños para los que aún pertenecemos a la hermandad simiesca.

El filme comienza con una escena de cacería que obviamente recuerda a la escena de la cacería de la primera entrega. A César lo llaman ojos claros como Zira/Kim Hunter reconocía a Taylor/Charlton Heston en El planeta de los simios. Heston, de hecho, aparece en una pantalla de televisión en un momento de la película. Pero es que hay más. César arma una maqueta de la estatua de La Libertad. En el lugar donde lo encierran es reducido con agua a presión como reducían a Heston en su cautiverio y la esperadísima frase (ya es un clásico de la película original) “no pongas tus sucias manos encima mío, mono asqueroso”, la suelta un joven despreciable que pierde la razón cuando César habla.

Y lo que habla es un tributo a La rebelión en el planeta de los simios. Un parco No.

Pero les contaba que lo mejor que me ha pasado viendo esta irregular película fue vivir las reacciones de una pareja de adolescentes que tenía sentado a mi lado y que parecían revivir parecidas emociones a las que tuve cuando vi por primera vez El planeta de los simios.

Lo escribo porque esa gente estaba realmente hechizada viendo lo que le contaban en pantalla. Una incluso llegó a exclamar “habla” cuando César pronuncia NO.

NO. NO. NO.

Doctor No, es que No.

No.

Se encienden las luces de la sala de estos multicines que huelen a cotufas cuando finaliza El origen…  y me pregunto como simio maníaco, muy agradecido porque la cinta haya respetado a mis hermanos de raza, gorilas, chimpancés y orangutanes, cómo entendería esa pareja de adolescentes  el primer y cuarto capítulo de la serie original.

Saludos, doctor Zaius, doctor Zaius, desde este lado del ordenador.

Escribe una respuesta