Des(es)perados

Los acontecimientos se suceden con velocidad de vértigo y ya comienza a palparse el desánimo entre los gestores y creadores canarios puestos en pie de guerra ante el anunciado recorte presupuestario que el Gobierno regional aplicará el próximo año a un área cuyos beneficiados e ignorados parecen que no han superado aún la edad del pavo. Mala cosa, sobre todo si a quien quieren convencer es a todo un presidente que, entre sus muchas virtudes y defectos, parece que no ha salido aún de la adolescencia.

Las declaraciones que publica Diario de Avisos de uno de los integrantes del colectivo indignado, el presidente de Réplica y la Asociación de Empresas de Artes Escénicas de Canarias, Ricardo del Castillo, me resultan así además de atrevidas dictadas más por la desesperación que con la cabeza. Del Castillo propone –pero no dispone– y contando con el respaldo de los que han hecho movimiento, que si  el Ejecutivo sigue en sus trece –esto es aplicar el tijeretazo–  ¿para qué mantener un organigrama que no va a tener nada que gestionar?

Pensando con generosidad, quiero imaginar que Del Castillo hace esta sugerencia siguiendo una política de titulares  pero si no fuera así, me parecen muy desafortunadas unas palabras que entonces solo puedo entender como desesperadas. O una honda frustración hacia un final que intuyen inevitable.

En este sentido, y aunque al Gobierno de Canarias le gustase la idea de teletransportar a San Borondón la Viceconsejería de Cultura, ¿qué soluciones se propone para que la Cultura siga caminando por esta tierra?

Ninguna, a tenor de la información leída. Luego el grito de ¡que desaparezca la Viceconsejería!, puede entenderse como precisamente lo que es. Y lo que es, es precisamente lo contrario: no dejen el área que gestiona Alberto Delgado (quien por otro lado se quedaría sin trabajo) con la ridícula cifra que manejará para fomentar y promocionar el modelo de cultura que los nacionalistas canarios contribuyeron a tejer en estas siete islas alejadas de la mano de los dioses desde que dirigen nuestros destinos universales.

El discurso de Ricardo del Castillo no suena así a radical y rompedor, sino a falta de estrategia, a tirar a todos los lados sin orden ni concierto. Es decir, sin coherencia. Por mucho que el actor diga ahora que debe desaparecer Cultura de la estructura del Gobierno regional porque  “lo contrario sería emplear esa partida tan reducida para acabar con el sector pero manteniendo, eso sí, a los gestores en sus sillones”.

Al menos Martín Rivero, de Rider Producciones, intenta calmar las aguas anunciando una batería de medidas para dotar de grasa el esqueleto de un movimiento que a estas alturas parece más al de un grupo de conjurados asamblearios.

Rivero dice que esperan mantener rondas de contactos con los grupos parlamentarios de CC y de PSOE, y que aguardan a que tanto Paulino Rivero, como la consejera Inés Rojas, “pongan día, lugar y hora” para reunirse con el sector y exponer qué soluciones barajan para afrontar el panorama que se ha abierto.

Y mientras tanto el tiempo pasa.

Y la gente, lógicamente, se pone nerviosa.

Esto es el fin cantaba Jim Morrison.

Yo prefiero pensar que la unión sí que hace la fuerza.

Saludos, carraspeando, desde este lado del ordenador.

9 Responses to “Des(es)perados”

  1. Lola Says:

    Y me han gustado las declaraciones de Ricardo del Castillo. Son políticas. Esto es, que si la pelota parecía en el tejado de los representantes del sector, él la ha puesto sobre los gestores del Gobierno, que se van a quedar de brazos cruzados pero llevándose el sueldo. En cierto sentido, nos ayuda a visibilizar la situación, que es nefasta.

  2. Criticón Says:

    Sin lugar a dudas, señor administrador, creo que el lameculismo que usted desarolla hacia el viceconsejero es lo único que se puede extrapolar de lo que ha escrito. O no ha entendido nada o su preocupación es que su amigo se va a quedar sin trabajo. Continúe remando hacia ningún lado con su blog, que la gente de la cultura ya ha emprendido el viaje hacia otro lugar.

  3. admin Says:

    Y como desea mi buen amigo Alberto Delgado, espero sinceramente que ese lugar sea el jardín de las manzanas doradas. En fin.

  4. Tenerife Says:

    Lo que no es de recibo en todo este proceso, y creo que ya lo ha escrito alguien es que se trate de cambiar un supuesto modelo cultural por otro de un día para otro. Además ¿cuál es ese otro modelo?
    Aquí lo que hay y lo inmediato es exigir el cumplimiento de los idearios políticos en materia de política cultural. Que se cumplan los programas con los que se presentan a las elecciones (entren en la web de CC y vean su programa electoral de las elecciones locales del pasado mes de mayo), y por último que se cumpla el acuerdo de Gobierno entre CC y PSOE.Porque claro, aquí quien se va de rositas de esto es el el PSOE. ¿y dónde está el PSOE? ¿y donde sus voceros que a lo largo de los últimos años han criticado la política de CC? ¿dónde está Jerónimo Saacvedra el paradigma cultural del PSOE? ¿donde? ¿y qué dice?. Porque, se han hecho con las concejalís en Tenerife de cultura en la Laguna y Santa Cruz. Vayan ahora la Gobierno a pedirle que le resuelvan la papeleta de la programación del Teatro Leal y del Teatro Guimerá y otras cosas y actividdaes culturales…
    Esto es una improvisación total, Un detalle ¿qué hubiera hecho el gobierno si Las Palmas hubiera salido capital cultural europea 2016? de risa. Hace unos meses se les llenaba la boca yl Paulino Rivero fue a Madrid a apoyar a Las Palmas y ahora hacen esto con el presupuesto de cultura.
    de pena

  5. cautivo y desarmado Says:

    Pues estoy totalmente de acuerdo con Ricardo del Castillo y creo que ha puesto el dedo en la llaga. Recortar puede ser necesario o inevitable -por motivos económicos que están más allá de la voluntad política, pero lo importante (y criticable si se hace mal) es el cómo se recorta. Cuando uno ve que para Don Paulino y el vendido del Psoe es más importante la policía autonómica que la cultura, pues uno capta el mensaje, y puede no compartirlo, pero entiende cuales son las prioridades de este Gobierno. Tener más policía, en previsión de que el 40% de parados que atesora la efectiva gestión de los últimos 15 años, decidan “manifestar” su decepción.
    Pero, aún admitiendo que el recorte en cultura es inevitable, lo importante (y criticable) es el cómo. Estos recortes en cultura se hacen manteniendo en sus puestos a todos los “gestores” culturales -o sea, a los amiguetes del partido puestos a dedo en cargos de confianza- mientras se recorta en fondos efectivos para el desarrollo de las actividades reales. Vamos, que va ha haber más gestores que obras que gestionar. Y eso es precisamente lo que hay que echar en cara. No sólo el recorte en sí -que puede estar más o menos justificado, si uno prefiere la policía a la cultura- sino que este sólo afecte a las actividades, y no a la superestructura política y administrativa -que es lo que realmente SOBRA (y que se lleva todo el poco dinero que queda -no en inversión, sino en gastos corrientes que no producen nada).
    Y en efecto, lo que detecta Criticón también lo percibo yo. No es que crea -sé- que no lo hace por lameculismo, pero últimamente sufre usted, señor editor, el síndrome de Estocolmo respecto a la Viceconsejería. Precisamente en el momento en donde se hace más evidente su incompetencia, usted sale a disculpar al Gobierno como si no quedara otro remedio y las cosas “son asín”, que se le va a hacer. De Trosky se está Ud. tornando en un pequeño Beria.

  6. Carlos Álvarez Says:

    El recorte del 65% de inversión en Cultura es un desastre para todos; ciudadanos, creadores de cualquier género, industriales y empleados -si escribo trabajadores me acusarán de marxista- de la cultura. A todos va a afectar y para mal.
    El actual modelo de gestión de políticas culturales en el Archipiélago también es un desastre, pero no se arregla de esta forma. Muerto el perro se acabó la rabia no es modelo de política sanitaria, ni cultural.
    Subvenciones
    Las subvenciones a la cultura no están bien vistas por la sociedad. Nadie se cuestiona por qué hay que subvencionar los muelles deportivos o los plátanos. (Los plátanos para preservar el paisaje, me dicen. Menos mal que salimos de la cochinilla, pienso recordando lo horrendos que encontraba Olivia Stone los campos de tuneras.) Sin embargo una buena parte de la sociedad se escandaliza si se subvenciona el cine o los libros, por ejemplo.
    Volver a explicar las razones por las que las actividades que convinimos en llamar Cultura sólo son posibles con ayudas públicas, subvenciones, resulta cansino a estas alturas. Al menos hay las mismas razones para subvencionar la reforma de hoteles y apartamentos obsoletos, los coches o el cultivo del plátano, que para subvencionar el teatro, la pintura o el cine. No entro en valoraciones intangibles de identidad colectiva, diversidad, imaginario propio…
    También resulta cansino explicar que la industria audiovisual, por ejemplo, genera puestos de trabajo al menos tan cualificados como el cultivo del plátano. Pero sí sería pertinente decidir qué productos audiovisuales deben ser apoyados por fondos públicos, si La Gala de la TVCanaria o un documental sobre La cueva pintada Gáldar, por ejemplo.
    Igualmente esteril es adentrarse en el debate si es más cultura un concierto de la Sinfónica de Berlín que uno de Shakira. Pero sí el cómo se reparten pérdidas y beneficios en ambos casos. Sobre todo cuando la aportación pública es ingente.

    Industrias culturales
    Tras tan rimbombante término ¿qué hay? Es un término reciente.
    En Canarias casi siempre se trata de empresas unipersonales o pequeñas pymes. Unas realizan realizan actividades que hace poco tiempo organizaba la propia administración pública. Otras prestan servicios de comunicación, diseño…, que antes realizaba la propia administración pública.
    Las hay que son intermediarias de productos culturales, sean conciertos o ciclos de conferencias, que antes también realizaba la propia administración pública. Son la mayor parte y las que más han proliferado.
    Según la lógica neoliberal, inpiradora y ejecutora de este modelo de política cultural, el crecimiento de las industrias culturales debería ir acompañado de una reducción de la Administración pública, pero no ha sido así. Al contrario, también la Administración pública ha seguido creciendo desproporcionadamente. Parece que hemos duplicado, al menos, el gasto en gestión.
    Los intermediaros son necesarios en la actividad cultural, pero no pueden absorber la parte del león. Los importadores de productos culturales son necesarios, pero también mantener la creación propia es imprescindible.
    Hay también y siempre ha habido otro tipo de empresas culturales, discografícas, productoras de espectáculos, productoras audiovisuales, galerías o editoriales que arriesgan su trabajo y su dinero. Son menos numerosas que las anteriores.
    Por último en la cadena suelen estar los creadores, sean pintores, escritores, fotógrafos o músicos.
    Estos dos últimos grupos son los más perjudicados. Llevan años viendo como los recursos para ellos merman mientras aumentan los gastos de administración pública y privada.

    Recelos
    Muchos creadores llevan tiempo viendo cómo se les exige austeridad espartana mientras crecen las empresas intermediarias.
    Ésta es una de las razones por las que muchos creadores, trabajadores de la cultura, han mantenido una actitud ambigua en las movilizaciones en contra del recorte.
    Yo personalmente nunca me he sentido un industrial de la cultura. Sí un trabajador y en más de una ocasión explotado por esas industrias culturales. (Aún no me he curado aquella vieja enfermedad que llamaban conciencia de clase). Pero animo a los colegas recelosos a que se unan al frente común para tratar de evitar la catástrofe.
    El recorte significa el mayor desprecio hecho a la cultura por un Gobierno desde el golpe de Franco hasta hoy.
    Primero tratemos de frenar el recorte. Después discutiremos las diferencias que tenemos quienes nos dedicamos a esto. Industriales, trabajadores y creadores. Y la Administración. El modelo hay que cambiarlo. Hace falta más transparencia en las cuentas y una gestión más austera.
    De no lograrse frenar el recorte y mantenerse por encima del 5 %, personalmente propongo la desaparición de la Consejería de Cultura. Por dignidad.
    Si ya resulta estrafalario que en el organigrama gubernamental Cultura esté junto a Asuntos Sociales y Vivienda, por la sin razón de un reparto de poder ajeno a cualquier consideración de eficacia o interés público, mantenerla sería un insulto a la cultura y a la inteligencia.
    Si el recorte se realiza en el porcentaje anunciado la actividad cultural desparecerá por años. Que al menos asuman el coste político de su desaparición formal.

  7. Canario, tal y tal Says:

    Señor Carlos Álvarez, es loable su argumentado comentario y sus evidentes ganas de concordia. No le falta razón en casi nada, pero déjeme puntualizar algo que algunos sufrimos desde hace años y no podemos perdonar, y por tanto ponernos a ayudar codo a codo a aquellos que nos han “birlado” parte, en ocasiones toda la parte, de lo que nos correspondería como trabajadores -me da igual que me llamen marxista- unipersonales, autónomos, freelances o como se nos quiera llamar, del sector cultural relacionado con las labores audiovisuales de fotografía, vídeo y diseño, entre otras. En efecto durante años se nos ha ido recortando las cantidades asignadas a esa labor, creciendo sin embargo el material a entregar, y a ejecutar además en tiempo récord, llegando ya el pasado año y el anterior a una situación ridícula y desesperante. A pesar de esas angustias seguimos trabajando porque es lo suyo, pero a esas empresas intermedias que ha nombrado, empresas de comunicación, de eventos, productoras de espectáculos, les parecía que aún debíamos ser más baratos pero igual de eficaces, amén de facilitar los pagos alargándolos en el tiempo de una manera incomprensible por las cantidades que teníamos entre manos. Y claro, la broma a desembocado en que muchas de esas empresas han terminado por realizar todos los servicios ellos mismos con sus propios mimbres o personal, arrinconando a muchos de los trabajadores autónomos del sector, especializados en sus tareas específicas, y por tanto imposibilitando su sentido dentro de esta “industria cultural”, ya que éramos el último eslabón de la cadena y el dinero de las ayudas no venía directamente a nosotros, y por tanto no teníamos capacidad para inventar una fórmula, que sí han podido hacer ciertas empresas al encargarse ellos de hacer todo el trabajo. Así que no me vengan ahora a pedirnos que nos unamos a ellos porque eso nos va a beneficiar también a nosotros, o aunque sea por los viejos tiempos de camaradería y colaboración. He oído y leído a algunos de esos modestos empresarios que tendrían que volver a la fórmula del autónomo para poder subsistir. Pues bien, los que ya éramos autónomos ya ni siquiera lo somos, y no podemos ni optar a esa estrategia. Así está el patio, y no me alegro de ese recorte bárbaro realizado por cuatro dementes, pero entiendan que muchos de nosotros ya sufríamos ese recorte desde hace años, y nadie se partió el alma por nosotros. Y no me hagan hablar de los actores de las islas y su pésima situación y ridículos contratos, entonces podría haber una guerra civil. La cultura de producción, de creación, tiene que llegar a la gente, a la calle, a las salas, a las bibliotecas, a todos lados, pero sin otra gente que la haga o participe en ella no puede existir. Sí, la fórmula está agotada, pero los amiguismos de pasillos no pueden exigir apoyo a quienes explotan.

  8. Francio Says:

    Estoy de acuerdo con casi todo lo que comentas, Carlos Álvarez, pero, ¿después de unos años en los que esas empresas que realizan trabajos intermediarios y esa administración que contrata esos trabajos intermediarios hayan olvidado deliberadamente a la “clase” creadora, abandonándolos en un ostracismo económico bastante sangrante y singular, es un poco tarde para ahora venir a pedirles solidaridad en algo que va a afectar, sobre todo, a los dos grupos primeros? Y después de salvar el recorte, qué van a hacer esos por la “clase” creadora. Sinceramente, si el modelo que hemos tenido no ha favorecido precisamente a los creadores (sino a toda suerte de empresarios más o menos oportunistas con las instituciones, y a todo tipo de técnicos culturales, mientras a los creadores se les ha tratado francamente mal, con un menosprecio sólo equiparable al adelgazamiento de sus bolsillos, tanto vendes tanto vales), ¿por qué habrían de sumar los creadores para que volvamos a la misma coyuntura? A lo mejor a los creadores les va mejor en una coyuntura en la que no se valore más (en términos cuantitativos) el trabajo de los gestores que el de los creadores. ¿Inslidaridad? Coño, qué solidarios han sido en este modelo los empresarios culturales y los gestores de las instituciones. Lo han pagado todo menos al artista, sistemáticamente. Y han mantenido a los artistas alejados del dinero público por medio de acusaciones de subvencionado y demás, mientras ellos no soltaban la teta. ¿No sería mejor que ese sector cultural se lo haga mirar, y ofrezca cambios notables, antes de pedir ayuda a los creadores? Sin ser creador, sino consumidor de cultura, con la mía que no cuenten.

  9. Francio Says:

    Y por qué ahora quieren estos el apoyo de los creadores. ¿No te das cuenta, Carlos Alvarez, de que los creadores, defendiendo eso lo único que van a obtener es un buen manojo de descalificaciones (y que parezca que de verdad están defendiendo su estómago, para que los vuelvan a llamar subvencionados una vez más, mientras son estos otros los verdaderos interesados)? Los artistas, que son los conocidos, a poner la cara y a recibir los palos, a ejercer de ramoncines de la Sgae…, para eso sí los quieren. Yo creo que no habrá muchos artistas tan tontos como para participar en eso. Si los empresarios del “sector cultural”, y los gestores de la administración, son los que tienen el provecho real y cuatificable, que aguanten su vela, ¿no?

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