Pero nada es verdad

Si una novela comienza con una cita de Jim Thompson hay muchas probabilidades para que esa novela no sea mala. Si esa misma novela está escrita como un extraño cruce entre la literatura rabiosa de Thompson y la empapada de alcohol de Charles Bukowski, para los que somos seguidores de ambos escritores –más del primero que del segundo– esa novela se irá transformando a medida que la lees en una rareza que logra mosquearte.

Y escribo moquearte porque aún preguntándote donde demonios está el relato que su autor quiere contarnos, mantienes los ojos apuntando fijamente a las páginas del libro. Luego entiendo que has encontrado en esa novela algo que late pero sospechas que al final el escritor optó por meterse en el camino fácil. O el callejón sin salida.

Estas y otras sensaciones son las que recojo de Libro del cuervo, de Jesús R. Castellano, un relato que comienza muy bien. Y digo muy bien porque el escritor presenta a su personaje (¿álter ego?, lo mismo da) como una especie de Lou Ford perdido en una ciudad –Gijón–  que a través de su mirada se convierte en algo parecido al infierno de la mediocridad y de la desesperación.

Libro del cuervo son sensaciones que recoge su protagonista, un hombre gris que desarrolla un trabajo gris sobre un puñado de personajes igual de grises.

Lo mejor de esta novela que, a mi juicio, se desparrama en sus capítulos finales, es precisamente las asombradas pero crudas reflexiones que hace el narrador en primera persona sobre esa esa fauna con la que tiene que lidiar todos los días.

Un zoológico poblado de bestias con apariencia humana por lo que el personaje y obviamente el lector no sentirá simpatía alguna.

Jesús R. Castellano va desgranando a sus secundarios con un lenguaje que nada entre lo divertido y lo trágico, pero no sabe –o no quiso– que estos contribuyeran a dar ritmo una acción que, leídas las primeras cien páginas, comienza entonces a resultar reiterativa.

En mi caso, porque supuse que al autor no le interesaba contar una historia sino describir una serie de situaciones que, francamente, ya no resultaban tan sorprendentes porque las había contado antes de otra manera.

Lo mejor de este libro, que tiene su puntito cínico, es el frío distanciamiento del personaje protagonista, quien narra a modo de monólogo el calvario de no ser nada.

Lo peor es que la novela la cierra de manera apresurada, dando la sensación que Castellano pone el punto y final porque no supo como cerrarla.

Con todo, se trata Libro del cuervo de un a ratos interesante relato que se lee bien, reitero, en su primera parte. Hace sonreír con amargura, y sientes el desprecio que alimenta el corazón de su antihéroe.

Un antihéroe para el que no cabe ningún tipo de redención porque no sabe, o quizá sea consciente, de que está irremisiblemente hundido en el barro.

Libro del cuervo es una novela escrita con una sencillez (y por lo tanto con una brillante complejidad) que recuerda al mejor Thompson y al mejor Bukowski entre otros grandes que se hicieron grandes haciendo literatura en y desde el arrollo.

Así que si Castellano asumiera el riesgo de contarnos una historia o bien tener claro lo que quiere narrar, estoy prácticamente seguro que encontraríamos en su trabajo al escritor que, a mi juicio, desearía leer.

Y lo pienso porque en las páginas de Libro del cuervo he descubierto una honestidad que no suelo descubrir en las literaturas de nuestros confusos tiempos. Pero sobre todo porque ha dado vida a un personaje que a mí me ha recordado a los que te golpean y trituran el alma como son los de Jim Thompson.

Ya saben los iniciados del Asesino dentro de mí a lo que me refiero.

A un tipo gris y sin aparentes ambiciones que esconde, sin embargo, a un despiadado depredador.

Claro que como dice la cita del maestro Thompson que emplea Castellano en su novela:

“Pero nada es verdad.”

Así que todo resulta una mentira.

(*) Libro del Cuervo (Ediciones Aguere/Ediciones Idea) cuenta con un prólogo de José María Lizundia y un epílogo firmado por J. Ramallo.

Saludos, madre del amor hermoso ya es 2012, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Pero nada es verdad”

  1. Javier Hernández Velázquez Says:

    Jesús es un antiguo amigo. Cualquier valoración de su obra es difícil, pero nadie como él escribe ese tipo de realismo sucio tan incómodo para los puristas. Su literatura, como él, están ubicadas, como cantaba Bono a finales de los ochenta a medio camino entre el When the streets have no name y el I still havent found what I´m looking for.
    No obstante el mejor alumno de Jim Thompson es Alexis Ravelo en su serie La Iniquidad: La noche de piedra (La iniquidad I), Anroart, 2007.
    Mucha suerte a la nueva creación, que creo que se presenta en la MAC el próximo 12 de enero.

  2. Bartolo Says:

    Sí, se presenta en LA MAC (Santa Cruz de las Colillas) el día 12. Tiene razón el amigo administrador. El autor no supo trabar un final que tenía en la cabeza pro no acertó a llevar al ¿papel?. Se lo diré y que ajuste los tornillos si la gracia de los dioses le permiten una segunda edición. Y a Javier, bueno, eso lo discutiremos. Un abrazo desde el ordenador 34 del TEA.

  3. admin Says:

    Un abrazo desde un ajeno ordenador…

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